domingo, 29 de agosto de 2010

La guerra de México - Nexos

La guerra de México
Joaquín Villalobos
01/08/2010

Una parte importante de la sociedad mexicana se resiste a aceptar la idea de que México está en guerra y, mientras no acepte esa realidad, nunca podrá entender la violencia que está viviendo el país. El asesinato del candidato a gobernador de Tamaulipas, Rodolfo Torre Cantú, y los ataques cada vez más sistemáticos de los cárteles a las fuerzas policiales y funcionarios de seguridad, han creado incertidumbre y dificultad entre los mexicanos para interpretar estos hechos. Basta una mirada rápida a los datos sobre víctimas; secuencia y cantidad de contactos armados; armamento y medios involucrados; extensión de los territorios en disputa y fuerzas policiales y militares comprometidas por aire, mar y tierra, para concluir que México tiene una guerra.

Desde el conflicto en los Balcanes las guerras dejaron de ser consideradas los clásicos enfrentamientos entre dos contendientes. Muchas de éstas se convirtieron en confrontaciones entre múltiples actores que luchan movidos por fanatismos nacionalistas o religiosos, o que se disputan recursos involucrando a bandidos, combatientes y fuerzas del Estado. Existen conflictos de este tipo provocados por diamantes, esmeraldas, plantaciones de coca, cultivos de amapola o el cobro de rentas a compañías petroleras. En México, el centro del conflicto es su valor de ruta para introducir drogas a Estados Unidos. Los miles de millones de dólares que produce esa ruta generaron unos poderes fácticos criminales con ejércitos privados que se hicieron dueños de la frontera norte de México y parte de la frontera sur de Estados Unidos.

Esa zona se volvió el albergue de múltiples actividades delictivas y terminó convertida prácticamente en otro país. Al igual que en otras guerras por recursos, terminó estallando al norte de México un sangriento conflicto entre los distintos grupos criminales por dominar rutas de narcotráfico, plazas de narcomenudeo y territorios de pandillas, y esto obligó al Estado a intervenir. Para darse una idea del tamaño de la guerra entre cárteles y del poder de éstos, basta decir que estas bandas se han causado entre ellas alrededor de 20 mil bajas mortales en sólo tres años. De los 25 mil muertos que se registran hasta la fecha, aproximadamente el 90% corresponde a los cárteles y el resto a civiles y miembros de las fuerzas de seguridad. El 80% de los homicidios ocurren en la frontera norte y una parte importante de la violencia que tiene lugar en el resto de México guarda relación con lo que ocurre al norte.

Es cierto que México tiene problemas de impunidad, corrupción y debilidad institucional, pero esos problemas no tenían por qué derivar en una guerra. Han sido el valor como ruta de la droga, los miles de millones de dólares y las decenas de miles de armas provenientes de Estados Unidos los factores principales en la generación del conflicto. Dada la diferencia de desarrollo entre ambos países el comercio ilegal de drogas ha impactado de forma asimétrica. Lo que para Estados Unidos es un problema marginal de salud y seguridad pública, para México se ha convertido en guerra y amenaza a la seguridad nacional. El gobierno de México le ha decomisado más de 75 mil armas y más de 400 millones de dólares a los cárteles en tres años. La cantidad de armas creció exponencialmente resultado de una carrera armamentista entre cárteles en los últimos cinco años. Esas armas son más que lo que los gobiernos colombianos le han decomisado a las FARC en varias décadas y es tres veces lo que las guerrillas de El Salvador lograron introducir desde Nicaragua durante la guerra civil en ese país. El dinero es cuatro veces lo que el gobierno de Estados Unidos aprobó como ayuda para sostener a 40 mil contrarrevolucionarios nicaragüenses en los ochenta. Aun y cuando las armas de los cárteles están más en función intimidatoria que combativa, su resultado es el dominio territorial y esto implica que muchos mexicanos quedan bajo su autoridad.

Con seguridad los cárteles del narcotráfico, pandillas urbanas y demás delincuentes establecidos en la frontera norte y en estados como Michoacán y Guerrero suman en su conjunto muchos miles de bandidos armados que amenazan la soberanía de una parte del territorio mexicano, y esto no es un problema de segundo orden. No se trata de escoger entre perseguir narcotraficantes o perseguir “rateros”, sino de atender una clara amenaza a la soberanía del Estado que pone en peligro a toda la sociedad. Es comprensible que por razones de imagen, rigidez teórica o interés político personal, no se le quiera llamar guerra a una guerra, pero los datos duros son muy claros en ese sentido, el país tiene una guerra y la violencia es parte natural de ésta. No existen las guerras sin muertos, por lo tanto, mientras no se acepte que hay un conflicto armado y que se está frente a una situación anormal que demanda sacrificios y acciones extraordinarias, no se entenderá la violencia, se pensará que ésta se puede ocultar o resolver rápido y fácil, o se creerá ingenuamente que si el gobierno suspendiera sus operaciones la violencia terminaría.

Entre los que se oponen a confrontar a los cárteles subyace la idea de una posible estrategia no violenta y silenciosa que nadie explica. Se puede discutir sobre formas eficaces de usar la fuerza, pero no existe camino pacífico para enfrentar a los cárteles y no hay modo de que la violencia en México pueda pasar desapercibida. Con el crimen organizado no se puede ni convivir ni negociar y si no se le combate crece. Si no se les estuviera combatiendo ahora, a futuro terminarían convertidos en un gran poder criminal en el propio Distrito Federal, tal como le ocurrió a Colombia con Bogotá. Si el centro de gravedad del conflicto es el valor de la ruta de la droga, es necesario reducir al máximo el valor de ésta, quitándoles ventajas, oportunidades y comodidades a los cárteles en el uso de ese territorio.

Lo anterior sólo es posible hacerlo usando la fuerza, porque no se puede resolver este problema rezando. Ni suplicándoles que no crezcan, que no maten, que se porten bien o que negocien pactos de civilidad. Lo que se suele llamar erróneamente “negociación” no consiste en hablar en una mesa con los criminales, sino en poner una correlación de fuerzas en el terreno a favor del Estado que les limite su actividad. En la actualidad hay lugares donde es el crimen organizado el que le ha puesto límites a la actividad del Estado. El problema de México no es atajar drogas para que no le lleguen a los norteamericanos, eso es una consecuencia secundaria. México necesita desmantelar cárteles, pandillas y estructuras criminales para recuperar autoridad y devolverle la tranquilidad a los ciudadanos y esto no puede hacerse en poco tiempo y sin sufrir muertos.

La guerra es entonces una realidad inevitable y la violencia y el tiempo no son por ahora indicadores de victoria o fracaso, sino indicadores del tamaño del problema. No es sensato demandar que en tres años acabe la violencia de unos grupos criminales que poseen miles de millones de dólares, decenas de miles de armas y miles de bandidos que han aprendido a matar. Estos grupos no crecieron, se armaron y se apoderaron de territorios de la noche a la mañana; lo hicieron durante un periodo de paz ficticia que al final se volvió insostenible. No fue la acción presente del Estado lo que generó la violencia, sino la inacción de éste en el pasado. La guerra la impusieron los criminales con sus matanzas que se convirtieron en un reto a la autoridad; el Estado no podía limitarse a ser árbitro. La violencia le iba a estallar a cualquiera que gobernara México. Por lo tanto, que haya crecido la violencia al intervenir el gobierno y enfrentar a los cárteles, es algo totalmente lógico e inevitable.

La violencia es parte inherente de una guerra y no es por sí misma una señal de lo mal que va ésta. La demanda de los opositores es razonable si se centra en exigir más eficacia, mejor coordinación interinstitucional, integralidad de los planes y acuerdos políticos en seguridad, pero es ilógica cuando demandan el fin de la violencia a toda costa porque eso es imposible. Primero porque es indispensable que el Estado use la fuerza y segundo porque la violencia entre delincuentes no depende del gobierno. Las victorias por ahora no pueden medirse por el fin o la disminución de la violencia, sino por los golpes que las fuerzas del Estado propinan a los cárteles; por las armas, el dinero y la droga decomisada; por las capturas de delincuentes; por la reducción de la infiltración en las policías; por los territorios que se van recuperando; por la reforma, depuración y unificación de las policías; por el desarrollo de políticas sociales orientadas a mejorar la seguridad y por la construcción de infraestructuras que permitan consolidar los territorios recuperados; ésos son los indicadores del éxito.

El conflicto en México es de impacto territorial reducido, pero con un efecto en la percepción de inseguridad multiplicado, dada la importancia estratégica del país. La violencia está concentrada en la frontera norte, pero dado que el país tiene casi dos millones de kilómetros cuadrados y 112 millones de habitantes, los indicadores nacionales de homicidios son bajos y la mayor parte del territorio está en paz. Sin embargo, los disparos en Ciudad Juárez se escuchan con fuerza en Washington y en la ciudad de México. Existe en realidad una situación de guerra en la periferia con paz en el Distrito Federal. El hecho de que el debate en el centro vital descanse en la percepción y no en una amenaza tangible, crea dificultades adicionales para que se entienda la violencia y la gravedad del problema. Esto facilita que algunos piensen que ésta es una guerra del gobierno y no una causa nacional.

No todas las violencias son iguales ni pueden ser leídas de la misma manera. Por ejemplo, que ETA ponga más bombas en España es señal de fortalecimiento de los terroristas vascos porque su violencia está ligada directamente a su propósito político, y en su lógica más violencia es avance. En el caso de las pandillas que existen en Centroamérica y también en Ciudad Juárez, la violencia forma parte de su identidad y no es sólo un mecanismo de defensa; esta violencia es por ello más irracional, más difícil de controlar y su crecimiento es señal de agravamiento del problema. En el caso del crimen organizado en México la violencia es instrumental, le sirve para defender sus “negocios”, para intimidar y controlar territorio y para hegemonizar en rutas y plazas frente a otros grupos criminales. Su combate natural es con otros cárteles, no con el Estado. La lucha entre cárteles es un asunto de competidores por el mercado como en cualquier otro negocio, la diferencia es que en vez de resolver esa competencia vía publicidad, calidad de productos o en juicios mercantiles, la resuelven matándose unos a otros porque son criminales, no empresarios.

La violencia de los cárteles contra el Estado mexicano es, por lo tanto, un recurso de última instancia porque atacar al gobierno no ayuda a sus propósitos, algo que se expresa claramente en su regla explícita de evitar “calentar la plaza”, es decir, evitar llamar la atención del Estado. Entre menos se interese el gobierno en combatirlos, mejor para ellos, y el problema es que esto puede derivar en que lleguen a tener más poder que el Estado. Esto ocurre cuando el Estado pierde el monopolio de la fuerza y eso no resulta necesariamente de combates, sino por el debilitamiento de las instituciones de seguridad a consecuencia de la penetración y la corrupción, por el crecimiento exagerado de la seguridad privada y por el fortalecimiento de poderes criminales armados. La existencia de más de mil corporaciones policiales, de decenas de grupos criminales, de múltiples territorios en disputa, más las dificultades de coordinación entre distintos niveles de gobierno, pueden convertirse en una fragmentación muy peligrosa. Si no se actúa para asegurar la autoridad del Estado sobre todo el territorio, hay riesgo de que el país quede dividido en múltiples feudos criminales y que el Estado se convierta sólo en otro feudo más como en Guatemala.

La confusión sobre los tipos de violencia y la no comprensión sobre el propósito de los cárteles conduce a malinterpretar los hechos violentos. El ascenso de la violencia de los cárteles contra las fuerzas y funcionarios del Estado no debe ser interpretado como si se estuviese enfrentando a una insurgencia. Los cárteles no confrontan al Estado, tratan de cooptarlo, de corromperlo con dinero o de neutralizarlo por intimidación. El Chapo Guzmán y el resto de los capos no pretenden hacer una revolución y entrar victoriosos a la capital para sentarse en la silla presidencial y gobernar México. Se trata de criminales movidos por la codicia, que quieren enriquecerse traficando droga y para ello prefieren comprar policías y políticos que matarlos.

Se suele decir que los cárteles son ahora más fuertes que antes porque su violencia se ha vuelto más manifiesta. Esto es un gran contrasentido porque implica que éstos son más fuertes ahora que se les combate, que cuando no se les combatía. Es absurdo pensar que los miles de muertos, los miles de presos y las decenas de miles de armas, drogas y dinero capturados los han fortalecido. Igualmente se suele decir que ahora penetran más a las policías que antes. Pero esto tampoco tiene sentido ya que después de miles de policías depurados de las corporaciones, más de un millar muertos por los delincuentes y centenares presos por vincularse al narcotráfico, han aumentado dramáticamente los riesgos para quienes acepten corromperse. Por lo tanto, ha disminuido la infiltración, algo que se evidencia en que ahora hay más capturas de capos que antes.

Toda violencia extrema que rompe límites propios es síntoma de acoso. Que ahora haya más violencia y que los cárteles exhiban su poder no es señal de que vayan ganando, sino de que se están viendo obligados a manifestarse e intentan que el Estado deje de perseguirlos. Están usando su recurso de excepción y dejando de aplicar su regla de no calentar plaza. En ese sentido, los ataques cada vez más frecuentes a funcionarios encargados de procurar justicia y las emboscadas a los policías, demuestran que está finalizando la convivencia pacifico-corrupta que les permitió a los cárteles comprar funcionarios y dominar policías municipales y estatales. Están poniendo sangre y dolor de por medio y esto modifica los términos de la lucha en contra de ellos. Por otro lado, el asesinato de Rodolfo Torre Cantú es para los cárteles un punto de quiebre a su posibilidad de contar con la indiferencia de la clase política: han retado a todo el sistema y, con ello, por intentar enfriar Tamaulipas, han calentado a todo México.

La guerra en México está entrando en una fase más definitoria, la violencia cuantitativa podría ir disminuyendo, pero aparecerá una violencia de mayor impacto y el combate entre los cárteles y el Estado se volverá más frecuente e intenso. En Colombia la fase más violenta de la lucha contra los cárteles urbanos fueron los últimos años. Es indispensable entender que desmontar estructuras criminales que se apoderaron de policías no es tarea fácil; desmantelar grupos armados muy violentos con arraigo social y grandes intereses en el comercio de droga no es tarea pacífica. Sin duda hay muchos sacrificios y tiempo por delante pero, como decían los revolucionarios nicaragüenses cuando luchaban contra la dictadura de Anastasio Somoza: “La noche es larga, pero por huevos tiene que amanecer”.

Joaquín Villalobos. Ex miembro del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional. Consultor para la resolución de conflictos internacionales.

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Doce mitos de la guerra contra el narco - Nexos

Doce mitos de la guerra contra el narco - Nexos
Joaquín Villalobos
01/01/2010

Una nube de mitos flota alrededor de la guerra de mayor impacto político en la últimas décadas:desde aquellos que dictan que no se debió confrontar al crimen organizado, hasta aquellos que indican que la participación del ejército en las actividades antinarcóticos es negativa. En estas páginas Joaquín Villalobos desmonta los argumentos de una mitología que impacta en la opinión a partir de estadísticas pobres y comparaciones discutibles

Desde la Revolución de 1910 México no había conocido una violencia con tanto impacto político como la que vive actualmente. A finales de la década de los ochenta Estados Unidos tuvo éxito en reducir el volumen de droga que se movía por la ruta Caribe desde Colombia a Miami. Esta ruta permitía a los cárteles colombianos exportar mariguana y cocaína directo a Estados Unidos, sin intermediarios. México pasó así a ser el territorio más importante para el tránsito de drogas hacia la Unión Americana y se produjo una expansión del narcotráfico, que rompió con el largo periodo de paz en que habían vivido los mexicanos.

Entender, debatir y estar dispuestos a pagar los costos que implica reducir el poder del crimen organizado y frenar su violencia, todo ello bajo condiciones democráticas, es algo nuevo para una sociedad acostumbrada a la poca deliberación y al orden impuesto desde arriba que vivió México durante varias décadas. Esta condición histórica ha creado dificultades para entender la información y los resultados de la guerra que está librando el Estado mexicano contra los narcotraficantes, y ello ha dado lugar al surgimiento de mitos sobre la guerra y la violencia. Algunos de estos mitos resultan del indispensable y justo debate político democrático. Sin embargo, aunque se trata de un problema complejo que requerirá tiempo para ponerlo bajo control, no hay razones para ser pesimistas.


1. “No se debió confrontar al crimen organizado”

Cuando la violencia comenzó a crecer por la guerra entre cárteles, el gobierno del presidente Fox dio inicio a la intervención de fuerzas federales en los primeros estados que tenían problemas (Tamaulipas, Guerrero, etcétera). Frente al agravamiento de la violencia en otros estados el gobierno del presidente Calderón decidió combatir frontalmente al narcotráfico y dio continuidad a la intervención federal. Surgieron entonces críticas sobre falta de inteligencia previa, se calificó de reactivas las operaciones e incluso se dijo que el gobierno actuaba por interés político y que las operaciones gubernamentales habían empeorado el problema. Algunos consideraban que lo mejor era tapar los efectos mediáticos de la violencia y dejar que todo continuara manejado por supuestos “acuerdos locales”. Sin embargo, esos “acuerdos” no eran entre iguales, sino entre criminales y funcionarios intimidados por la ley de “plata o plomo” que estaba dejando policías asesinados y presidentes municipales y gobernadores atemorizados. La idea de no combatir de frente al narcotráfico supone, ingenuamente, que éste no es contagioso ni expansivo, y que no alcanzaría al Distrito Federal. La realidad es que una de las primeras batallas ha sido recuperar el aeropuerto de ciudad de México que para los narcos es tan importante como Nuevo Laredo o Ciudad Juárez.

México está atrapado entre el mayor consumidor de drogas del mundo, al norte, y la región más violenta del mundo (Guatemala, Honduras y El Salvador), al sur, a consecuencia del tráfico de drogas. Por lo tanto, resulta muy difícil pensar que es posible aislarse, abstraerse del problema y suponer que no pasaría nada. El narcotráfico es un delito global que está extendiéndose en casi toda América Latina, afectando también a Europa del Este, al norte de África y algunas regiones de Asia. El crecimiento de las clases medias urbanas y el aumento del consumo de drogas están directamente relacionados, no hay una razón sólida para que las clases medias mexicanas puedan ser excluidas del incremento en el consumo, algo que ya está afectando seriamente a Brasil. No hacer nada podría haber llevado a México a una situación similar a la que enfrentó Colombia a finales de los ochenta. Son muchos los ciudadanos y funcionarios colombianos que aceptan, abiertamente, que la situación en su país “tocó fondo” porque esperaron demasiado tiempo para actuar.

El nivel de violencia actual en México deja bien claro que el monstruo era real, fuerte y peligroso. Ante un escenario así hay dos principios fundamentales para actuar: determinación y velocidad. Determinación para no retroceder frente a la reacción violenta de los cárteles y frente al temor que se abriría en la sociedad; y velocidad para contener y recuperar terreno. En realidad no hacía falta inteligencia previa, los cárteles actuaban en las calles con una impunidad cínica. El primer paso era quitarles ventajas, tranquilidad y oportunidades a sus “negocios”, se habían abierto tanto que la presencia de fuerzas federales en el terreno produciría resultados inmediatos, tal como ha ocurrido. En una primera fase lo masivo debía privar sobre lo cualitativo. Ahora se están abriendo retos más complejos como la reconstrucción policial y el componente social de la estrategia, pero sin ganarle terreno a los cárteles no puede pensarse ni en la reconstrucción de instituciones ni en planes integrales. Es necesario actuar para hacer transitar al narcotráfico de amenaza a la seguridad nacional a un problema policial.


2. “México está colombianizado y en peligro de ser un Estado fallido”

Estas afirmaciones se realizan sin usar datos comparativos serios. México sufre una violencia localizada en seis de sus 32 estados y tiene una tasa nacional de 10 homicidios por cada 100 mil habitantes. Venezuela tiene 48, Colombia 37, Brasil 25, Guatemala, Honduras y El Salvador están arriba de 50. El estado de Chihuahua, el más violento de México, está en este momento en su punto más álgido con una tasa de 143 homicidios, le siguen Sinaloa con 80, Durango con 49, Baja California 44 y Michoacán 25. A inicios de los noventa Medellín, la ciudad más violenta de Colombia, mantuvo una tasa de 320 durante varios años y, en ese mismo periodo, Cali tenía 124, Cúcuta 105 y Bogotá, la capital, 80. Colombia ha vivido dos guerras en 25 años, las cuales le han costado más de 200 mil muertos y dos millones de desplazados, y continúa en conflicto.

El volumen, extensión, raíces históricas, códigos culturales y complejidad de la violencia colombiana ha sido —y todavía es— muy superior a la que vive México. En Colombia los niveles de penetración que alcanzó el narcotráfico en la política, el ejército, la policía, los negocios y la sociedad fueron mayores a los que existen actualmente en México, donde no se puede hablar de una narcopolítica. Los cárteles y narcoguerrillas colombianas golpearon con actos terroristas a personajes e instituciones de los poderes políticos, económicos y mediáticos vitales del país. En 1989 Luis Carlos Galán, candidato a la presidencia, fue asesinado por el narcotráfico y tres candidatos más fueron asesinados en ese periodo. El propio presidente, Álvaro Uribe, ha sobrevivido a varios atentados y el vicepresidente, Francisco Santos, estuvo secuestrado por Pablo Escobar. Hechos como éstos no han ocurrido y es muy difícil que ocurran en México, donde no han existido territorios con ausencia de Estado durante 40 años como en Colombia; el Estado mexicano ha sido más bien omnipresente y fuerte y el colombiano ausente y débil.

En Río de Janeiro, Brasil, de enero a junio de 2009 murieron 65 policías en enfrentamientos con criminales y su tasa de homicidios es de 38 por cada 100 mil habitantes; recientemente los narcotraficantes derribaron en combate un helicóptero policial en barrios del norte de la ciudad y murieron 12 policías. En 2006 Sao Paulo sufrió ataques simultáneos a puestos policiales, oficinas de gobierno y puntos de interés económico por parte de las pandillas dedicadas al narcomenudeo. El Distrito Federal, en contraste, tiene una tasa de sólo cinco homicidios por cada 100 mil habitantes y jamás han ocurrido hechos tan graves como los de las ciudades de Colombia o Brasil. México tiene un problema de seguridad en la periferia de sus centros vitales y Brasil lo tiene, y muy grave, en sus dos principales ciudades: Río Janeiro y Sao Paulo. Sin embargo, Río será sede de los Juegos Olímpicos y no se dice que allí hay una guerra o que Brasil pueda ser un Estado fallido. Si la idea de territorios fuera de control del Estado se empleara mecánicamente para definir Estados fallidos, habría más de una decena de éstos en el continente americano y tendría, incluso, que revisarse cuál sería la condición de algunas zonas de ciudades estadunidenses que albergan a un millón de pandilleros.

México tiene una resonancia mediática y una importancia geopolítica superior a la de Colombia, Venezuela o Brasil, por lo tanto, lo que ocurre en su territorio impacta mucho más sobre la percepción dentro y fuera del país. No es lo mismo Medellín o Río de Janeiro que Ciudad Juárez, la proximidad con Estados Unidos hace una enorme diferencia. Un ejemplo de esto fue la llamada “insurrección o guerrilla zapatista”; si comparamos militar, política y socialmente ese movimiento con las insurgencias armadas de Sur y Centroamérica, el “zapatismo” no podría ser considerado guerrilla y mucho menos insurrección. Sin embargo, logró un gran impacto mediático nacional e internacional con una sola acción armada en 1994.


3. “El intenso debate sobre la inseguridad es señal de agravamiento”

El debate y la complejidad en los procesos de toma de decisiones en las democracias avanzadas son señales de estabilidad, pero en las democracias emergentes son percibidos como debilidad e incertidumbre, porque todavía se añora el orden de forma consciente o inconsciente, que sin deliberación se lograba por vía autoritaria. El debate sobre las estrategias que se diseñan para enfrentar los problemas de seguridad son normales en un entorno democrático y ese debate es más intenso y libre cuanto menor es la amenaza a los poderes vitales del país. La oposición, los intelectuales y la prensa necesitan y deben actuar críticamente de oficio, esto es parte de la democracia.

El narcotráfico es un fenómeno que coopta o destruye las instituciones, que elimina las libertades democráticas y que somete a los ciudadanos a los poderes mafiosos. Donde el crimen organizado es fuerte no hay crítica ni libertad de expresión. Por lo tanto, cuando hay debate, cuando los ciudadanos y los líderes de opinión pueden criticar al gobierno, significa que el poder del Estado domina sobre cualquier poder mafioso. En México los poderes centrales no están afectados ni inhibidos por los cárteles, esto ocurre de forma parcial sólo en unos pocos estados.

En Colombia, cuando se estaban diseñando indicadores para medir el nivel de éxito de la estrategia de seguridad democrática en zonas que durante largo tiempo habían estado dominadas por diversidad de grupos armados, se concluyó que uno de los mejores indicadores de éxito de los planes de seguridad era aquel que medía las demandas y quejas de los ciudadanos, ya que esto comprobaba que se había derrotado al miedo y restablecido a los ciudadanos sus libertades democráticas. Es un error pensar que la existencia de un amplio y álgido debate sobre la seguridad y los métodos para enfrentar la violencia son, por sí mismos, una señal de gravedad y de deterioro, cuando en realidad lo grave sería el silencio.


4. “Los muertos y la violencia demuestran que se está perdiendo la guerra”

El narcotráfico es un enemigo bien armado, muy violento, sin barreras morales y con un gran poder corruptor. Creer que este problema se puede resolver sin confrontación y sin violencia es una gran ingenuidad. A este enemigo sólo es posible someterlo usando la fuerza del Estado y, cuando ello ocurre, se incrementa su resistencia y se agudizan sus propias guerras internas; con lo cual aumenta, inevitablemente, el número de personas que pierden la vida.

En toda guerra hay muertos y éstos son un indicador del estado de la guerra misma. Las guerras se ganan generando bajas al enemigo y se pierden cuando se tienen más bajas de lo que el entorno político social propio puede tolerar. Es comprensible que éste sea un tema difícil para ser explicado ante la opinión pública por los funcionarios del Estado, pero la realidad es que quien está teniendo más muertos, capturas y deterioro moral en sus filas es quien va perdiendo la guerra, y en el caso de México son los narcotraficantes.

La lucha contra el narcotráfico no puede leerse como una guerra “clásica” en la cual hay contendientes claramente definidos; los cárteles son un enemigo fragmentado, que genera una violencia anárquica; son múltiples grupos que combaten al mismo tiempo entre sí y contra el Estado. La mayor parte de las bajas de los delincuentes resultan del proceso de autodestrucción de los cárteles, que se profundiza cuando el Estado los confronta. En este tipo de guerra esto es un progreso, en Medellín los cárteles se autodestruyeron bajo el acoso del Estado, por razones que fueron desde disputas por territorios, control de rutas, hasta problemas personales. El proceso de autodestrucción atomiza a los cárteles y obliga a que su reclutamiento comience a descender hacia grupos de jóvenes marginales más inexpertos y ambiciosos, y con ello aumenta su violencia y se acelera su autodestrucción.

El problema es que, en la fase intermedia de la guerra, la presión política demanda una reducción de la violencia, y esto no ocurre hasta que se cumplen tres premisas: 1. Que el Estado tenga mayor dominio social y territorial que los cárteles en sus zonas de operación; 2. Que los delincuentes se hayan debilitado en su capacidad de reciclar sicarios; 3. Que esta debilidad los convierta en un problema marginal para el Estado. En el caso de México todavía falta tiempo para que se reduzca la violencia. Pero hay un proceso de autodestrucción que se está acelerando y esto es un indicador positivo. El general Naranjo, jefe de la Policía Nacional de Colombia dice que “cuando se sabe que el narcotráfico ha penetrado fuertemente en la sociedad, el principal problema no es la violencia, sino la no violencia” porque ello implica que los narcotraficantes controlan a la sociedad. La creencia de que por cada delincuente muerto surgen dos nuevos es ilógica, la codicia por el dinero no genera capacidad infinita para reciclar pistoleros, éstos también necesitan habilidades, experiencia y preparación que no se repone de un día para otro.


5. “Tres años es mucho tiempo, el plan ya fracasó”

Igual que con otras afirmaciones, la demanda por resultados rápidos se sustenta en factores emocionales y no en un análisis objetivo de la realidad. En el sentido más general podemos decir que el tiempo que se requiere para controlar el problema es directamente proporcional al tamaño y las raíces históricas del narcotráfico en México, y en ese orden es necesario tener como referentes a otros países que tienen problemas similares. El tamaño del problema del narcotráfico para México está determinado por su vecindad con Estados Unidos, el mayor consumidor de drogas del mundo, y por las consecuencias de esto en términos de demanda, flujos de dinero y armas. En cuanto a las raíces del fenómeno, el problema comenzó a gestarse, en algunos estados —particularmente en Sinaloa—, desde hace muchos años, pero la mayor expansión de los cárteles comenzó hace 15 años por el cierre de la ruta Caribe. En el caso de México los referentes para comparar tiempos podrían ser países como Colombia, Italia, Brasil y quizás algunos del norte de África.

Colombia sigue en guerra y a Medellín, su ciudad más violenta, le ha costado 16 años y 70 mil muertos comenzar a revertir una situación de deterioro que tuvo a la sociedad en vilo; Italia lleva muchas décadas de lucha contra las mafias sin que ésta haya llegado a su fin; Brasil, durante ocho años de gobierno de Lula, no pudo resolver, todavía, el problema de las pandillas, y en el norte de África el deterioro es ascendente y casi sin control. Teniendo en cuenta lo anterior podemos afirmar con propiedad que México, en tres años, ha obtenido progresos más rápidos con costos más bajos que todos estos países.

Los resultados de las operaciones en México en los últimos tres años constituyen récords mundiales. Se han destruido 227 laboratorios, decomisado 389 millones de dólares, 30 mil 500 armas de guerra, 24 mil 900 armas cortas, 409 aeronaves, 310 embarcaciones, 22 mil 900 vehículos y cinco mil toneladas de drogas que incluyen 90 mil kilogramos de cocaína, 4.8 millones de kilogramos de mariguana, cuatro mil 500 de metanfetaminas, 27 mil de efedrina y 18 mil de pseudoefedrina. Se han extraditado 286 narcotraficantes, la gran mayoría de ellos a Estados Unidos, y capturadas 89 mil 500 personas que incluyen siete líderes, 47 financieros, 60 lugartenientes, dos mil 61 sicarios y 600 funcionarios involucrados. El dinero es casi el monto del Plan Mérida; para cargar la droga se necesitarían varios trenes o 250 furgones; las armas son más que las de los ejércitos de El Salvador y Honduras juntos; las aeronaves equivalen al 50% de la flota de American Airlines; las embarcaciones son el doble de la armada de México y los vehículos superan a las flotas de policía y ejército de todo Centroamérica. Los primeros logros de un plan son los golpes a las estructuras delictivas, no la reducción de la violencia, sin lo primero no se puede alcanzar lo segundo.


6. “Los ataques que realizan los narcos prueban que son poderosos”

En todas las guerras el azar y la casualidad juegan un papel, a veces en contra y a veces a favor. En toda guerra se ganan y se pierden batallas, pero a la larga, lo que determina el resultado es quién tiene la iniciativa estratégica y quién está golpeando la moral, las fuerzas y los medios materiales de su contrario. En el caso de México todos estos factores están a favor del Estado, aunque de forma esporádica los cárteles sorprendan con acciones y golpes que generan temor y tienen un gran impacto mediático y político. Los ataques de los cárteles son reactivos, sin una lógica racional estratégica y producto de venganzas irracionales. La regla básica en toda guerra es que el acoso y la presión sobre un enemigo conducen a éste a la desesperación, al error e incluso al terrorismo. Los cárteles actúan de forma defensiva y no ofensiva, la política de éstos es cooptar policías, no matarlos. Cuando combaten directamente contra el Estado facilitan el trabajo, porque ayudan a cohesionar moralmente a los miembros de las fuerzas del Estado.

En el tipo de conflicto que enfrenta el Estado mexicano los cárteles son fuertes cuando controlan sin combatir y pueden pasar desapercibidos para la mayoría de la población. Por el contrario, cuando reaccionan y se vuelven visibles, su posibilidad de controlar y operar libremente se debilita y los enfrentamientos internos aumentan; esto no es una muestra de fortaleza sino de debilidad, a pesar de que la violencia salga a flote y genere incertidumbre social. Por ejemplo, cuando los cárteles empezaron a usar submarinos para transportar droga se hizo una lectura errada. La percepción simple fue que los narcotraficantes demostraban su enorme capacidad y poderío construyendo submarinos. Sin embargo, lo que no se dijo fue que la capacidad de introducir drogas abiertamente vía puertos y aeropuertos se estaba cerrando, y por ello recurrían a mecanismos más complejos y difíciles de operar que transportaban menos droga. En este sentido “más sofisticado” no implica, necesariamente, una mejoría, no importa cuán impresionante resultase la fabricación de submarinos, que en este caso, por cierto, fue bastante precaria.


7. “Primero hay que acabar con la corrupción y la pobreza”

En muchos análisis atender y reducir la corrupción y la pobreza son actividades que se consideran como premisas para resolver la inseguridad que genera el narcotráfico, y con ello se invalida el papel que juega la coerción. Este mito parte de un planteamiento cierto: el problema de la seguridad requiere planes integrales que atiendan todas las aristas del asunto, desde la utilización de la fuerza del Estado, hasta la atención de los temas sociales que intervienen en la seguridad. Sin embargo, en una condición de extrema emergencia como la que viven algunos estados de México, si se pone de antemano resolver la pobreza y la corrupción como precondiciones para tener un entorno seguro tendríamos que aceptar que la situación no tiene remedio alguno, ya que estaríamos poniendo la meta de resolver la pobreza como camino para mejorar la seguridad que en este momento es el problema más importante para los ciudadanos. En seguridad la dosis de prevención y represión en un plan depende de la situación. Establecer por definición que lo uno debe privar sobre lo otro es un error que parte de visiones ideológicas de la seguridad en la cual se dice que las derechas priorizan reprimir y las izquierdas prevenir. Cualquiera puede ser el prioritario, pero eso debe determinarlo la realidad, no una posición política.

No hay una relación territorial o social entre pobreza y narcotráfico. El narcotráfico es un delito de la codicia que recluta pobres, pero que depende de las ventajas geográficas que proporcionan rutas y territorios con posibilidades para la producción y el tráfico. Busca controlar puntos estratégicos de ventaja para su “negocio”. Las redes de narcomenudeo para distribución sí se ubican más claramente en la geografía de la pobreza urbana, pero el narcotráfico no necesariamente. Por ello el problema más grave está en la frontera norte. Además, no hay una relación directa entre pobreza e inseguridad. Nicaragua es el segundo país más pobre del continente y el tercero más seguro, igual podemos comparar a la India con Estados Unidos o analizar cómo el enorme gasto social de Venezuela va de la mano con el agravamiento de la inseguridad para los más pobres en ese país.

Por otra parte, la naturaleza de la corrupción política, y la que genera el narcotráfico son totalmente distintas, la primera puede abrir la puerta a la segunda, pero la corrupción política no supone el riesgo de violencia y muerte, que sí está presente con la corrupción vinculada al narcotráfico. La regla de “plata o plomo” que siempre termina en “plomo o plomo” parte de los tres principios de acción del narcotráfico: violencia, crimen y muerte. Un político corrupto quiere enriquecerse, pero no morirse. Es evidente que la cultura de la corrupción resulta útil a los narcotraficantes, pero no puede pensarse que la corrupción política y la dinámica de cooptación, control, violencia y muerte que imponen los delincuentes son la misma cosa, puesto que responden a lógicas completamente distintas. Es ingenuo pretender que para mejorar la seguridad en el corto plazo se necesita primero una reconstrucción ética que acabe completamente con los códigos de corrupción que se gestaron en América Latina durante un largo periodo.

El debate principal es ¿por dónde debemos comenzar en una emergencia? En ese sentido, no se puede entrar a una zona dominada por poderes mafiosos con planes de asistencia tipo “Madre Teresa” y tampoco es previsible incentivar la participación ciudadana en zonas donde el narcotráfico tiene atemorizada a la sociedad. En primera instancia se necesita la recuperación del control por parte de las fuerzas del Estado, es decir, romper el poder intimidatorio de los cárteles, es el centro de gravedad del problema y ello coloca a la coerción como la prioridad. En Medellín la guerra la ganó el Estado hace más de 10 años, y es hasta ahora que se observan los resultados exitosos de los planes integrales, con plena participación ciudadana y cambios culturales en los barrios donde un día gobernó Pablo Escobar.


8. “Detrás del narcotráfico hay poderosos políticos y empresarios”

Este mito está basado en las teorías conspirativas que no consideran el contexto ni la historia, sino información casi siempre fruto de la especulación. Este tipo de teorías alimenta telenovelas, películas y literatura para el entretenimiento, pero por repetición termina convirtiendo cualquier mentira en una verdad que se vuelve universal sin necesidad de comprobación. Hace algunos años una telenovela muy exitosa y muy bien realizada llamada Nada personal sugería que el capo principal en México era el presidente de la República. Muchos estadunidenses también adictos a estas teorías suponen que “todos los mexicanos son corruptos y sus autoridades son todos capos” y esto es lo que reproduce Hollywood. En contraparte, algunos mexicanos piensan “que el negocio de la droga se maneja desde Wall Street”. Estos argumentos son fáciles de creer y difundir aunque no tengan fundamento racional. El narcotráfico suele surgir de las actividades de contrabandistas de clase media baja con poca educación, que construyen sus organizaciones a partir de grupos familiares como forma de asegurarse lealtades (“la familia”), y reclutan socialmente hacia abajo. Sus organizaciones tienen la violencia y la muerte como forma de dirimir todo tipo de conflictos (personales, de mercado, familiares y territoriales), porque sus actividades no tienen marco legal y, por lo tanto, no pueden usar los tribunales y las leyes. Los castigos extremos y las muertes ejemplares son sus únicos instrumentos de “justicia”. Cuando se fortalecen financieramente se expanden socialmente y entonces comienzan a intimidar, someter o utilizar a funcionarios públicos y/o empresarios. Primero cooptan policías hasta que le quitan al Estado el poder coercitivo y luego van sobre el sistema judicial, la prensa, los poderes económicos y políticos.

En ese proceso terminan colocándose arriba de la pirámide social y siendo ellos el poder, pero teniendo la violencia y la muerte como medios de ejercerlo. Así ocurrió en Colombia, en Chicago en los años treinta, en Italia durante décadas, y así ha ocurrido en Michoacán, Sinaloa, Tamaulipas, etcétera. La naturaleza de un empresario o de un político es diferente e incompatible con la del mafioso. Que el segundo pueda someter a los primeros es factible, pero que los primeros puedan convertirse en los segundos no resulta sensato; aunque existan algunos casos aislados, esto no es la regla. Niveles de penetración como los que se han comprobado en Italia ocurrieron luego de muchas décadas de poder mafioso, pero en México el fenómeno delictivo es comparativamente joven.


9. “La única salida es negociar con los narcotraficantes”

Este mito está relacionado con la creencia de que la negociación fue el método empleado por anteriores gobiernos para mantener la paz, y entonces se concluye que la violencia estalló cuando el nuevo gobierno abandonó este método. Se argumenta que la violencia cesaría si se negocia con los delincuentes. Éste es un enfoque en extremo simplista para entender el pasado y para suponer una solución en el presente.

El narcotráfico no ha sido siempre un problema de seguridad nacional. Se transformó en una amenaza estratégica al fortalecerse financieramente a partir de la segunda mitad de los noventa. En el pasado los narcos eran un problema policial de segundo orden y para lidiar con ellos se requería una lógica operacional local y no una estrategia de Estado. Durante muchos años no fueron un tema central ni para México ni para nadie. Durante los setenta y ochenta la tolerancia al problema fue universal y hasta la CIA y Cuba lo instrumentaron y subvaloraron como amenaza. Lo que se conoce como “negociaciones” posiblemente sea parte de las leyendas que dejaron algunos jefes policiales o políticos locales cuando lidiaban, desde un Estado fuerte, con un problema menor.

Ahora estamos frente a una realidad distinta en la cual los cárteles buscan imponer su autoridad por encima del Estado con la ley de “plata o plomo”. El narcotráfico es ahora una amenaza estratégica. No se puede decir que algunos posibles arreglos que existieron en el pasado entre mandos policíacos y delincuentes sean equivalentes a una negociación del Estado con los narcotraficantes de hoy y, en segundo término, porque resulta imposible que la autoridad de cualquier país realice acuerdos con delincuentes que rigen su comportamiento por los principios de violencia, crimen y muerte.

Una negociación supondría que los cárteles son un enemigo coherente con control sobre sus estructuras y con reglas y límites, pero la realidad es que el narcotráfico es un enemigo fragmentado, sin control sobre su gente y sin reglas en el uso de la violencia. La idea de negociar con los cárteles es una fantasía. Colombia, por ejemplo, negoció con Pablo Escobar y otros cárteles, ofreciéndoles ventajas si se sometían a la justicia y el desenlace fue la ridiculización absoluta de la autoridad y las cárceles convertidas en centros de mando y operación de lujo con protección pagada por los ciudadanos para que Escobar siguiese sembrando violencia y muerte en el país.


10. “La estrategia debería dirigirse a la legalización de las drogas”

La legalización es un debate sobre cómo aminorar el problema, porque con las drogas no existe camino ideal. Se trata en realidad de escoger entre daños de salud pública o violencia. Su legalización no las vuelve socialmente deseables. Teniendo como punto de partida el principio del mal menor, la idea de legalizarlas es correcta y a futuro seguramente esto dejará de ser un mito. Lo que es un mito en la actualidad es pretender que esta estrategia pueda ser puesta en marcha con éxito por los países afectados por la violencia que genera la producción y el tráfico de drogas. La legalización de las drogas requiere un acuerdo simultáneo con los países consumidores. Sin la participación de Estados Unidos y Europa una estrategia de este tipo, aplicada en México o Colombia, por ejemplo, sería un suicidio para la seguridad de estos países. Esto es injusto, pero el problema no es de ética sino de realidad.

No se trata sólo de un conflicto político internacional entre la inseguridad de los países que producen y trafican versus la hipocresía de los países que consumen, sino que la distorsión generada sería altamente explosiva. La disposición de droga en México y Colombia es infinitamente superior a su demanda y la situación en Europa y Estados Unidos es inversa. Por lo tanto, legalizar la droga en los primeros sin que se haya hecho en los segundos supondría un fortalecimiento de estructuras criminales en Colombia y México, porque el negocio central seguiría siendo la exportación ilegal ante la enorme diferencia de precios. Legalizar equivaldría a dar plenas libertades a grupos criminales en países con grandes debilidades institucionales. Si en la condición actual existen pequeños Estados en Latinoamérica y África en riesgo de caer en manos de mafias, esto se agravaría y se multiplicaría con una legalización unilateral.

Aunque resulte duro decirlo, la realidad es que Estados Unidos y Europa continúan jugando la carta de la tolerancia al consumo porque los niveles de violencia de los delincuentes dedicados a distribuir drogas en sus calles no se ha convertido todavía en una amenaza estratégica. Pero esa violencia está creciendo, Estados Unidos ha encarcelado a más de dos millones de personas por delitos vinculados con las drogas y tiene un millón de pandilleros, gran parte de los cuales se dedican a la venta de drogas. Quizás cuando esa violencia se vuelva intolerable para Europa y Estados Unidos, la idea de la legalización de las drogas comience a discutirse en serio como estrategia multilateral. Por el momento hay que mantener estrategias de control de daños en nuestros países y denunciar el daño que nos provocan los países consumidores. El tema de la legalización está avanzando con la mariguana, pero aún es un tema difícil como acuerdo entre gobiernos.


11. “La participación del ejército es negativa y debe retirarse”

El mito sobre la negatividad de la participación del ejército parte de supuestos como: que la seguridad interna no es su tarea; que no está preparado para esas labores; que se pone en riesgo su imagen; que termina violando los derechos humanos; que es peligroso darles poder a los militares, y otras ideas similares. Todos estos y otros argumentos están fundamentados en riesgos potenciales, dudas y desconfianzas que en algunos casos son ideas predominantemente subjetivas. Ninguno toma en cuenta los problemas objetivos que han obligado a usar al ejército: la dimensión de la amenaza que implican los cárteles; el poder de fuego, número de sicarios y nivel de organización de las estructuras delictivas; la crisis moral y los problemas de cooptación de las policías estatales y municipales en las zonas conflictivas; la limitada cantidad de personal de que dispone la Policía Federal; el carácter transnacional del problema del narcotráfico y, finalmente, el arraigo, la fuerza social y el dominio territorial que tiene el crimen organizado en algunos lugares de México. No es lo mismo enfrentar este problema con 30 mil hombres que con más de 200 mil.

El narcotráfico plantea un reto que supera el orden policial, constituye una amenaza a la soberanía del Estado que tiene además características transnacionales. Si el ejército se retira los narcotraficantes recuperarían terreno muy rápidamente, la amenaza cobraría dimensiones superiores, la violencia se dispararía y podría alcanzar a la ciudad de México. Paradójicamente, como ya se mencionó arriba, otro tipo de críticas hablan del riesgo de llegar a un “Estado fallido”, pero el mito sobre la retirada del ejército se ubica en el otro extremo, porque supone que el problema no es tan grave y bien podrían resolverlo las policías municipales y estatales. Es difícil imaginar que México pueda, en las décadas venideras, enfrentar otra guerra peor que los narcotraficantes. La solución estratégica es la reconstrucción, reforma y fortalecimiento de las policías, pero mientras eso avanza es indispensable usar al ejército.

En toda Latinoamérica los ejércitos pueden ser indispensables para responder al tipo de amenaza que plantea el crimen organizado, y los derechos humanos en la actualidad por encima de requerimientos éticos, se han vuelto parte fundamental de la eficacia operacional tanto para policías como para militares. Las guerras modernas están sometidas, inevitablemente, a una severa fiscalización mediática, política y judicial. El Estado sólo puede preservar la legitimidad en el uso de la fuerza si es capaz de usar el poder coercitivo en esas condiciones. Es decir que esto es ahora una condición universal permanente para emplear la fuerza y no debe ser un obstáculo para no emplearla. Para recuperar seguridad Colombia multiplicó la fuerza de su ejército. Por contraste, Guatemala está cayendo en manos del crimen organizado porque no puede reconstruir al suyo.


12. “Lo más efectivo y rápido para combatir al crimen es la justicia por cuenta propia”

Entre los cárteles no hay reglas y sus diferencias son resueltas mediante la “muerte ejemplar”. El Estado, por su parte, busca procurar justicia, no asesinar, y debe conservar la ventaja moral y social frente a los delincuentes. El inicio de una violencia paramilitar, basada en el mismo principio de la “muerte ejemplar”, convierte al Estado en otro actor violento y sin reglas que terminaría siendo identificado como tal por el crimen organizado, con lo cual se aceleraría, se agravaría y se multiplicaría la violencia. La idea de que asesinar delincuentes representa una vía más rápida para recuperar seguridad es falsa. El crimen organizado constituye un cuerpo social numeroso; no son individuos, sino grupos con cierto apoyo. Una confrontación letal puede terminar dividiendo más a las comunidades, con lo cual la duración del problema se alargaría en vez de acortarse.

Por otro lado, una confrontación de este tipo puede redireccionar gran parte de la acción violenta de los narcotraficantes hacia instituciones, funcionarios públicos y sus familias, con lo cual la violencia del crimen organizado dejaría de ser fundamentalmente autodestructiva. La tarea del Estado es restablecer la autoridad y asegurarse el monopolio de la violencia. La organización de grupos paramilitares constituye una delegación de autoridad a grupos privados que debilita la autoridad del Estado. La experiencia internacional demuestra que el paramilitarismo es un grave error. Los casos de Colombia y Guatemala son muy claros, en el primero se agravó el conflicto y en el segundo el Estado ha sido casi derrotado.

Joaquín Villalobos. Ex miembro del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional. Consultor para la resolución de conflictos internacionales.

Insertado desde http://www.nexos.com.mx/?P=leerarticulo&Article=72941

sábado, 28 de agosto de 2010

Gobierno Mundial (1° parte)

Gobierno Mundial (Primera parte)

17 Agosto 2010
En la reciente Reflexión de hace dos días, el 15 de agosto, escribí al comentar un artículo del periodista cubano Randy Alonso, que dirige el programa "Mesa Redonda" de la televisión nacional, acerca de una reunión sostenida en el hotel Dolce de Barcelona sobre lo que él llama Gobierno Mundial:  "…articulistas honestos estaban siguiendo igual que él las noticias que lograron filtrarse del extraño encuentro. Alguien mucho más informado que ellos estaba siguiendo la pista de esos eventos desde hacía muchos años."
Me refería al escritor Daniel Estulin; 475 páginas de 20 líneas me esperaban para una revisión de la fantástica historia narrada por el mencionado autor, si alguno de los participantes en esa reunión fuese capaz de negar su presencia allí, o su participación en lo que relata su libro.
Lo más que cabe en esta Reflexión, que dividiré en dos partes para que no resulte demasiado extensa, es incluir un número de párrafos que seleccioné para dar una idea del fabuloso libro titulado: "Los secretos del Club Bilderberg". En ese libro Estulin hace trizas a los grandes gurúes:
Henry Kissinger, George Osborne,  los directivos de Goldman Sachs, Robert Zoellic, Dominique Strauss-Kahn, Pascal Lamy, Jean Claude Trichet, Ana Patricia Botín, los presidentes de la Coca Cola, France Telecom, Telefónica de España, Suez, Siemens, Shell, British Petroleum, y otros similares políticos y magnates de las finanzas.
Estulin comienza por las raíces:
"'Durante dos domingos seguidos, algo sin precedentes, en el programa de Ed Sullivan -nos cuenta Donald Phau en The Satanic Roots of Rock-, más de setenta y cinco millones de norteamericanos vieron cómo los Beatles agitaban la cabeza y movían el esqueleto en un ritual que pronto iba a ser copiado por cientos de futuros grupos de rock'."
"El hombre encargado de que a los estadounidenses les 'gustaran' los Beatles fue el mismo Walter Lippmann. Los Beatles, el grupo más parodiado y versionado de la historia de la música, fueron puestos ante el público norteamericano para que fueran descubiertos."
"Entra Theo Adorno", se titula uno de los epígrafes iniciales.
"La responsabilidad de elaborar una teoría social del rock and roll recayó en el sociólogo, musicólogo y compositor alemán Theodor Adorno, 'uno de los principales filósofos de la Escuela de Frankfurt de Investigación Social…' Adorno fue enviado a Estados Unidos en 1939 para dirigir el Proyecto de Investigación de la Radio de Princetown, un esfuerzo conjunto del Tavistock y de la Escuela de Frankfurt con el objetivo de controlar a las masas, financiado por la Fundación Rockefeller y fundado por uno de los hombres de confianza de David Rockefeller, Hadley Cantril…"
"De hecho, los nazis habían utilizado intensivamente la propaganda radiofónica como instrumento de lavado de cerebro y la habían convertido en un elemento integral del Estado fascista. Este hecho fue observado y estudiado por las redes del Tavistock y utilizado extensivamente en sus propios experimentos. El objetivo de este proyecto, como se explica en la Introducción a la sociología de la música del propio Adorno, era «programar una cultura 'musical' de masas como una forma de control social masivo…"
"'Las cadenas de radio se convirtieron en unas máquinas que reciclaban durante veinticuatro horas al día los cuarenta mayores éxitos'."
"Los Beatles llegaron a Estados Unidos en febrero de 1964, cuando el movimiento a favor de los derechos civiles estaba en su apogeo. El país se encontraba sumido en un profundo trauma nacional y se reponía del brutal asesinato del presidente John F. Kennedy [...] en las calles de la capital el movimiento por los derechos civiles, dirigido por el doctor Martin Luther King, convocaba a una manifestación a la que asistieron más de medio millón de personas."
"Entre 1964 y 1966, la llamada invasión británica fue la eclosión de una serie de cantantes y grupos de rock de Gran Bretaña que se hicieron populares en Estados Unidos y pusieron cerco a la cultura norteamericana. [...] hacia finales de 1964 se demostró que esta 'invasión inglesa' había sido bien planificada y coordinada.
"'Estos grupos recién creados y su estilo de vida [...] se convirtieron en un nuevo 'tipo' (jerga del Tavistock) muy visible', y no pasó mucho tiempo antes de que nuevos estilos (modas en ropa, peinado y uso del lenguaje) arrastraran a millones de jóvenes norteamericanos al nuevo culto. La juventud de Estados Unidos sufrió una revolución radical sin siquiera ser consciente de ello [...] reaccionando de forma equivocada contra las manifestaciones de esa crisis, que eran las drogas de todo tipo, primero marihuana y luego ácido lisérgico (LSD), una poderosa droga que alteraba el estado de conciencia.' [...] en el cuartel general del MI6 en Londres y en la base de la CIA en Langley, Virginia, puede darse por sentado que la Inteligencia británica y su filial, la Oficina de Servicios Estratégicos norteamericana, estuvieron directamente implicadas en una investigación secreta para controlar la conducta humana. Allen Dulles, el director de la CIA en el momento en que la agencia empezó, MK-Ultra, era el jefe de la OSS en Berna, Suiza, durante la primera época de la investigación de Sandoz."
"…en Estados Unidos y Europa, se utilizaron los grandes conciertos de rock al aire libre para frenar el creciente descontento de la población."
"La ofensiva emprendida por Bilderberg-Tavistock llevó a toda una generación al camino de ladrillos amarillos del LSD y la marihuana…"
"Entra Aldous Huxley"
"El sumo sacerdote de la guerra del opio inglesa fue Aldous Huxley, el nieto de Thomas H. Huxley, fundador del grupo de la Mesa Redonda de Rodas y, también, famoso y elocuente biólogo que ayudó a Charles Darwin a desarrollar la teoría de la evolución."
"Toynbee, educado en Oxford [...] trabajó como delegado británico en la Conferencia de Paz de París en 1919′…"
"'Su tutor en Oxford fue H. G. Wells, director de la Inteligencia británica durante la Primera Guerra Mundial y padre espiritual de la Conspiración de Acuario. Aldous Huxley fue uno de los iniciados de los Hijos del Sol, un culto dionisiaco en que participaban los hijos de la élite de la Mesa Redonda británica.' Su novela más famosa, Un mundo feliz, es un borrador (encargado por varios consejos mundiales) para un auténtico mundo socialista futuro bajo un gobierno único o, como su mentor fabiano, H. G. Wells, dijo y usó como título de una de sus populares novelas, un borrador para El Nuevo Orden Mundial…"
"En Un mundo feliz, Huxley se centró en el método científico para mantener a todas las poblaciones fuera de la élite minoritaria en un estado casi permanente de sumisión y enamoradas de sus cadenas. Las herramientas principales para lograrlo fueron unas vacunas que alteraban las funciones del cerebro y medicamentos que el Estado obligaba a la población a consumir. En opinión de Wells, esto no era una conspiración, sino más bien 'un cerebro mundial trabajando como policía de la mente'."
"En 1937, Huxley se trasladó a California, donde trabajó como guionista para MGM, Warner Brothers y Walt Disney gracias a uno de sus contactos en Los Ángeles: Jacob Zeitlin." [...] 'Bugsy Siegel, el jefe de la organización Lansky de la mafia para la Costa Oeste, tenía estrechos vínculos con Warner Brothers y MGM'."
"De hecho, la industria del espectáculo -producción, distribución, marketing y publicidad- está bajo el control de una mafia que surge de la unión del crimen organizado y estafadores de alto nivel de Wall Street, que en última instancia están controlados por el todopoderoso Bilderberg. La industria del espectáculo está diseñada igual que cualquier otra 'línea de negocio' del Bilderberg y sus secuaces."
"El trabajo de Huxley
"En 1954, Huxley publicó un influyente estudio de la expansión de la conciencia mediante el uso de mescalina titulado Las puertas de la percepción (1954), el primer manifiesto de la cultura de las drogas psicodélicas."
"En 1958 reunió una serie de ensayos que había escrito para Newsday y los publicó bajo el título de Nueva visita a un mundo feliz, en los que describía una sociedad en la que 'el primer objetivo de los gobernantes es evitar a toda costa que sus gobernados creen problemas'."
"Predijo que las democracias cambiarían su esencia: las viejas y extrañas tradiciones -elecciones, parlamentos, tribunales supremos- permanecerán, pero el substrato que habrá debajo será el del totalitarismo no violento. [...] Mientras tanto, la oligarquía dirigente y su bien entrenada élite de soldados, policías, fabricantes de pensamiento y manipuladores de mentes dirigirán tranquilamente el mundo como les plazca. En efecto, esta descripción de Huxley se ajusta perfectamente a la situación actual."
"En septiembre de 1960 se nombró a Huxley profesor invitado del Centennial Carnegie en el Massachusetts Institute of Technology (MIT) de Boston. Estuvo allí sólo un semestre, tras el cual fue despedido. 'Mientras estaba en esa ciudad, Huxley creó un círculo en Harvard…'."
"El tema público de ese círculo o seminario de Harvard fue la religión y su significado en el mundo moderno. [...] Michael Minnicino, en un artículo publicado en la revista The Campaigner en abril de 1974 [...] afirma: 'Huxley estableció contacto durante su período en Harvard con el presidente de Sandoz, que a su vez trabajaba en un encargo de la CIA para producir grandes cantidades de LSD y psilocibina (otra droga sintética alucinógena) para MK-Ultra, el experimento oficial de la CIA en la guerra química', un experimento que usó a humanos como conejillos de Indias para sus a menudo letales experimentos que, en muchas ocasiones, implicaba el uso de LSD. [...] Además, la Universidad McGill, en Montreal, Canadá, una institución de educación superior vinculada al Bilderberg, realizó también experimentos en la década de 1960 dentro del programa MK-Ultra bajo los auspicios de un fascista degenerado del Tavistock, John Rees, utilizando como sujetos a niños de orfanatos locales, a los que torturaban y luego suministraban diversas dosis de LSD. [...] Según documentos recientemente desclasificados por la CIA (gracias a la Ley de Libertad de Información), Allen Dulles (en aquellos tiempos director de la CIA) compró más de cien millones de dosis de LSD, 'muchas de las cuales acabaron en las calles de Estados Unidos a finales de la década de 1960′, según afirma Minnicino en el artículo citado anteriormente."
"'…Miles de estudiantes universitarios sirvieron como conejillos de Indias. Ellos [los estudiantes] enseguida empezaron a sintetizar sus propios 'ácidos"."
"'…la inmensa mayoría de los que se manifestaban contra la guerra fueron a Studentes for a Democratic Society a causa de la sensación de ultraje provocado por la situación en Vietnam. Pero una vez atrapados en la atmósfera creada por los expertos en guerra psicológica del Instituto Tavistock, e inundados con el mensaje de que el hedonismo y la defensa del país era una alternativa legítima a la guerra 'inmoral', su escala de valores y su potencial creativo se desvanecieron en una nube de humo de hachís', escribe el autor en la monografía citada anteriormente."
"Creando la contracultura"
"La 'guerra' cultural abierta, aunque no declarada, contra la juventud norteamericana empezó de verdad en 1967, cuando el Bilderberg, para conseguir sus objetivos, comenzó a organizar conciertos al aire libre. Mediante esta arma secreta, lograron atraer a más de cuatro millones de jóvenes a los llamados 'festivales'. Sin saberlo, los jóvenes se convirtieron en víctimas de un experimento perfectamente planificado con drogas a gran escala. Las drogas alucinógenas [...] cuyo consumo propugnaban los Beatles [...] se distribuían gratuita y libremente en estos conciertos. No pasaría mucho tiempo antes de que más de cincuenta millones de los que asistieron (entonces de entre 10 y 25 años de edad) regresaran a casa convertidos en mensajeros y promotores de la nueva cultura de las drogas o de lo que acabó conociéndose como la 'New Age'."
"El mayor concierto de todos los tiempos, el 'Woodstock Music and Art Fair' al aire libre, fue calificado por la revista Time como un 'Festival de Acuario' y como 'el espectáculo más grande en la historia'. Woodstock se convirtió en parte del léxico cultural de toda una generación."
"'En Woodstock -escribe el periodista Donald Phau-, casi medio millón de jóvenes se reunieron para que les drogaran y les lavaran el cerebro en una granja. Las víctimas estaban aisladas, rodeadas de inmundicia, hasta los topes de drogas psicodélicas y se las mantuvo despiertas durante tres días consecutivos, todo con la plena complicidad del FBI y de altos cargos del gobierno. La seguridad del concierto la aportó una comuna hippie entrenada en la distribución masiva de LSD. De nuevo serían las redes de la Inteligencia militar británica las que lo iniciarían todo', con la ayuda de la CIA a través de su ex director William Casey y de sus contactos con Sefton Delmer del MI6, cuyo contacto Bruce Lockhardt fue el controlador del MI6 de Lenin y Trotsky durante la revolución bolchevique."
"Tendría que pasar todavía otra década antes de que la contracultura se integrara en el léxico norteamericano. Pero las semillas de lo que era un proyecto titánico y secreto para darle la vuelta a los valores de Estados Unidos se sembraron entonces. Sexo, drogas y rock and roll, grandes manifestaciones en toda la nación, hippies, drogadictos que abandonaban los estudios, la presidencia de Nixon y la guerra de Vietnam estaban desgarrando la misma fibra de la sociedad norteamericana. Lo viejo y lo nuevo chocaban de frente sin que nadie fuera consciente de que ese conflicto formaba parte de un plan social secreto, diseñado por algunas de las personas más brillantes y diabólicas del mundo…"
"La Conspiración Acuario
"'En la primavera de 1980 -escribe Lyndon LaRouche en DOPE INC.- se hizo famoso un libro titulado The Aquarian Conspiracy (vendió más de un millón de ejemplares y se tradujo a diez lenguas), que se convirtió de la noche a la mañana en un manifiesto de la contracultura.' [...] The Aquarian Conspiracy afirmaba que había llegado la hora de que los quince millones de estadounidenses que tomaron parte en la contracultura se unieran para provocar un cambio radical en Estados Unidos. De hecho, este libro fue la primera publicación orientada al gran público que apostaba por el concepto del trabajo en equipo, un concepto que se tenía por lo más virtuoso y rápidamente impulsado por los «gurus» del management."
"La autora Marilyn Ferguson afirma: 'Mientras esbozaba un libro aún sin título sobre las nuevas alternativas sociales emergentes, pensé sobre la particular forma de este movimiento, sobre su atípico liderazgo, sobre la paciente intensidad de sus seguidores, sobre sus improbables éxitos…'."
"En una conferencia de 1961, Aldous Huxley describió este estado policial como 'la revolución final': una 'dictadura sin lágrimas' en la que la gente 'ama sus cadenas'."
"Zbigniew Brzezinski, asesor de Seguridad Nacional del presidente Carter, fundador del Comité Trilateral y miembro de Bilderberg y del CFR, expresa idénticas ideas en su apasionante obra Between Two Ages: America's Role in the Technotronic Era, escrita bajo los auspicios del Instituto de Investigación sobre el Comunismo de la Universidad de Columbia y publicado por Viking Press en 1970.
"Sin utilizar la represión violenta, diseñaron un complejo conjunto de acciones para conseguir un 'ciudadano pacífico' para el Nuevo Orden Mundial. [...] También apoyaron nuevos conceptos como 'Inteligencia Emocional', que es la capacidad de quererse uno mismo y de relacionarse adecuadamente con los demás. [...] Una tercera vía para convertir a este 'ciudadano industrial' en un 'ciudadano pacífico' es una gran campaña de marketing para desplegar un inmenso reconocimiento social a los colaboradores con las ONG, como expliqué en mi primer libro La verdadera historia del Club Bilderberg."
Según Harmon:
"'Una vez ablandado, [Estados Unidos] ya estaba maduro para la introducción de drogas (especialmente la cocaína, el crack y la heroína) y el inicio de una época que iba a rivalizar con la prohibición y con las enormes sumas de dinero que comenzarían a amasarse'."
"Vale la pena mencionar que extensos fragmentos de las tres mil páginas de 'recomendaciones' dadas al recién elegido Ronald Reagan en enero de 1981 por el CFR se basaron en material tomado del informe 'Las cambiantes imágenes del hombre', de Willis Harmon.
"Con luna llena, el 8 de diciembre de 1980, John Lennon fue asesinado por un hombre llamado Mark Chapman. Es poco probable que algún día lleguemos a saber si Mark Chapman fue víctima de una psicosis modelo inducida artificialmente, un asesino al estilo del 'candidato manchú' enviado por el Tavistock, la CIA y el MI6 para silenciar a un Lennon que se demostraba cada vez más difícil de controlar."
"CAPITULO 2
"La máquina de lavado de cerebro perfecta: la MTV"
"Entra MTV, la televisión de la música
"La MTV, un canal de mercado para música popular de rock y vídeos musicales, inventada y dirigida por Robert Pittman para el público adolescente y joven, se fundó el 1 de agosto de 1981. Hoy forma parte del imperio Viacom (conocido como CBS Corporation, cuyo presidente y director general, Sumner Redstone, es miembro pleno del CFR y cuyo grupo mediático forma parte del Club Bilderberg). Para llegar a los jóvenes sin que la sociedad se diera cuenta del engaño, se hizo necesario 'disponer de una contrainstitución que predicara valores contrarios a los valores dominantes en la sociedad'. Eso es precisamente lo que hace MTV. 'Pero para que tal esfuerzo tenga éxito -dice L. Wolfe-, se debe neutralizar la influencia positiva de los padres y de la escuela o, al menos, debilitar su influencia.'"
"'El modelo para esto [la MTV] fueron los espectáculos teatrales ofrecidos por el prenazi Richard Wagner, en los que se llevaba al público a una especie de éxtasis que luego fue usado conscientemente por los nazis al crear sus propias celebraciones simbólicas, como las reuniones en Nuremberg.' Los especialistas del lavado de cerebros que crearon la MTV eran muy conscientes de su efecto. En un libro sobre la cadena, Rocking Around the Clock, E. Ann Kaplan afirma que la MTV 'hipnotiza más que cualquier otra [televisión] porque consiste en una serie de textos cortos que nos mantienen en un estado constante de emoción y expectación… Nos quedamos atrapados en la constante esperanza de que el siguiente vídeo nos satisfará por fin. Seducidos por la promesa de la plenitud inmediata seguimos consumiendo infinitamente esos textos cortos'."
"Durante los cuatro minutos que dura aproximadamente un vídeo musical (los científicos del Tavistock determinaron que cuatro minutos era lo máximo a lo que un sujeto involuntario era susceptible de recibir los mensajes contenidos en los propios programas), 'una realidad artificial en la forma de 'contrapuntos' se inserta en la conciencia, sustituyendo a la realidad cognitiva…'."
"'Si la gente pensara sobre este proceso -escribe Walter Lippmann-, puede que [éste] se acabase', pero, concluye, 'la masa de iletrados, de débiles mentales, de profundamente neuróticos, desnutridos y frustrados individuos es tan considerable, que hay motivos para creer mucho más de lo que generalmente creemos. Así pues, [el proceso] se pone al alcance de personas que mentalmente son niños o bárbaros y cuyas vidas son un completo lío, eligen contenidos simples con un gran atractivo popular…'. [...] En Crystallizing Public Opinion, Edward Bernays afirmó que «el ciudadano medio es el censor más eficaz del mundo. Su propia mente es la mayor barrera que lo separa de los hechos."
"El espectador que sufre el lavado de cerebro sólo tiene la ilusión de que conserva la capacidad de elegir, al igual que un drogadicto cree que controla su adicción en lugar de que ésta le controla a él. 'La MTV -dice Ann Kaplan- está diseñada gracias a un conocimiento cada vez mayor de los métodos de manipulación psicológica.' [...] La media de consumo televisivo diario había subido constantemente desde la aparición de la televisión, de modo que, a mediados de la década de 1970, era la actividad diaria a la que más tiempo se dedicaba después del sueño y el trabajo, con casi seis horas diarias. Desde entonces, con la aparición del aparato de vídeo, de las videoconsolas, ha aumentado mucho más. Los niños en edad escolar pasaban casi tanto tiempo viendo la televisión como durmiendo."
"'En la terminología del lavado de cerebro freudiano -expresa Emery- el espectador de un vídeo musical se halla en un estado inducido muy similar al sueño. Le ayuda, o le induce a entrar en ese estado, la aparición repetitiva de colores e imágenes brillantes que abruman la vista, al tiempo que el ritmo pulsátil y vibrante del rock, tiene un efecto similar en el oído.' No sólo estamos en una época de televisión, sino también en una época condicionada por la televisión -y es una época de intranquilidad, de descontento, de frustración, dirigida a ninguna parte o a muchas partes a la vez-, como es lógico en un entorno en el que [la televisión] es omnipresente."
"Las siniestras camarillas y los cabilderos del Bilderberg, las esferas clandestinas de influencia y manipulación consciente e inteligente de los hábitos organizados es la más reciente expresión de una campaña de manipulación más profunda para instituir un gobierno mundial sin límites, que no responda ante nadie más que ante él mismo."
"…los principales éxitos vendidos a voluntad a una población desmoralizada en favor del fundamentalismo fanático de un grupo de hombres que no responden ante nadie y que buscan el poder absoluto al precio de la dignidad del hombre moderno, denigrado, humillado y despreciado por los poderes combinados del aparato de manipulación y el lavado de cerebro de Bilderberg-CFR-Tavistock con su equipo de científicos, psicólogos, sociólogos y científicos de la nueva ciencia (New Age, misticismo, etcétera), antropólogos y fascistas decididos a recrear un nuevo Imperio romano.
"Primero empezaron Edward Berneys y Walter Lippmann. Luego, Gallup y Yankelovich. Más tarde, Rees y Adorno, Aldous Huxley y H. G. Wells, Emery y Trist, seguidos por la cultura de las drogas y la Conspiración de Acuario, un supuesto ideal 'humanista' a favor de la vieja cultura, salpicado con una pizca de libertad humana en lugar de lo que realmente es: una inteligente manera de degradar a las personas hasta convertirlas en meros animales de granja, negándoles la originalidad de la conciencia humana, que se entienden al instante en todas partes sin necesidad de traducción."
"La Nueva Edad será una nueva Edad Oscura. Significará la muerte prematura de poco más de la mitad de la población y el olvido deliberado de los mayores logros de la humanidad. Ésta es la ideología totalitaria que propugna el Nuevo Orden Mundial, decidido a gobernar el mundo aunque sea por encima de nuestros cadáveres. [...] ¿Por qué vale la pena defender nuestra civilización? ¿Por qué es un régimen basado en la libertad mejor que las tiranías que hoy oprimen buena parte del planeta? Para algunos, las respuestas a estas preguntas son evidentes, pero para muchos no."
"CAPITULO 3
"Cómo y por qué el Bilderberg organizó la guerra en Kosovo
"Esta vez le tocaba el turno a los Balcanes. El 'plan maestro' se concibió durante la reunión que en 1996 mantuvieron los miembros del Club Bilderberg en King City, un pequeño enclave de lujo ubicado a unos 20 kilómetros de la ciudad canadiense de Toronto. [...] las guerras de los miembros del Bilderberg en Kosovo y en los Balcanes tuvieron un motivo concreto: drogas, petróleo, riqueza mineral y el avance de la causa del 'gobierno global'."
"Estados Unidos y Alemania comenzaron a apoyar a las fuerzas secesionistas en Yugoslavia después de la caída del comunismo en la antigua Unión Soviética, cuando la Federación Yugoslava rechazó ser incorporada a la órbita occidental. John Pilger, un laureado periodista australiano que se dedica a investigar los conflictos bélicos, escribió en The New Statesman: 'Milosevic era un bruto; también era un banquero que una vez fue considerado como un aliado de Occidente preparado para poner en práctica 'reformas económicas' de acuerdo con las exigencias del FMI, el Banco Mundial y la Unión Europea; para desgracia suya, se negó a ceder soberanía. El Imperio no esperaba menos.' Según el artículo de Neil Clark, un periodista que se especializa en asuntos de Oriente Medio y de los Balcanes, 'en aquel momento, más de 700.000 empresas yugoslavas permanecían bajo propiedad social, y la mayoría aún era controlada por comités mixtos de directivos y trabajadores, con sólo un  5 % de capital en manos privadas'."
"Sara Flounders, una activista y periodista afín al Partido Mundial de los Trabajadores, un movimiento pacifista internacional, escribió en un artículo: '…las condiciones de crédito del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial requieren la desintegración de todas las industrias públicas. Éste es el caso del petróleo y del gas natural en el Cáucaso y el mar Caspio, así como de las minas de diamantes de Siberia. Quien posea o tenga un interés dominante [...] será quien quiera que gane la lucha armada que se desarrolla en Kosovo. La dominación de la OTAN sobre el terreno pondrá a las empresas estadounidenses en la mejor posición de cara a la propiedad de esos recursos'."
"Los miembros del Bilderberg, al principio, pretendían 'inflamar' a los serbios persiguiendo a los criminales de guerra que ellos albergaban, llevándolos a juicio ante un nuevo Tribunal Internacional. Los serbios, orgullosos y experimentados, esquivaron esta provocación persuadiendo a los sospechosos de nivel más bajo en el escalafón a que se entregaran voluntariamente. Sin embargo, eso no era suficiente. Para enfurecer a los serbios, el Tribunal de La Haya, controlado por Estados Unidos, recurrió a los secuestros ilegales para incitar a la guerra."
"Esto también explicaría por qué Richard Holbrooke, embajador estadounidense ante Naciones Unidas entre 1999 y 2001, miembro del Bilderberg y del CFR y seis veces candidato al Premio Nóbel de la Paz, insertó una cláusula sobre Kosovo en el acuerdo final. ¿Qué tiene que ver Kosovo con Bosnia? Nada. Pero la idea de Holbrooke era convertir a Bosnia en un ensayo de la futura expansión del Bilderberg en los Balcanes."
"En busca de una excusa: William Walker entra en escena"
"…según explica John Laughland en su artículo 'La técnica de un golpe de Estado', era William Walker, miembro del CFR y 'ex embajador en El Salvador, cuyo gobierno, apoyado por Estados Unidos, estableció escuadrones de la muerte'. En 1985, Walker era ayudante del subsecretario de Estado para América Central y un operador clave en los intentos de la Casa Blanca de Reagan para derrocar al gobierno nicaragüense. El teniente coronel Oliver North, asignado al personal del Consejo Nacional de Seguridad a comienzos de 1981 y despedido el 25 de noviembre de 1986, era el funcionario de la Administración Reagan con mayor implicancia en la ayuda secreta a los contras gracias a los beneficios de la venta de armas a Irán."
"Según el expediente judicial, Walker fue el responsable de establecer una falsa operación humanitaria en una base aérea en Ilopango, El Salvador, que se usaba en secreto para proporcionar armas, cocaína, municiones y provisiones a los mercenarios contras que atacaban Nicaragua."
"Walker, que había entregado armas a los contras en Nicaragua y ahora se había transformado en observador de paz, declaró con bombos y platillos ante la prensa mundial que la policía serbia era la culpable de 'la más horrenda' matanza que él había visto. Los serbios, que hasta entonces habían evitado hábilmente las provocaciones de la OTAN y del Bilderberg, habían caído. La supuesta 'masacre' provocó un pretexto para la intervención. El 30 de enero, el Consejo de la OTAN autorizó el bombardeo. Y el Bilderberg ordenó a su secretario general, Javier Solana, que 'usara la fuerza armada para obligar a los delegados serbios y de etnia albanesa en las negociaciones de 'paz' en Francia a hablar de un marco para la 'autonomía' de Kosovo'."
"Un artículo del 4 de agosto de The Washington Post citaba a 'un alto funcionario del Departamento de Defensa estadounidense que indicó sólo una cosa que podría provocar un cambio de política: 'Pienso que si se alcanzaran ciertos niveles de atrocidad que resultaran intolerables, probablemente eso sería un detonante"."
"Como referencia histórica útil, hay que recordar que los serbios fueron víctimas del peor acto de limpieza étnica, como los 200.000 o más serbios a los que se eliminó de la región de Krajina en Croacia durante la 'Operación Tormenta' apoyada por Estados Unidos en 1995 o los 100.000 o más serbios que fueron eliminados de Kosovo por el ELK al final del bombardeo de la OTAN. No hace falta decir que el Tribunal de La Haya, el mecanismo de justicia del Nuevo Orden Mundial, no ha hecho nada para llevar a los autores de esa atrocidad ante la justicia."
"'Debían de saberlo, porque de otro modo ¿qué induciría a la Corona a mantener un ejército en esa región donde no había nada de valor excepto el lucrativo comercio de opio? Era muy caro mantener hombres armados en un país tan lejano. Su majestad debía haber preguntado por qué estaban esas unidades militares allí', se pregunta el doctor John Coleman en Conspirator's Hierarchy: The Story of the Committee of 300."
Bajo el epígrafe:
"Historia de la implicación de Estados Unidos en el tráfico de narcóticos
"A diferencia de lo que los libros de historia nos han contado durante años, el nefasto narcotráfico no es territorio exclusivo del estamento criminal, a menos que por estamento criminal entendamos a algunas de las familias más importantes de la historia de Estados Unidos, conocidas como el establishment liberal del Este, cuyos miembros dirigen ese país desde la oligarquía a través de un sistema de gobierno paralelo conocido como Club Bilderberg…"
"Kosovo y la heroína
"Dos periodistas, Roger Boyes y Eske Wright, en un artículo publicado el 24 de marzo de 1999 en el periódico The Times de Londres afirman que 'Albania -que juega un papel fundamental en el trasvase de dinero a los kosovares- está en el epicentro del tráfico de drogas de Europa…'."
"Albania se ha convertido en la capital del crimen de Europa. Los grupos más poderosos del país son criminales organizados que usan Albania para cultivar, procesar y almacenar un gran porcentaje de las drogas ilegales destinadas a Europa Occidental…"
Continúa mañana.

Fidel Castro Ruz
Agosto 17 de 2010
6 y 20 p.m.