miércoles, 12 de noviembre de 2008

ESCANDALOSA POBREZA Y DESIGUALDAD SOCIAL

Los pueblos de AL viven “escandalosa pobreza y desigualdad social”: ex presidente del Celam

La opción preferencial por los pobres también es para empresarios y políticos, afirma
■ Los medios destruyen valores y tradiciones, señala el cardenal chileno Francisco Javier Errázuriz

José Antonio Román, La Jornada 2008-11-12

Los pueblos de América Latina viven una “escandalosa pobreza y desigualdad social”, donde los políticos y empresarios, quienes mayoritariamente se declaran católicos, actúan en la esfera pública de manera “incongruente” con su fe. También para ellos, los pobres deben ser una opción preferencial, aseguró el ex presidente del Consejo Episcopal Latinoamericano (Celam), cardenal Francisco Javier Errázuriz Ossa.

En una conferencia magistral ante los obispos mexicanos, reunidos en su 86 asamblea plenaria, el también arzobispo de Santiago de Chile cuestionó el actual modelo económico, que bajo la supuesta “infalibilidad” de la autorregulación del mercado lleva periódicamente a la economía mundial a grandes crisis, generando con ello más pobreza y desigualdad.

Titulada Hacia una misión continental, su ponencia planteó la necesaria participación de los laicos en la vida política, económica, cultural y de los medios de comunicación de la sociedad actual, basada en las enseñanzas del documento de Aparecida, Brasil. Dijo que entre los nuevos ídolos creados por esta sociedad, cada vez más secularizada, se encuentran también la libertad de expresión; señaló que hay quienes sostienen que nada debe regularla, y que no hay nada superior a ella.

Pero los medios de comunicación social, sobre todo los audiovisuales, se han convertido en formadores masivos de las convicciones y las conciencias, legitimando maneras de pensar y actuar e influyendo en prácticamente todo el quehacer humano, muchas veces destruyendo nuestros valores y mejores tradiciones.

Sin duda, reconoció el cardenal chileno, el tema es complejo, porque existe una estrecha relación entre la libertad de expresión y la vigencia de la democracia. Por ello es que los medios de comunicación necesitan también el acompañamiento de la Iglesia y de su servicio pastoral.

Ante los obispos y laicos invitados a la asamblea episcopal, el prelado apuntó que la falta de coherencia de muchos laicos en su servicio a la sociedad hizo que las 22 conferencias episcopales de la región decidieran abordar el papel del laico en la sociedad como tema principal en la asamblea general del Celam hace un año en Aparecida.

Respecto a los empresarios, dijo que en muchos países, miembros de este sector están dolidos porque escuchan de la jerarquía sobre todo reproches por no conocer ni cumplir la doctrina social de la Iglesia, la cual pone al hombre en el centro de las decisiones económicas y el empresario cristiano está llamado a generar condiciones favorables a la vida de las personas y las familias desde el mundo del trabajo. “No hacerlo en instituciones dirigidas por discípulos de Cristo es un motivo de escándalo”.

A los políticos cristianos, señaló que su preocupación esencial debiera estar en la búsqueda del bien de los más pobres y marginados de la sociedad, las poblaciones autóctonas, las mujeres jefas de hogar, los niños de la calle, los migrantes, los enfermos, los drogadictos y los encarcelados. “Ser discípulo de Cristo y tener esta actividad refuerza la acción preferencial por los pobres como opción política, la búsqueda de oportunidades para todos y el trabajo por superar la miseria y terminar con las estructuras que crean injusticias”, sostuvo el cardenal en la asamblea, a la que asistieron como laicos invitados Lorenzo Servitje, empresario y fundador de Grupo Bimbo, y la ex directora del DIF y ex panista Ana Rosa Payán.

Fuente:http://www.jornada.unam.mx/2008/11/12/index.php?section=sociedad&article=047n1soc

jueves, 6 de noviembre de 2008

REFLEXIÓN SOBRE LA CRISIS ALIMENTARIA

TUVE HAMBRE Y NO ME DISTE DE COMER.

3 de Nov. De 2008, México


INTRODUCCIÓN.
La Asociación Teológica Ecuménica Mexicana (ATEM), atenta a las realidades humanas, ha creído necesario decir una palabra que invite a la reflexión y al compromiso ante la situación de despojo de los bienes más elementales para la vida digna, por la que atraviesa nuestro país y el mundo. Como cristianos y cristianas no podemos permanecer callados-as ante la “crisis alimentaria” causada por la voracidad de los poderosos, que está provocando hambre y miseria para millones de seres humanos.

I.- LA VORACIDAD DEL SISTEMA DE MERCADO.

El sistema neoliberal globalizado con sus leyes del Mercado y de lucro está ocasionando la muerte de personas, que viven en la miseria y no tienen lo necesario para poder vivir dignamente por estar excluidos de los bienes del progreso. Hay gente que no sabe si mañana encontrará qué comer, o si se quedará sin techo, o cómo hará para sobrevivir si se enferma o sufre un accidente; si mañana perderá el empleo, o si será obligada a trabajar el doble a cambio de la mitad, o si su jubilación será devorada por los lobos de la bolsa o por los ratones de la inflación. Existen ciudadanos que no saben si mañana serán asaltados a la vuelta de la esquina, o si les desvalijarán la casa, o si algún desesperado les meterá un cuchillo en el estómago; existen campesinos que no saben si mañana tendrán tierra que trabajar y pescadores que ignoran si encontrarán ríos o mares no envenenados todavía. Hay personas y países que desconocen cómo harán mañana para pagar sus deudas multiplicadas por la usura.

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domingo, 2 de noviembre de 2008

EL SILENCIO DE LA IGLESIA SOBRE LA CRISIS

José María Castillo
España, blogspot, 07.10.08


LLAMA la atención que las autoridades de la Iglesia hablen tanto de algunas cosas y, sin embargo, de otros asuntos muy preocupantes para la gente, como es el caso de la crisis económica, no dicen ni palabra. Por supuesto, es arriesgado afirmar que el papa, los cardenales y los obispos, tantos como son, no hayan dicho nada sobre un asunto del que todo el mundo habla con preocupación y con angustia. Sin duda que el papa y los obispos han hablado del tema. Pero el hecho es que la opinión pública sabe perfectamente lo que la jerarquía piensa y dice sobre el aborto, la eutanasia, el divorcio, la homosexualidad, el uso de anticonceptivos, la asignatura de educación para la ciudadanía, etc, etc, mientras que la gente no tiene ni idea de lo que piensan los obispos sobre la crisis del sistema financiero, la quiebra de los bancos, la subida de los precios, el paro, las hipotecas basura, la 'codicia' que, según el Comisario de Asuntos Económicos de la Unión Europea , Joaquín Almunia, está en la raíz de toda esta crisis, tan profunda, tan oscura, tan grave.

Es verdad que los asuntos relativos a la economía suponen conocimientos técnicos, que no están al alcance de todos, ni siquiera de los obispos que se supone son hombres bien formados y con buena preparación, para decir, como pastores de los fieles, lo que los creyentes deben pensar de los problemas que tienen en sus vidas y sus conciencias. Estamos de acuerdo en que, de economía, que hablen los economistas. Pero, si ese criterio es correcto, con idéntica razón habrá que decir que de biología, hablen los biólogos. ¿Por qué los obispos hablan con tanta seguridad sobre asuntos como las células madre, el final de la vida, los experimentos científicos con embriones o las fecundaciones 'in vitro', siendo así que la mayoría de los prelados saben de biología menos aún que lo que pueden saber de economía?

Sinceramente, me sospecho que el silencio de los obispos sobre los temas de economía no se debe a la ignorancia, sino a otras motivaciones más oscuras. ¿Por qué digo esto? Hace pocos días, el presidente del Parlamento Europeo, Hans-Gert Poettering, decía sin rodeos: «No se pueden dar 700.000 millones (de dólares) a los bancos y olvidarse del hambre». Porque esa cantidad tan asombrosa de dinero se les da a los ricos para que se sientan más seguros y tranquilos en su situación privilegiada, al tiempo que, como bien sabemos, ahora mismo hay más de 800 millones de seres humanos que tienen que subsistir con menos de un dolar al día, lo que supone vivir en condiciones infrahumanas y abocados a una muerte cercana y espantosa. Ahora bien, lo escandaloso es que los políticos denuncian esta atrocidad de la «economía canalla» (Loretta Napoleoni), al tiempo que quienes se nos presentan como los representantes oficiales de Cristo en la tierra no levantan su voz contra semejante canallada.

Por supuesto, ni yo tengo soluciones para la situación crítica que estamos viviendo, ni yo soy quién para ofrecer tales soluciones. Lo único que puedo (y debo) decir es que en la Iglesia sobran funcionarios y faltan profetas. Y tengo la impresión de que, en este momento, para salir del lío en que nos hemos metido, más importante que la sabiduría de los gestores económicos es la audacia de los profetas que sean capaces de decir dónde se sitúa exactamente la codicia, que, como ya he dicho, es la raíz del desastre que estamos soportando.

Todos sabemos que la Iglesia denuncia la injusticia. Pero el problema está en que hace eso utilizando un lenguaje tan genérico como el del presidente Bush cuando exigía una justicia infinita. Nadie duda de las buenas intenciones del papa. Ni de su enorme personalidad y de su prestigio mundial. Pero el problema está en que el papa es el jefe supremo de una institución que está presente en el mundo entero. Y se esfuerza por mantener las mejores relaciones posibles con los responsables de la economía y de la política en cada país. Ahora bien, desde el momento en que la Iglesia ha tomado la opción de funcionar así, es imposible que ejerza la misión profética que tiene que ejercer en defensa de los pobres y las personas peor tratadas por la vida y por los poderes de este mundo.

Cualquier persona que lea los evangelios con atención sabe que Jesús no se comportó, ante las autoridades y ante los ricos de su tiempo, como los dirigentes eclesiásticos se comportan hoy ante los responsables de esta economía canalla que está arruinando al mundo. Es evidente que las preocupaciones de Jesús eran muy distintas de las preocupaciones de la Iglesia actual. Tiene que producirse una catástrofe económica, como la que estamos viviendo, para darnos cuenta de por dónde van los verdaderos intereses de los 'hombres de la religión'.

Ellos tienen que utilizar el lenguaje de la justicia y la solidaridad, que es el que se lleva en estos tiempos, pero no se atreven a levantar la voz cuando temen que los intereses de la religión se pueden ver en peligro. Así las cosas, la conclusión es clara: a la institución religiosa le preocupa más asegurar la estabilidad y el buen funcionamiento de la religión que dar la cara (con todas sus consecuencias) por quienes peor lo pasan en la vida. Y si esta es la conclusión lógica, el resultado está a la vista: los ricos se sienten seguros, los pobres siguen hundidos en su miseria, y la religión con sus templos y sus funcionarios mantiene el tipo, aunque el tipo se vea cada día más viejo y con menos fuerzas.

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