viernes, 30 de noviembre de 2012

Fwd: El PRI tratará de imponer un estado controlador de todo: Raúl Vera

El PRI tratará de imponer un estado controlador de todo: Raúl Vera


Berlín., (apro/ 121130).- Para el obispo Raúl Vera, el país llega al cambio de gobierno devastado y con una clase política descompuesta, podrida, sin visos de cambio.
A pesar del oscuro panorama que se avecina, el jerarca eclesiástico sostiene que lo menos que puede hacer la sociedad es quedarse cruzada de brazos y dejar al país a la deriva. Por el contrario, plantea que la solución a los problemas del país tiene que venir desde abajo, desde el pueblo organizado y –subraya– tiene que comenzar ya.
Vera López llegó a esta capital alemana el pasado miércoles 28 de noviembre para participar  este fin de semana en la conferencia internacional "México, ¿estado de Derecho?" que, con motivo de la transición presidencial, organizan de manera conjunta la Fundación Heinrich-Böll y la Coordinadora alemana para los Derechos Humanos en México.
Desde el primer día de su llegada, su agenda ha estado llena. Primero fueron estudiantes universitarios, luego actividades de derechos humanos y finalmente representantes del gobierno alemán con quienes ha pasado de reunión en reunión.
"Como en todos los viajes internacionales, tenemos que estar en diálogo con personas de los equipos de gobierno. Esta vez hablamos con ellos de los focos rojos que vemos, a partir de los diagnósticos que tenemos del país.
"Y lo que vemos es un país desvertebrado. Nos preocupa el futuro, no vemos un atisbo de cambio. Tuvimos un proceso electoral tan manoseado, con ahora un presidente electo que viene arrastrando pendientes de su gestión en el Estado de México, y que ya ha presentado una serie de iniciativas de reformas que lo único que nos deja ver es que el PRI está volviendo por sus fueros y pretende ser nuevamente un Estado controlador de todo", dice.
Tal es el diagnóstico que el obispo de Saltillo presentó, en reuniones por separado, al jefe de la Unidad Latinoamérica del Ministerio del Exterior, Werner Schaich; al Jefe de la Unidad "Crimen Organizado" del Ministerio del Interior, Sven Berger; al presidente del Grupo Interparlamentario Germano-Mexicano, Jürgen Klimke; al presidente de la Comisión de Derechos Humanos del Parlamento alemán, Tom Königs y a consejos de la canciller alemana, Angela Merkel.
En entrevista con APRO, Raúl Vera plantea su visión de país y el proyecto que, desde su punto de vista,  podría sacarlo adelante.
–Con el regreso del PRI a la presidencia ¿estamos frente a una involución?
Ya desde hace rato que entramos a la involución. Con el actual poder adquisitivo del salario mínimo tuvimos una regresión de muchos años. La pérdida de todos los derechos laborales es otra involución. El crecimiento del gasto público en el mantenimiento de un aparato burocrático, en el que sus altos niveles se dan lujos, con salarios desorbitantes, es otro ejemplo de ello. Estamos mal, vamos para atrás. Estamos planteando el futuro con muy malos augurios.
–¿Hablamos de un país sin esperanza?
–No. Yo no me atrevo a dejarles el camino libre. Habemos gente  con esperanza, que estamos trabajando por los derechos humanos y por un país diferente, con justicia y equidad.
Es entonces cuando los ojos del obispo, que este año fue incluido en la lista de candidatos al Premio Nobel de la Paz, centellan y su voz se eleva.
"Estamos a tiempo de generar el cambio, de articular una nueva conciencia social y de generar procesos. Para ello, hay que apostarle a un trabajo de base con la ciudadanía, en la que ésta se convierta en sujeto constructor de su propia historia y se arranque esa idea de que los mexicanos tenemos lo que nos merecemos y además es irremediable".
Se le plantean las dudas de que, con el inicio del gobierno de Enrique Peña Nieto, las condiciones de colaboración desde arriba no sean las óptimas.
–Este hecho (el regreso del PRI a la Presidencia) ya no tiene remedio y tenemos que pensarlo de otra forma, de una forma alternativa. Para mí, el nuevo gobierno no es un problema (en este cambio) porque ni pienso en ellos. Ellos traen su rollo y si te detienes a considerarlos nunca lograremos nada. Se trata de lograr un cambio de cultura, de quitar una venda de los ojos, educar desde abajo para la democracia, y quitarnos esa visión paternalista el gobierno.
Para el obispo Vera el proceso de transformación que requiere el país se tiene que dar por fases, cuyo objetivo sea crear un Congreso constituyente conformado por el pueblo y que culmine con una nueva Constitución política.
"En primer lugar tendrían que participar las Universidades y los académicos serios del país. Habría que hacer un estudio minucioso de nuestra Constitución, que plantee todas las discordancias que tiene, por ejemplo, respecto a todos los tratados internacionales que México ha firmado; que analice todas las oquedades y todas las intenciones de todas las reformas hechos y por hacer que pretenden quitar soberanía a la nación.
"Una vez hecho este trabajo, pasaríamos a la segunda fase que es la socialización de la información. Para ello, necesitamos especialistas capaces de dinamizar grupos de gente. Es una fase en la que tenemos que concientizar al pueblo de lo que los legisladores han hecho con su Constitución. Hay que publicitar esa información y acabar con la 'lavadera de coco' para formar a un pueblo crítico. Para ello, por supuesto, hay que ir a los barrios, a las renacerías, a las escuelas, entre las amas de casa, entre los obreros, campesinos. En todos los ámbitos. Y esto no es otra cosa más que un gran diálogo nacional que prepare el camino hacia un Congreso constituyente", plantea.
A decir del obispo de Saltillo, vendría entonces una tercera etapa: la de reconstrucción de la Constitución. "Se trata de que todos participen diciendo qué falta, cómo desean que funcionen las cosas y tienen que ser ellos, los trabajadores, campesinos, obreros, médicos, etcétera, quienes definan la Constitución que necesitamos.
"A partir de estas ideas, comenzar a elaborar un primer borrador de nuestra Carta Magna. Paralelamente, durante este proceso, vamos conociéndonos todos. Ya sabemos quién es quién, quien trabaja y quien se compromete de verdad. Es así como van a comenzar a despuntar las personas que, por decisión popular, serán los representantes.
"Y así será como con una representación muy digna de esta Asamblea Nacional se llegará al Congreso de la Unión y–respaldados por el capítulo 39 de la Constitución que establece que el pueblo tiene la soberanía suficiente para cambiar en cualquier momento su forma de gobierno–a ocupar las curules para promulgar solemnemente una nueva Constitución".
–¿Y un proceso así podría darse en paz?
El día en que vean que el pueblo se moviliza, con todas las autoridades morales que haya dentro de él, como académicos, medios de comunicación y sociedad civil, veríamos si se atreven a evitarlo. Lo importante, y el objetivo de todo esto, es que el pueblo crezca sin liderazgos de ningún tipo porque eso no funciona. No repetiríamos los esquemas de los partidos políticos ni de los sindicatos. Es el pueblo el que tiene que ser el protagonista de su historia, todo dentro del marco de la paz, diálogo y participación comprometida. Necesitamos hacer esto en paz, con calma, y sin llevar a la gente en masa, sino en grupos de tamaño suficiente para que todos sean sujetos y crezcan.
–¿Existe el capital humano para ello?
– ¡Claro!,  lo he visto por donde quiera que voy. Desde que soy obispo con lo único que me he encontrado es gente abandonada, riquísima. Los pobres campesinos, los obreros, nuestra gente, es el capital más precioso. El que quiera participar en este proceso al que me refiero tiene que entenderlo así: entrar como hermano de los hermanos de una forma horizontal y no vertical.
–¿En este proceso tienen cabida las instituciones políticas?
–¡Con esas ni contar! ¿Cómo podemos pensar en ellos para que cambien al país? No lo han hecho ni lo van a hacer. Hay que quitarnos eso de la cabeza. El gran problema de México, es la cultura política. No es ni la izquierda ni la derecha, es la misma cultura política.
Te aseguro que si la izquierda hubiera llegado al poder en el 2006 ahora estaría juntita. Los priistas para poder llegar al poder ahora están juntitos. Hay un dicho que dice: ahí donde está la carroña se juntan los buitres. Y, claro, si hay que repartirse el pastel. Disculpa el lenguaje  pero te hablo de una política real. En este momento la política está sumida y prendida del modelo económico abusivo, nuestros políticos son siervos de un modelo económico salvaje. La política nacional está podrida, quebrada y no se compondrá queriendo ponerle parches.
Para el obispo Vera es ahora el momento de comenzar y la única manera de evitar una situación peor para el país. Como hombre de fe que es, está convencido que sólo en el interior de cada individuo se gestará el cambio. "Lo que propongo parte del principio que utilizó Gandhi, que es generar un ser interior que nadie puede mover. Es un trabajo y un proceso en donde hay una carga hasta mística de un ideal de sociedad que va a caminar".
Y advierte, como cierre: "No tenemos otra opción: ¿Seguir parchando la política, lo es? No hay más".

"Pacto por México", artículo de Carmen Aristegui

"Pacto por México", artículo de Carmen Aristegui - Aristegui Noticias
Pacto por México
Carmen Aristegui F./ Reforma
30 Nov. 12 

Anticipan un “Pacto de la Moncloa” para México. Partidos y nuevo gobierno afirman que “poderes fácticos” deberán ser sometidos. Hasta ayer por la tarde llevaban 15 borradores. Dirigentes y negociadores esperaban por la noche tener la última versión. Esperan firmarlo el domingo 2 de diciembre a tan solo unas horas de la toma de posesión.

Se trata del “Pacto por México” que cocinan las dirigencias de los tres partidos políticos nacionales y el próximo gobierno de Enrique Peña Nieto. Ante el fallido intento de firmarlo el jueves pasado en Querétaro, se han abierto de capa -después de semanas de sigilo- para decir que están en un punto de coincidencias suficiente como para anunciar la próxima firma de este acuerdo nacional.

Han dicho que pretenden sacar a México de la actual dinámica de poder que ha trastocado los principales ejes y nociones de una vida democrática, impulsar crecimiento, competencia y atemperar la desigualdad entre la población.

Con componentes en materia política, económica y social pretenden tomar decisiones e impulsar reformas que lo mismo desmonten monopolios y poderes fácticos que la creación de un seguro de desempleo o dotar de autonomía plena al IFAI.

En lo que parece ser el último borrador, de 38 cuartillas, al que se le han quitado varios corchetes y eliminado el contenido de los mismos (lo relativo, por ejemplo, a las reformas de los artículos 25, 27 y 28 constitucionales que permitirían a Pemex realizar “…contratos de producción compartida o de riesgo y…multiplicar la exploración y producción de hidrocarburos).

En el documento se describen decenas de temas y reformas que culminarán en un texto final a cuyo título -”Pacto por México”- le acompaña la frase “Por el desarrollo económico y el bienestar social con justicia y paz”.

La parte más notable es la que alude a “poderes fácticos”, uno de los puntos clave de la actual problemática nacional y cuyos aludidos pueden maniobrar para impedir la firma o realización de dicho Pacto. Por ello los promotores -como Gustavo Madero- afirman que la oportunidad de la firma solo durará por horas o días. No semanas o meses por los intereses que se tocarán.

En la primera hoja, bajo el título “Visión”, se define el foco de la cuestión:

“La creciente influencia de poderes fácticos frecuentemente reta la vida institucional del país y se constituyen en obstáculos para el cumplimiento de las funciones del Estado mexicano. En ocasiones, esos poderes obstruyen en la práctica el desarrollo nacional, como consecuencia de la concentración de riqueza y poder social que está en el núcleo de nuestra desigualdad. La tarea del Estado y de sus instituciones…debe ser someter, con los instrumentos de la ley…los intereses particulares que obstruyen el interés nacional”.

Al aludir a “poderes fácticos”, uno puede entender que se refieren a las grandes televisoras, concentración de grupos económicos, monopolios y poderes sindicales como el magisterial. Precisamente los que permitieron la construcción y realización de la candidatura presidencial. De ahí lo interesante de quienes están sentados a la mesa.

Dentro de las más de 100 medidas enunciadas destacan aquellas de las que se esperaría mayor virulencia en la reacción. Por ejemplo, el párrafo que anticipa la intervención directa para disolver monopolios y dividir estructuras económicas:

En la página 10 del último borrador se lee:

“…para determinar y sancionar posiciones dominantes de mercado en todos los sectores de la economía, particularmente se le dotará a la CFC de la facultad para la partición de monopolios…”. Una herramienta utilizada en otras partes del mundo, y cuya aplicación ha ido acompañada de grandes confrontaciones.

En el tema fiscal, encorchetado está en el borrador lo del régimen de impuestos al consumo pero, acordado está “…eliminar el régimen de consolidación fiscal”.

Para el tema magisterial declaran:

“Vamos a robustecer la autonomía de gestión de las escuelas” o “vamos a establecer un sistema de concursos meritocráticos… Y el concurso de plazas para directores, supervisores e inspectores”, con una clara pretensión es disminuir el control del sindicato magisterial.

Los promotores y negociadores del Pacto afirman que el cumplimiento de lo que acuerden y firmen permitirá recomponer la realidad nacional.

Tan han creído en ello que se han permitido evocar, para acentuar la trascendencia de lo que estaría por llegar, al llamado Pacto de la Moncloa, el histórico y fundacional acuerdo de la democracia española que permitió enfrentar una situación económica difícil y, por supuesto, la restitución de las más preciadas libertades canceladas en tiempos de la dictadura.

Dice Gustavo Madero que les dijo Peña Nieto a los panistas: “Los voy a sorprender“, y que ese fue el punto de arranque que puede derivar en este Pacto nacional.

Veremos si tendremos o no a un émulo de Adolfo Suárez o si, por el contrario, la idea naufraga ante el poder, inmenso, de los padrinos identificables. La moneda está en el aire.

miércoles, 28 de noviembre de 2012

Por qué me salí de #SinFiltro

Por qué me salí de #SinFiltro - Yahoo! Noticias México

Por qué me salí de #SinFiltro

Por: Gisela Pérez de Acha (@gisela_pda)

Fue un error haber entrado a Sin Filtro. Llegar a Televisa Chapultepec a grabar me produjo un hoyo en el estómago. Durante mi recorrido, recordé los gritos, los disfraces, los grafitis, los cantos, la protesta. El asfalto todavía se sentía caliente. Parecía como si las paredes de Televisa todavía guardaran la memoria del video que se proyectó denunciando qué se manipulaba detrás de las mismas.  Algo se sentía mal, algo para mí era confuso.

En ese momento creí que Televisa podría ser un buen espacio para llevar la protesta a más gente. Que el espectro radioeléctrico era un bien público que inclusive nosotros podíamos utilizar. Mi lógica era que durante las elecciones luchamos en contra de los medios de comunicación, utilizando la plataforma de los mismos. Todos los medios cubrían la protesta. Todos querían la crítica fresca, los colores juveniles y el léxico de moda. Pensaba –ingenuamente– que con Sin Filtro, la protesta había ganado un pequeño espacio, y que había que utilizarlo.  Decidí jugar con Sansón a las patadas.

Hoy me doy cuenta con mucha tristeza, que mi ingenuidad legitimó algo contra lo que yo marché durante meses. La política es mediática. Las elecciones son también un espectáculo, y Televisa es experto montándolos.

Esta vez, se legitimó mediante un espectáculo más: la aparición a cuadro de jóvenes inexpertos pero mediáticos. Televisa maquilla, simula, finge y produce personas y realidades. Me quedó más claro que nunca después del promo del programa.

La pregunta entonces es, ¿por qué una empresa de televisión necesita legitimarse? Cualquier intento de legitimación supone el ejercicio de un poder. Televisa es un actor político con poder, y lo ha sido mucho tiempo. Como empresa que es si pierde legitimidad pierde rating, y por consiguiente pierde influencia. Sin audiencia, Televisa no existiría. Su propia existencia depende de la capacidad de presión y manipulación sobre sus televisores: en la propia legitimidad está su poder.


Tuit de la cuenta de Emilio Azcárraga, presidente de Televisa

El tuit de Azcárraga, además evidenciar explícitamente el intento de legitimar la televisora, me hizo dudar de varias cosas. ¿Apertura en qué sentido? ¿Un espacio así garantizaría la pluralidad de ideas? Parecía más bien un acto demagógico.

Entre la prueba de cámara y la grabación transcurrieron sólo tres semanas, le pidieron a Ricardo Alemán que se moviera de horario, el registro del nombre se hizo en tres días, y Foro TV estaba rápidamente adaptado, con mesas y logos hechos a la medida. La ejecución tan rápida daba la impresión de que la orden venía desde arriba. De dónde, no tenía idea, pero el tuit parecía insinuar algo.

Le preguntamos al productor: ¿vamos a poder decir lo que sea?

El programa es suyo -respondió- tendrán plena libertad editorial y de producción. La seducción fue muy fuerte: plena libertad para un grupo de jóvenes que no teníamos idea. Parecía una gran oportunidad. Sonaba muy tentador.

Hablar de algo de lo que “sabes”,  despotricar a Televisa en su propia casa, la lucha ganada, el mensaje. Salir a cuadro, salir bien a cuadro, la cámara frente a tus ojos, el maquillaje antes de salir al aire, el exceso de maquillaje, la artificialidad del foro. La vanidad. Lee un libro, lee dos, recuerda tus clases. La democratización de medios.

Los ideales confundidos, la protesta confundida, el mensaje distorsionado.

Seducir y manipular no es lo mismo. La diferencia es que la seducción implica la toma de una decisión. Por esa decisión me hago responsable y reconozco que me equivoqué.

El espacio es muy bueno, la oportunidad de llegar a más gente es incuestionable. Pero el contenido nos falló en aquel primer programa. Como grupo, nos hizo falta detenernos a pensar, ¿qué podremos aportar de diferente? ¿Cómo vamos a aportar un elemento innovador? Televisa nos dio plena libertad (quizá sabiendo lo que ocurriría) pero estaba en nosotros aprovechar esa libertad. No la aprovechamos, no había manera que saliera bien.

Terminamos replicando los únicos esquemas que conocemos en televisión. En esa réplica estaba ausente la voz de los jóvenes. Las mismas cámaras, los mismos cortes, el mismo Foro y un mensaje muy poco diferente.

En el primer programa, todos (menos Daniela) éramos del ITAM. Esto contribuyó a la emisión de un mensaje aún más perverso: en México sólo las élites tienen acceso al poder y su ejercicio. En realidad, esto no fue planeado por Televisa, aunque no le pudo salir mejor: el programa carecía de diseño serio. Una mesa llena de estudiantes del ITAM fue porque todos éramos amigos de Attolini, él fue quien nos invitó, a pesar de todas las sugerencias en contrario.

Aquel domingo, el productor nos pidió pizzas y firmamos el contrato. Antes de entrar a grabar, recuerdo mirarme al espejo y sentir que algo estaba mal. Le hice miles de correcciones ridículas al contrato, sentía que Televisa me iba a jugar chueco. Mis ideas estaban confundidas, se me trababa la lengua. Hasta la pizza me supo mal. La manzana que nos habían ofrecido olía a podrido, en realidad no sabía si lo estaba.

Así, incómoda, entré a grabar a Foro Tv.

Reconozco los errores que cometí durante el programa y no los voy a justificar, son simplemente eso, errores. No llegué bien preparada. Desde la “bonditud”, el uso indiscriminado del concepto de “Estado fallido”, el monopolio estatal en Venezuela, y la peor, que el Estado multe a los medios por no ser veraces. Pero también reconozco mis aciertos, y lo que sí dije fue que el programa era una simulación de pluralidad al interior de la empresa. También dije que dadas las presiones sociales, Azcárraga buscó levantar el boquete de una olla presión para legitimarse y ganar audiencia. La única diferencia es que en ese entonces yo creía que era un ganar-ganar. Ahora reconozco que quien gana en este proceso es Televisa. Hoy tiene en su barra de programación un espectáculo de jóvenes, pero en términos de contenido, Televisa sigue exactamente igual que antes de Sin Filtro y sigue siendo la mano fuerte de un monopolio importante. No han abierto nada, y como grupo, no aportamos nada.

Pasada la euforia al terminar de grabar, decidí no regresar a Sin Filtro después de ver el primer programa y darme cuenta del exceso de maquillaje. No me siento cómoda. No me gusta hablar con tanto exposure de temas de los que no sé. Me incomoda grabar los domingos en el lugar que me recibió con más de 500 granaderos el día que 132 marchó hacia el Zócalo un día antes de las elecciones. Pero sobre todo, no me siento cómoda replicando los viejos esquemas de hacer política en nuestro país. Tomar la bandera de democratización de medios es hacer política, y más en el contexto de un Peña Nieto bien peinado, y de la televisora que lo maquilla. Mucho más político es, cuando aceptas que esa misma televisora te maquille y te ponga rímel antes de entrar al aire.

Me salí de 132 porque parece que los jóvenes tenemos tatuada una manera de hacer política a la antigua.  Una política oxidada, sucia, corrupta y descompuesta. Hoy me salgo de Sin Filtro porque me di cuenta que caí en mi propia crítica.

Ya lo dije, fue un error haber entrado, pero no me arrepiento. Si no hubiera aceptado no podría contar esta historia. No sé si es relevante o no, pero es un acontecimiento más dentro del capítulo de un periodo electoral donde un grupo de estudiantes de una universidad privada le mentaron la madre al candidato puntero del PRI, donde Televisa lo encubrió, donde lo maquilló y peinó mucho antes de las elecciones, donde la generación que votaba por primera vez salió a marchar a las calles y donde al final,  ganó democráticamente un régimen que dejó como herencia un país hecho pedazos.

Ya lo había dicho, fue fácil exigir la democratización de medios con pancartas de colores en las calles. Lo imposible ha sido cambiar los esquemas y viejos trucos que hemos aprendido de los actores políticos que nos gobiernan. De aquellos que se benefician y sacan provecho de su poder. No sé bien qué es democratizar los medios, pero sé que no se va a hacer con Televisa.

¿Cómo innovar para poder irrumpir en la esfera política sin replicar sus viejos modos? Los tiempos cambian y por primera vez, tenemos las herramientas necesarias para contrarrestar información manipulada. ¿Seguiremos replicando esquemas oxidados?

Ojalá innovemos. Ojalá sigamos siendo críticos. Ojalá reconozcamos errores. Ojalá aplaudamos aciertos. Ojalá mantengamos el dedo en el renglón. Ser “jóvenes viejos” no es opción, merecemos crear nuestras propias formas desterrando lo caduco. Nada va a cambiar si seguimos las mismas reglas que tanto hemos criticado. Ojalá nuestra energía siga. Ojalá nos demos cuenta que en la era de la información y la tecnología, nos toca a nosotros cambiarlas. Nos toca cambiar la manera de hacer política.


También te puede interesar:

Exígele a Felipe Calderón la prohibición de las siembras comerciales de maíz transgénico de Monsanto | Greenpeace México

Exígele a Felipe Calderón la prohibición de las siembras comerciales de maíz transgénico de Monsanto | Greenpeace México

Exígele a Felipe Calderón la prohibición de las siembras comerciales de maíz transgénico de Monsanto

Permitirle a Monsanto sembrar maíz transgénico de manera comercial en el estado de Sinaloa, conocido como ‘El Granero de México’ y principal productor de maíz blanco, representaría el ‘tiro de gracia’ a nuestro derecho a una alimentación sana y de calidad.

Actualmente, los cultivos transgénicos han causado la contaminación de diversos cultivos convencionales, nativos y orgánicos en varias partes del mundo, incluido México.

Exígele a Felipe Calderón que cancele las siembras comerciales de maíz transgénico de Monsanto. Completa el formulario a continuación:
http://www.greenpeace.org/mexico/es/ciberacciones/defendamos-el-maiz-mexicano/?hq_e=el&hq_m=2138486&hq_l=3&hq_v=8aa6bf6846

domingo, 25 de noviembre de 2012

Fwd: Fuga de 111 mil millones de dólares durante el sexenio

Fuga de 111 mil millones de dólares durante el sexenio
Transfieren mexicanos al exterior 70% más de lo captado por IED. La salida de capitales es la mayor en décadas recientes; la inversión extranjera directa fue por 65 mil 434.2 mdd. Los recursos remitidos son 68% superiores al saldo de la deuda externa neta
La Jornada /24 nov 2012

En el transcurso de la administración de Felipe Calderón Hinojosa, que termina en siete días, ciudadanos y empresas mexicanas transfirieron al exterior 111 mil 38.9 millones de dólares para ser depositados en cuentas bancarias o para abrir y operar empresas fuera del país, reveló información del Banco de México.
El monto de recursos transferidos por mexicanos al exterior superó en 70% el saldo de las nuevas inversiones extranjeras que llegaron a México durante el mismo periodo, que fueron de 65 mil 434.2 millones de dólares, según los datos del banco central.
No hay precedente en los últimas décadas sobre una transferencia masiva de recursos al exterior por mexicanos, según los datos aportados este viernes por el banco central, al dar a conocer el resultado de la balanza de pagos en el tercer trimestre de este año, el último de estos reportes en el gobierno que finaliza el 30 de noviembre.
La balanza de pagos es una cuenta que registra el conjunto de las operaciones monetarias entre un país y el resto del mundo. Las transacciones incluyen los ingresos y egresos, exportaciones e importaciones, entrada y salida de turistas, flujo de capital financiero por pago o contratación de deuda y transferencias financieras, ya sea por ingreso o salida de inversiones o movimientos bancarios.
Supera la fuga de los 80
Los 111 mil 38.9 millones de dólares transferidos en los últimos seis años por mexicanos fuera del país representan una cantidad 68% superior al saldo de la deuda externa neta del gobierno federal que, de acuerdo con datos de la Secretaría de Hacienda, se situó en septiembre pasado en 65 mil 880 millones de dólares.
La cantidad transferida por mexicanos a bancos extranjeros o para realizar inversiones en el exterior durante los últimos seis años no tiene precedente. Incluso en la década de los años 80 del siglo pasado, cuando la fuga de capitales colocó al país a un paso de la insolvencia –según la versión del gobierno de aquel entonces– las cantidades eran una fracción de las movilizadas fuera del país en este último gobierno.
En la década que transcurrió entre 1980 y 1990, cuando el gobierno decretó una moratoria en el pago de la deuda externa pública ante la insolvencia que vivía el país, los recursos enviados por mexicanos a bancos en el extranjero fueron de 13 mil 665.9 millones de dólares, cantidad equivalente a 12% de los transferidos en el actual gobierno, según datos del banco central.
La transferencia de recursos al exterior por ciudadanos mexicanos fue realizada a través de dos vías: para ser abonados en cuentas bancarias; o como inversión directa, para financiar actividades productivas fuera del territorio nacional.
Directamente a cuentas bancarias fuera del país, ciudadanos mexicanos enviaron en los últimos seis años recursos por 49 mil 603.3 millones de dólares, consignó la información del banco central. Esta cantidad fue 877% superior a la transferencia realizada en el sexenio del ex presidente Vicente Fox Quesada (2000-2006), que fue de 5 mil 72.7 millones de dólares, de acuerdo con los datos oficiales.
La otra vía de transferencia tiene que ver con los recursos usados por empresas mexicanas para operaciones productivas en el extranjero y que está contabilizada por el banco central bajo el rubro de inversión directa de mexicanos en el exterior.
En los últimos seis años, la inversión realizada por mexicanos en el exterior sumó 61 mil 435.5 millones de dólares, monto que, comparado con el del gobierno del ex presidente Fox, resultó superior en 164%.
Durante el sexenio del presidente Felipe Calderón la inversión extranjera directa sumó 130 mil 422 millones de dólares. Sin embargo, de acuerdo con los datos del banco central, sólo 65 mil 434.2 millones de dólares correspondieron a nuevas inversiones realizadas por extranjeros en el país. El resto se compone por: reinversiones, por 34 mil 970.2 millones de dólares; y cuentas con la matriz, por 30 mil 17.5 millones de dólares, consignaron los datos oficiales.
A lo largo de los 12 años de gobiernos a cargo del Partido Acción Nacional las transferencias realizadas por mexicanos al exterior, ya sea para nutrir cuentas bancarias o para realizar inversiones productivas allende las fronteras, sumaron 139 mil 324.2 millones de dólares.
Para efectos comparativos, esta es una cantidad que supera en 10 por ciento al saldo actual de la deuda externa del sector público federal (gobierno más entidades paraestatales), que a septiembre pasado alcanzó 121 mil 304.5 millones de dólares, de acuerdo con datos de Hacienda.


Fwd: Retroceden derechos de trabajadores en Chiapas

Retroceden derechos de trabajadores en Chiapas: Federación de Obreros

Insistió en que las reformas "van a afectar a los trabajadores, es un retroceso que se ha tenido no sólo de 50 años sino que considero que prácticamente estamos iniciando en 1910".
La Jornada /24 de nov de 2012

San Cristóbal de Las Casas, Chis. El Secretario de la Federación de Obreros de Chiapas, Francisco Eligio Cordero Moreno, afirmó que las recientes reformas hechas en el Congreso de la Unión a la Ley Laboral representan "un retroceso para los derechos de los trabajadores mexicanos".
En entrevista señaló que las modificaciones a la ley "no benefician al sector obrero, al contrario lo sumen en una marginación, lo que tendrá como consecuencias despidos masivos y la oligarquía volverá a reinar y tendrá bajo su poder y servicio a la gente que por algunas monedas pueda trabajar con tal de subsistir aunque no tenga la seguridad social".
Insistió en que las reformas "van a afectar a los trabajadores, es un retroceso que se ha tenido no sólo de 50 años sino que considero que prácticamente estamos iniciando en 1910".
Abundó: "Se tendrá un retroceso porque ningún empresario en sus cinco sentidos contratará a una persona por un día y hará todo el trámite ante el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) y el Instituto del Fondo Nacional de la Vivienda para los Trabajadores (Infonavit), dará uniformes, cumplirá con las ocho horas que establece la ley o proporcionará reparto de utilidades, por ejemplo".
Cordero Moreno, quien dijo que la federación que encabeza agrupa a unos 22 mil trabajadores de 47 empresas en Chiapas, precisó que "la reforma era necesaria porque viene desde la Constitución de 1917 y había rubros arcaicos, pero debió irse más a fondo para que el trabajador tenga verdaderas garantías sociales, pero en los términos en que quedó sólo lo perjudica".
Dijo que él como dirigente está "en contra del trabajo por horas porque, sobre todo en provincia, no se permite bajo ninguna circunstancia que mediante una contratación por horas puedan dársele a los trabajadores las garantías sociales constitucionales".
Sostuvo que los legisladores aprobaron las reformas como resultado de "un compromiso de las cúpulas de sindicatos a nivel federal, las cuales carecen de representatividad sindical ya que funcionan como grupos políticos más que sindicales y en defensa del trabajador, y no a nivel de entidades federativas".
Comentó que la federación que dirige envió por escrito al Congreso de la Unión su desacuerdo con las reformas, "pero los diputados son lazarillos porque son plurinominales, es decir, no ganaron ninguna elección y la gente no los conoce porque no hicieron campaña; están al servicio de las empresas y se olvidan de la clase obrera".


sábado, 24 de noviembre de 2012

Gasta el país $290 millones al año en las pensiones de 4 ex presidentes

La Jornada: Gasta el país $290 millones al año en las pensiones de 4 ex presidentes
Calderón se suma a la nómina; ningún ex mandatario de AL, EU y Europa gana igual
Gasta el país $290 millones al año en las pensiones de 4 ex presidentes
Electricidad, agua, transportes, guardias, secretarias y seguros, entre las prerrogativas que gozan
Roberto Garduño

Periódico La Jornada
Sábado 24 de noviembre de 2012, p. 5
Los ex presidentes Luis Echeverría Álvarez, Carlos Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo Ponce de León y Vicente Fox Quesada cuestan al erario 290 millones de pesos cada año.
A esa lista se sumará en breve, e incrementará la partida presupuestal correspondiente, Felipe Calderón Hinojosa.
Los ex presidentes reciben ingresos superiores a los de cualquier ex mandatario de América Latina, de Estados Unidos y de Europa.
Junto a los otros cuatro ex titulares del Ejecutivo, Calderón percibirá un sueldo mensual de 140 salarios mínimos.
Los gastos por el menaje y la manutención de estos personajes se incrementan con el despliegue de un numeroso grupo de militares, adscritos al Estado Mayor Presidencial, apoyo secretarial, alimentación y hospedaje.
Se trata, con tal despliegue de recursos públicos, de mantener el estatus de cada uno de los ex ocupantes de la casa presidencial.
No obstante que, según se dice, Ernesto Zedillo habría renunciado a su pensión, en los presupuestos de egresos de la Federación aprobados por la Cámara de Diputados no existen indicios de tal hecho.
Los beneficios de las cuantiosas pensiones a cada uno de los ex mandatarios se derivan también a sus familias, pues en promedio más de un centenar (se calcula 105 personas) trabaja para cada uno de ellos.
Tal beneficio tuvo su origen por sendos acuerdos presidenciales decretados por Luis Echeverría (en 1976) y Miguel de la Madrid (1987).
Las prestaciones de que también gozan los ex presidentes suman un largo listado, entre las que destacan: seguro de gastos médicos (alrededor de 186 mil pesos anuales); ocupación de inmuebles que forman parte de las propiedades del Estado mexicano; agua gratuita; energía eléctrica también gratuita; transportes blindados; mínimo tres automóviles para sus escoltas, y a esto se suma el mantenimiento de las unidades de transporte, así como seguros, verificación y gasolina. Todo ello se carga al gasto público.
En materia de transportación aérea, los boletos de avión también son con cargo al erario, y el uso del servicio telefónico es gratuito para Luis Echeverría, Carlos Salinas de Gortari (también lo sería para Ernesto Zedillo), Vicente Fox y lo mismo ocurrirá con Felipe Calderón.

Beneficio a la educación

Tal desequilibrio entre las percepciones de los ex presidentes de la República y los ingresos de los trabajadores promedio en el país han generado diversas iniciativas en el Congreso federal para acotar dichas prerrogativas.
Recientemente se propuso que los ex presidentes se integren como miembros académicos o investigadores a cualquier universidad pública de México, de preferencia en las que su presencia reditúe mayor beneficio a la educación, a la sociedad y al desarrollo nacional, quedando explícitamente prohibido incorporar sus preferencias partidistas y militancia con sus labores de enseñanza.
Foto
Los ex presidentes Luis Echeverría, Carlos Salinas, Vicente Fox y Ernesto Zedillo en imágenes de archivo
Foto Carlos Cisneros, Marco Peláez, José Carlo González y Carlos Ramos Mamahua

Incluso se preveía que si alguno de los ex presidentes no contara con título profesional, podría integrarse a las instituciones de educación pública como conferencista, panelista o alguna otra actividad que no requiriera título profesional, pero que siempre se circunscriba a beneficiar la educación, la sociedad y el desarrollo nacional.
En la propuesta que presentó, el 21 de diciembre de 2010, el diputado perredista Jaime Sánchez, se contemplaba que por dichos servicios ningún ex presidente cobrara sueldo, y sus únicos ingresos provinieran del rubro de las pensiones ya establecidas.
El plazo para que los ex presidentes retribuyan con trabajo el monto de sus pensiones sería de tres años, y una vez concluido este lapso, podrían trabajar o colaborar para empresas o instituciones privadas mexicanas o extranjeras.
Al presentarse esta circunstancia, los ex presidentes podrían generar recursos propios y el monto de su pensión se reduciría a 60 por ciento de la vigente entonces. Esto abarcaría también al apoyo secretarial y de seguridad, suspendiéndose los seguros de gastos médicos mayores y los de vida.
Los familiares de los ex presidentes, incluida su cónyuge, sí gozarían de seguros de vida y de seguridad social.
En el terreno de los seguros de vida, éstos aplicarían en los familiares hasta que cumplan la mayoría de edad. Y en el caso de la esposa del ex presidente, cuando éste fallezca recibirá una pensión equivalente a 60 por ciento del monto total, y sólo 20 por ciento de los 105 trabajadores a su servicio se mantendrían laborando para ella.

Ahorros

También la diputada perredista Mónica Fernández propuso, en octubre de 2007, ahorrar 23 mil 160 millones de pesos con reasignaciones en las siguientes partidas (incluyendo la presidencial): reducir las percepciones desde el presidente de la República hasta magistrados y ministros del Poder Judicial, obteniéndose un ahorro de 10 mil millones de pesos.
Suprimir la partida del seguro de separación individualizada, que consiste en un fondo de ahorro especial para la alta burocracia, y que se estima entere 5 mil y 6 mil millones de pesos.
Cancelar la partida de gastos médicos mayores para la alta burocracia por 2 mil 300 millones de pesos, cancelar las pensiones a ex presidentes por 260 millones, y eliminar los bonos discrecionales para los altos funcionarios públicos por 5 mil millones de pesos.

lunes, 12 de noviembre de 2012

Fwd: México es segundo país de AL que más redujo área para cultivar maíz

México es segundo país de AL que más redujo área para cultivar maíz

Alertan organismos de la ONU sobre incrementos de la pobreza y de precios de alimentos

 

La Jornada - 11 de nov. 2012

México es el segundo país de América Latina y el Caribe que más redujo el número de hectáreas dedicadas al cultivo de maíz en cinco años en un porcentaje de 5%, en contraste con la tendencia adoptada en diversas naciones de la región de incrementar hasta 17% la superficie de siembra para sus productos básicos como respuesta a la crisis alimentaria y para reducir la pobreza, revelan la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO, por sus siglas en inglés) y el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA).

"Como respuesta a la crisis alimentaria, diversos países de la región han buscado mejorar el autoabastecimiento de productos agrícolas, incrementando la superficie destinada a productos de relevancia fundamental en la dieta de sus habitantes... Los que experimentaron aumentos significativos en la superficie sembrada de maíz no fueron aquellos con vocación maicera (Canadá, Argentina, México, Brasil y Estados Unidos), sino algunos de los que presentaban alta dependencia a las importaciones de cereales", indican en el estudio Perspectivas de la agricultura y del desarrollo rural en las Américas 2013.

Frente al incremento que han registrado 15 países de América Latina y el Caribe en las hectáreas que destinan al cultivo de maíz, lejos de que México hiciera lo mismo en la misma proporción y velocidad redujo la superficie para el que es su principal grano básico en 5%, sólo superado por Guatemala que registró un desplome de más de 10% entre 2005 y 2009, último periodo del que los organismos tienen cifras comparables de la mayoría de las naciones de la región.

Desarrollo agrícola evita miseria

En cambio, 15 de 26 naciones analizadas aumentaron las tierras para maíz y el nivel máximo de 17% correspondió a Guyana, seguido de Honduras, República Dominicana, Paraguay, El Salvador, Cuba, Argentina, Trinidad y Tobago, Belice, Costa Rica, Colombia, Perú, Venezuela, Estados Unidos y Ecuador.

En otro comparativo más extenso referido al porcentaje anual en que creció la superficie agrícola de cada país entre 1990 y 2009, México también se ubicó entre las naciones que reportaron resultados negativos. Mientras República Dominicana, Nicaragua y Paraguay aumentaron cada año las hectáreas para todos sus cultivos entre uno y 2%, seguidos por otras 11 naciones que lo hicieron en menor proporción, México reportó una reducción anual de 0.20% al respecto. En ese periodo, por ejemplo, Argentina y Brasil triplicaron la superficie dedicada a la soya, aprovechando el encarecimiento de los alimentos.

La Cepal, FAO y el ICCA hacen hincapié en que la agricultura de la región afronta como principales retos la desaceleración económica mundial y los cambios climáticos, toda vez que por ellos se prevé que en el corto plazo haya mayor incertidumbre y volatibilidad en los precios internacionales, así como un incremento de la pobreza e indigencia rural.

El buen desempeño del sector agropecuario y de la economía es importante para evitar que la pobreza rural se incremente, indican en el estudio y recuerdan que durante la crisis de 2007-2008 la pobreza se redujo en países en donde creció el sector agrícola y el producto interno bruto (PIB).

Sin embargo, apuntan que en este año varios países del continente, entre ellos México, tuvieron bajos rendimientos y altas tasas de pérdida en sus cosechas agrícolas, principalmente por la sequía y por efectos del fenómeno de La Niña.

Los organismos incluyen a México entre cuatro naciones de la región donde resulta notable la disminución del empleo rural. Además 45% de quienes todavía se dedican a las actividades agrícolas son asalariados, no dueños de sus propias tierras que trabajan por cuenta propia, a pesar de que las unidades productivas se incrementaron casi 8% porque persiste la costumbre de subdividir la propiedad entre las familias.

 


Fwd: Cancillería pide al IFE ignorar a la ONU. "Haiga sido como haiga sido".

Cancillería pide al IFE ignorar a la ONU

La petición del Comité de Derechos Humanos de la ONU para que se frene la destrucción de las boletas electorales de 2006 tiene en alerta al gobierno federal. La Cancillería incluso envió un documento al Instituto Federal Electoral para que desestime ese llamado. De lo que se trata es evitar a toda costa el recuento de los votos de esos cuestionados comicios, y los pretextos y argucias para lograrlo son muchos, entre ellos que acceder a esa revisión mostraría ante el mundo a un Estado mexicano "débil".

11 de noviembre de 2012

 

MÉXICO, D. F. (Proceso).- México se prepara para decirle no a las Naciones Unidas. No a las medidas provisionales para suspender la destrucción de las boletas de la elección de Felipe Calderón. No a su competencia para tratar este asunto y no, porque acceder a la petición de Proceso lo mostraría como un "Estado débil".

Tales son las "consideraciones" que la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) le entregó al Instituto Federal Electoral (IFE) para rechazar la petición de medidas provisionales que hace dos semanas le hizo el Alto Comisionado de Derechos Humanos de la ONU.

Las recomendaciones están contenidas en el proyecto de respuesta elaborado por la SRE, fechado el jueves 8 y entregado a los consejeros del IFE, quienes el martes 13 deberán pronunciarse sobre la petición de la ONU.

La Misión Permanente de México ante los Organismos Internacionales con sede en Ginebra, donde están las oficinas centrales del Comité de Derechos Humanos de la ONU, elaboró para el IFE las "consideraciones sobre el curso a seguir respecto de la denuncia presentada" por el director de Proceso, Rafael Rodríguez Castañeda, y le propone "dos cursos de acción" para responderle a la ONU.

Amparado en el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, el pasado 25 de octubre Rodríguez Castañeda recurrió ante esa instancia de Naciones Unidas para evitar la destrucción de las boletas de la elección presidencial de 2006, programada por el IFE para realizarse entre los próximos lunes 12 y lunes 26.

La línea del gobierno de Calderón al IFE no tiene equívocos: La SRE le dice a los consejeros electorales que no deben atender la petición de medidas provisionales porque el Comité de la ONU es más político que jurídico y sus decisiones "frecuentemente están influenciadas por el efecto que tendrán en la opinión pública".

En la descalificación del organismo de la ONU añade: "El Comité de Derechos Humanos (CDH) es un órgano eminentemente político que no cuenta con competencias claras y cuyos procedimientos se ejercen con gran flexibilidad", pero sobre todo sus medidas provisionales requeridas no son "legalmente vinculantes", por lo que su incumplimiento "no acarrea consecuencias internacionales para el Estado".

En franco desafío a la ONU dice que aun cuando el CDH admitiera la denuncia de Rodríguez Castañeda, el IFE demostraría la ausencia de violaciones al derecho a la información "aún después de haber procedido a destruir las boletas electorales".

Destruidas las boletas aun antes de que el CDH se pronuncie, los actores ya no tendrían interés de continuar el caso, por lo que "no habría implicaciones jurídicas internacionales", asegura.

Además de que no hay peligro para la vida ni integridad personal del solicitante, dice que acceder a la suspensión provisional de la destrucción de las boletas puede "multiplicar las instancias en las que se puede presentar un mismo asunto, abriría la puerta al abuso del derecho de petición y debilitaría el sistema interamericano de protección".

En esa advertencia, el gobierno de Calderón alude a la negativa, en noviembre de 2011, de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) para admitir la queja promovida por el propio Rodríguez Castañeda en contra del Estado mexicano por su rechazo a darle acceso a los paquetes electorales de la elección de Calderón como presidente.

Argumenta que la denuncia ante Naciones Unidas es la misma que se presentó ante la CIDH, a pesar de que ésta "concluyó la inexistencia de violaciones al derecho de acceso a la información". Según la Comisión Interamericana no hubo tal violación por "la transparencia de las elecciones" en México.

Para rechazar la demanda, la CIDH copió lo que dice el Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales (Cofipe) respecto a la organización en la jornada electoral y la participación ciudadana.

"Cursos de acción"

En su "curso de acción 1" la SRE les pide a los consejeros del IFE "cuestionar y debatir la admisibilidad y el fondo de la denuncia sin atender la solicitud de medidas provisionales". Para fundamentar la negativa les dice que deben diferenciar entre un mecanismo regional de protección consolidado (CIDH) y una instancia internacional de carácter político (CDH).

En una clara manipulación, la Misión Permanente de México en Ginebra dice a los miembros del IFE que la CIDH resolvió "de fondo" la denuncia de Rodríguez Castañeda. No fue así. La Comisión Interamericana no alcanzó a pronunciarse sobre el fondo de la demanda, relacionado con las disposiciones de la Convención Americana de Derechos Humanos sobre acceso a la información y mecanismos de protección jurídica efectiva (Proceso 1829).

La dependencia a cargo de Patricia Espinosa de plano les pide a los consejeros del IFE "no abrir la expectativa de un posible recuento de boletas". Lo que deben argumentar "de manera activa" los consejeros encabezados por Leonardo Valdés es la "interpretación del Estado mexicano en relación a la coherencia del sistema internacional de protección de los derechos humanos".

En este escenario de rechazo a la solicitud de medidas provisionales, el gobierno de Calderón prevé la crítica de "algunos sectores que alegarían el 'incumplimiento' del Estado mexicano a sus obligaciones internacionales".

Pero considera "debatible" esta crítica porque las boletas han sido preservadas más de cinco años en razón del procedimiento que se seguía en la CIDH, pero sobre todo la denuncia ante la ONU "puede ser entendida también por parte de la opinión pública nacional e internacional como un abuso del derecho de petición".

En esta opción de abierto rechazo a la solicitud de las Naciones Unidas el gobierno de Calderón propone "una campaña de medios resaltando las diferencias" entre los procedimientos y consecuencias de la CIDH y del CDH. Además, pide "un escrupuloso contacto" entre las autoridades del IFE y la Cancillería "para orquestar una estrategia de comunicación social que no implique prejuzgar el curso de acción que ambos acuerden".


domingo, 11 de noviembre de 2012

ACTIVISTAS Y AL MISMO TIEMPO, OVEJAS NEGRAS | Sin Embargo

ACTIVISTAS Y AL MISMO TIEMPO, OVEJAS NEGRAS | Sin Embargo

ACTIVISTAS Y AL MISMO TIEMPO, OVEJAS NEGRAS


Son sacerdotes, obispos y algunas aspiran a llegar al púlpito como ministras de culto. Uno más es poeta. ¿Qué tienen en común Sergio Méndez Arceo, Samuel Ruiz García, Javier Sicilia, Alejandro Solalinde, Pedro Pantoja, Raúl Vera López, Carlos Rodríguez, José Barba, Manuel Marinero, Lauro Macías Raygosa y Saraí Bautista? La rebeldía. La disidencia más profunda. Ante el Estado mexicano y la jerarquía de la Iglesia Católica.

Todos han adquirido notoriedad y fama por su manera de entender la enseñanza cristiana y defender los derechos humanos de los grupos más oprimidos. Sacerdotes o seglares, han vivido el desafío de combinar la militancia política, la lucha social y la fe.
El periodista Emiliano Ruiz Parra los incluye en su libro Ovejas negras. Rebeldes de la iglesia mexicana del siglo XXI (2012). Según su propio dicho, el autor se propuso retratar a los líderes de una generación de sacerdotes, obispos y laicos católicos que han adquirido gran relevancia política y social por sustituir a la izquierda social y parlamentaria en la defensa de los más débiles, con una relectura muy creativa de la imagen de Jesús.
El primer capítulo -sobre cómo el poeta Javier Sicilia se convirtió en activista social- es reproducido a continuación por cortesía de la editorial Oceáno.
 …………………………………………………………………………………………………………..

JAVIER SICILIA

EL MÍSTICO QUE ABANDONÓ SU CUEVA

Por: Emiliano Ruiz Parra
¡Desdichado aquél que esquiva el combate, que trepa temblando y soporta la obediencia ciegamente; el que cierra los ojos, levanta las manos, pliega la espalda y se arrodilla! Dice el Señor: ‘¿qué tengo yo que hacer con este ganado? Yo no quiero ni corderos ni palomas en ese momento. Yo quiero el corazón del hombre, la salvación de la inteligencia en armas’”.
Giuseppe Lanza del Vasto.
Epígrafe a El bautista, la primera novela de Javier Sicilia.

LOS PAPELES PÓSTUMOS


Antes de partir a Las Filipinas, Javier Sicilia tuvo un presentimiento oscuro. Llamó a su hijo Juan Francisco y le entregó los papeles de la casa, una novela prácticamente concluida y su último libro de poemas. “Le dije a mi hijo: ‘Aquí está esto’, como si yo me fuera a morir, dejándole la responsabilidad. En el fondo había una intuición de que algo podía pasar. En el fondo yo estaba reteniendo a mi hijo, diciéndole: ‘Hazte cargo de todo esto para que no te vayas’”.
*****
El teléfono sonó a las tres de la mañana del 28 de marzo de 2011. Uno, dos, tres timbrazos. Por fin el embajador estiró la mano y levantó la bocina, todavía adormilado, en su recámara de la residencia diplomática mexicana en Manila, capital de Las Filipinas. La llamada provenía de Cuernavaca, en el sur de México, mejor conocida como “la ciudad de la eterna primavera”.
La zozobra demudaba la voz al otro lado del teléfono, pero el embajador no tardó en reconocerla: era su hijo Tomás Andrés, de 27 años. Tomás Andrés sabía que Javier Sicilia dormía a esa hora en la residencia de su padre, a 14 mil kilómetros de Cuernavaca.
—Papá, mataron a Juanelo.
El dolor por la pérdida de su amigo de la infancia invadía a Tomás Andrés. El joven de 27 años le preguntó a su padre, ¿cómo decírselo a Javier?, ¿cómo decirle que a esa hora ya habían reconocido el cadáver de Juan Francisco Sicilia Ortega, cariñosamente llamado Juanelo. El embajador Tomás Calvillo le dijo que él le daría la noticia, colgó el teléfono y se sumergió en un silencio de dos o tres minutos.


Esa noche, por casualidad, Javier Sicilia dormía a unos pasos de la recámara del embajador Tomás Calvillo Unna. Ellos se habían conocido unas cuatro décadas atrás en el Instituto de Humanidades y Ciencias (Inhumyc), un bachillerato dirigido por la congregación de los Misioneros del Espíritu Santo, ubicado en la Ciudad de México. Desde entonces los había hermanado la poesía y la atracción por la figura de Gandhi. Con el tiempo, Tomás Calvillo se convertiría en un académico especializado en relaciones internacionales que, un poco por casualidad, había conocido al presidente Felipe Calderón (2006-2012), a quien le debía su nombramiento como embajador ante Las Filipinas.
Javier Sicilia era el más católico de los poetas y novelistas mexicanos contemporáneos, escritor de un público pequeño y especializado. Desde su primer libro publicado, Permanencia en los puertos (1982), cuando tenía 24 años de edad, hasta el más reciente, Tríptico del desierto (2009), su poesía había girado en torno de un solo tema: la presencia de Dios en el alma del hombre. Fue precisamente ese carácter de poeta católico el que lo había llevado a Las Filipinas. Su amigo Tomás Calvillo quería establecer un puente con los intelectuales católicos del archipiélago y se le ocurrió que el canal idóneo era precisamente su viejo amigo Javier Sicilia. Le comentó su idea a las autoridades del Instituto Cervantes —el prestigioso organismo cultural español que promueve la lengua castellana a nivel internacional— y entre el Instituto Cervantes y la embajada habían invitado al poeta mexicano, quien llegó acompañado de su pareja Isolda Osorio.
El embajador tocó con fuerza la puerta de la habitación de sus huéspedes. Pensó que dormían aún, pero los repetidos timbrazos del teléfono ya habían despertado a Javier y a Isolda
“Me apena mucho, Javier…”, empezó el embajador a buscar las palabras.


El embajador Calvillo me cuenta la escena con una frase: “Fue toda una conmoción”.
El intempestivo regreso a México fue lento y doloroso. Javier Sicilia carecía de visa para entrar a los Estados Unidos de América. Se había negado a pisar el suelo de un país que, decía, trataba a México como su traspatio. Para evitar un transborde aéreo en los Estados Unidos, su viaje a Las Filipinas, desde México, había requerido dar la vuelta al mundo: hacer una escala en Amsterdam y luego emprender otro largo viaje al sur de Asia. Pero Javier Sicilia no quería encontrarse con las cenizas de su hijo sino velarlo y acompañarlo cuando menos unas horas.
“Tomás Calvillo se movió para que el embajador de Estados Unidos nos diera una visa humanitaria. Pero mientras tanto estábamos ahí sentados, impotentes, dando vueltas a la embajada. Por fin nos dieron una de dos años. La visa estuvo lista pero ya se había ido el vuelo. Tuvimos que esperar doce horas más y por fin pudimos volar. Ahí escribí el poema con el que concluyo mi labor poética (dedicado al silencio de Juan). Fueron dos días amargos”, me cuenta Sicilia.
El presidente de la República, Felipe Calderón, llamó a la residencia diplomática para hablar con Javier Sicilia quien era, además, amigo de la familia de su esposa, Margarita Zavala, y de su mentor político, el fallecido Carlos Castillo Peraza. Se comprometió a esclarecer el crimen en donde había muerto Juan Francisco, en una masacre en donde también fueron asesinadas seis personas más.
*****

CUERNAVACA


En el principio fue un arroyo: unas mil 500 personas empezaron la caminata. Unos cuantos kilómetros después se había transformado en un torrente de unos cinco mil gentes recorriendo las calles de Cuernavaca desde la glorieta de La Paloma hacia la plaza principal y, luego de un par de horas, era ya un río potente y caudaloso que llevaba unas 20 mil personas: la mayor marcha en la historia de esa ciudad cuyo clima perfecto la ha convertido en balneario de emperadores aztecas, virreyes españoles y la clase media mexicana de la Ciudad de México.
Todo era novedoso ese sábado 6 de abril de 2011: la causa por la que marchaban, el hombre al que seguían y, también, para muchos manifestantes, era la primera vez que tomaban las calles. Indignación, empatía y gozo eran tres emociones discordantes y encendidas en esa multitud diversa, formada tanto por jóvenes clasemedieros como por campesinos y viejos luchadores sociales de Morelos.
Cuatro años atrás, en diciembre de 2006, el presidente Felipe Calderón había declarado la guerra contra el narcotráfico y había lanzado a los militares a las calles en diversas zonas del país. El resultado hasta entonces: entre 36 mil y 40 mil muertos, unos cinco mil desaparecidos, decenas de miles de desplazados y huérfanos regados en el norte del país y la costa del Golfo de México. Y del lado oficial nada que presumir: ni había bajado el consumo de estupefacientes ni se había debilitado a los cárteles de la droga. Pero hasta entonces Calderón había contado con el consenso de los políticos mexicanos en la política de guerra —los de su partido y la oposición, los de derecha e izquierda— y sólo había enfrentado brotes focalizados de protesta (sobre todo en Ciudad Juárez), pero ninguno a escala nacional. Por ello la causa de esa marcha en Cuernavaca era inédita y urgente: parar la guerra.


Y a la vanguardia de ese cardumen caminaba el líder más improbable de un movimiento social: un poeta retraído, autor de una obra oscura y mística leída por un círculo de admiradores. Se había quitado la habitual camisa de cuadros para ponerse una camiseta estampada con la fotografía de Juan Francisco Sicilia Ortega, su hijo de 24 años asesinado por narcotraficantes que actuaron en complicidad con policías ministeriales.
A su paso, se reclinaba de tanto en tanto en el hombro de algún amigo y ahí lloraba, frente a todos. Se subía al techo de una combi, tomaba un megáfono y reclamaba la mutilación de su alma frente al cuartel del ejército y, unos cientos de metros después, frente a las oficinas de la procuraduría estatal. Cada una de sus lágrimas era una lágrima de todos. Cada uno de sus gritos era el grito de todos. Dos consignas dominaron esa noche: “Todos somos Sicilia” y “Javier Sicilia, somos tu familia”.
El poeta hablaba con un discurso radical y desde el principio propuso acciones de resistencia civil. A su grito de hartazgo “¡estamos hasta la madre!” sumó una exigencia política: “cuando uno manda a la chingada a las autoridades, tiene que cerciorarse de que efectivamente se vayan a la chingada!” Desde esa tarde, sin embargo, contuvo los reclamos contra el presidente de la República. Desde algunos contingentes se oía la consigna: “Juicio político a Calderón”, a lo que él respondía: “Si se va Calderón tampoco sirve de nada”.
Tras la megamarcha, Sicilia se instaló en plantón en la Plaza de Armas, frente al palacio de gobierno del estado, hasta el 13 de abril, cuando se venció el plazo que dio a las autoridades para resolver el asesinato de su hijo. Entonces exigió la renuncia del gobernador del estado de Morelos (del que Cuernavaca es la capital), Marco Antonio Adame, identificado con los movimiento católicos más conservadores y militante del oficialista Partido Acción Nacional (PAN). Esa noche reiteró que renunciaba a la poesía —lo había anunciado desde el 2 de abril— y leyó sus últimos versos, dedicados a la memoria de su hijo Juanelo.



El mundo ya no es digno de la palabra
Nos la ahogaron por dentro
Como te asfixiaron, como te desgarraron a ti los pulmones
Y el dolor no se me aparta. Sólo tengo al mundo
Por el silencio de los justos.
Por tu silencio y por mi silencio, Juanelo.


Habían transcurrido cuatro años desde el inicio de la guerra y por primera vez surgía una voz que Felipe Calderón no podía eludir. El movimiento en ciernes que encabezaba Sicilia, además, denotaba un talante de izquierda, distinto a los “movimientos de blanco” contra la inseguridad que se habían gestado años antes (con dirigentes como Isabel Miranda de Wallace y María Elena Morera) que pugnaban por mayor mano dura y alentaban la militarización.
Por el contrario, al poeta Javier Sicilia se le conocía por sus artículos solidarios con el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), por su oposición a la construcción de un Wal-Mart en Cuernavaca, por su solicitud reiterada de someter a juicio político al gobernador de Oaxaca, Ulises Ruiz, en cuya administración fuerzas paramilitares asesinaron a 22 opositores, entre ellos al periodista estadounidense Brad Will. Javier Sicilia apostaba por el movimiento social con una agenda democrática: para parar la guerra había que participar políticamente y tomar las calles. Detrás de un poeta místico pronto se activó una protesta nacional.


*****

EL ESCAPULARIO DE MI MADRE

Vale la pena retroceder unas horas ese mismo 6 de abril de 2011. Antes de dirigirse a Cuernavaca para encabezar la marcha contra la guerra, el poeta Javier Sicilia y el presidente Felipe Calderón se reunieron en privado en la residencia oficial de Los Pinos. He aquí el relato de la reunión del propio Javier Sicilia:
Yo no conocía a Felipe Calderón antes de que fuera presidente. Sí había tenido una intimidad, una amistad con la familia de su mujer, de Margarita Zavala. A ella no la conocía, sino a su hermano Juan Ignacio Zavala.
Unos días después de la muerte de mi hijo yo estaba cenando en casa de Juan Zavala y su esposa María Scherer y llamó el presidente. Habló con su cuñado y después me lo pasaron.
“Estamos en las mismas, seguimos en la indagatoria”, me dijo Calderón.
“Yo quiero verlo a usted, pero no quiero verlo como presidente, quiero verlo como Felipe Calderón y que le hable Javier Sicilia”, le pedí.
Y me recibió justo antecito de la marcha en Cuernavaca. Hablamos como dos personas. Fue una reunión muy bonita que ayudó mucho al proceso, a lo humano, el cara a cara como yo lo llamo.
Le dije: “Quiero hablarte de tú. Serás el presidente allá afuera, pero ahorita quiero hablar con la persona, contigo. Yo digo cosas muy horribles de ti. Afuera la demonización política es terrible y yo no quiero cargar con un demonio, no quiero cargar con imágenes construidas por procesos ideológicos y tú vas a oír de mí quién sabe cuánta chingadera. Y a mí me van a demonizar. Por eso hoy quiero oír a Felipe Calderón y quiero que oigas a Javier Sicilia, quiero que veas quién soy con mis debilidades y fortalezas, porque vamos a venir acá”. Y Hablamos como dos personas.


Felipe empezó: “Cuéntame tu vida”.
Se la conté.
“Ahora cuéntame la tuya”, le pedí.
Hubo un momento en que le dije: “Ya que somos de la misma secta, que es la Iglesia católica, que mamamos del mismo pecho, que es el evangelio, quiero decirte que vine como Nathan a ver a David”.
(Sicilia abre un paréntesis para contarme la historia bíblica):
Nathan es el profeta y David es el rey. Era la época de múltiples esposas y David tenía muchas mujeres, pero le gustaba la mujer de Urías, uno de sus capitanes, y se la quería quedar. E hizo una cosa perversa: mandó a Urías al lugar de batallas más cabrón. Lo matan y David se queda con su mujer.
Nathan se encabrona y va a verlo. Le cuenta una parábola: “había un pastor que tenía mil ovejas, y había otro que tenía una sola, y a este güey le gustaba, lo mandó matar y se quedó con la oveja”.
Y David que era un hombre ético, ambiguo como todo rey, se indigna y dice: “¡es un acto de injusticia! ¿quién es?” Nathan le dice: “eres tú”. Y es cuando viene ese acto de David que se desgarra las vestiduras, se echa ceniza. Hace un acto de expiación.
(Hasta aquí la historia bíblica de Nathan. Continúa el relato de la reunión de Sicilia y Calderón).


Felipe dijo: “No me llevé a la mujer de nadie”.
“No, pero te llevaste a mi hijo y los 40 mil muertos son responsabilidad tuya”.
Se dobló y me dijo: “no puedo dar marcha atrás”.
“Debías de hacerlo”, contesté.
Luego le regalé un escapulario que era muy querido para mí porque me lo había regalado mi madre.
“Te lo voy a devolver”, me dijo Felipe.
“Me lo devolverás cuando se termine la guerra”, le contesté.
Ahí nos tocamos como dos seres humanos. Y eso ayudó mucho al proceso. Es a lo que le estoy apostando cuando abrazo a alguien. Trato de no mediarlo.
Sicilia concluye la narración del encuentro con el presidente esa mañana del 6 de abril.
Yo le advierto: “Calderón nunca va a rasgarse las vestiduras”.
“Esperemos que sí”, dice.


*****

MEXICANOS AL GRITO DE GUERRA

Es un personaje tristemente relevante de esta historia: con complejo de inferioridad, se rodea de personajes de menor estatura intelectual, política e incluso física, a quienes prohibió brillar más que él[1]. Hombre de exabruptos, practica el regaño hiriente, exige lealtad incondicional y le exaspera la crítica. A sus 44 años, declaró una guerra contra el narcotráfico que costó 60 mil muertos: me refiero al presidente Felipe Calderón Hinojosa (2006-2012).
De no haber sido por la guerra contra el narcotráfico, su presidencia habría pasado sin pena ni gloria, como un simple administrador de la inercia del país. Burócrata de toda la vida del Partido Acción Nacional (PAN), el partido de la derecha mexicana, Calderón llegó a la presidencia de la república con una ventaja de apenas 0.56 por ciento de los votos sobre el candidato de la centroizquierda, Andrés Manuel López Obrador, quien reclamó fraude electoral —sin aportar pruebas— y sacó a cientos de miles de personas a protestar en las calles de la ciudad de México.
En diciembre de 2006, a los pocos días de su toma de protesta, Calderón declaró una “guerra contra el narcotráfico” que consistió en sacar de los cuarteles al Ejército y la Marina —entrenadas en el uso letal de la fuerza— para combatir a las bandas de narcotraficantes. A ellos se agregaría una Policía Federal militarizada que creció de unos doce mil a 36 mil miembros durante el sexenio.
Calderón esgrimió razones morales y políticas. Dijo que quería evitar que “la droga llegara a nuestros hijos”. En otra oportunidad habló de una metástasis o infiltración de la delincuencia organizada en los cuerpos policiacos municipales y estatales, por lo que sólo las fuerzas federales podían combatirlas. Ciertamente, en regiones específicas del país los grupos del crimen organizado habían penetrado las estructuras políticas y policiacas de los gobiernos estatales y municipales, confundiéndose con ellos. Pero al mismo tiempo México mostraba una tendencia sostenida de reducción de la violencia desde 1992. Para 2007 llegó a un mínimo de ocho homicidios por cada 100 mil habitantes, lo que lo convertía en uno de los países menos violentos de América Latina. El consumo de drogas en el país no había subido significativamente tampoco.


Lo cierto es que ni Calderón ni sus más cercanos colaboradores ofrecieron una explicación clara de por qué se lanzaba a las fuerzas armadas a una guerra en el territorio nacional. Los mexicanos nunca supieron objetivos, indicadores ni etapas. Nunca quedó claro quién era el enemigo. Pero empezaron a abundar las ejecuciones. El discurso oficial era simple: los narcotraficantes se matan unos a otros en disputa por rutas de paso de la droga y de “plazas” o regiones del país en donde controlaban delitos como secuestros y extorsiones.
Ni el Congreso, ni los partidos de oposición y ni siquiera los intelectuales cuestionaron la guerra. Calderón gozó, durante algún tiempo, de un consenso de la clase política y de un sector de la opinión pública que le dio a su gobierno una fortaleza política con la que sustituyó el estigma de ilegitimidad de su elección.
Las “ejecuciones entre narcos” se convirtieron en la noticia más frecuente en los diarios. Las estadísticas mostraron que a donde iba el ejército, la marina y la policía federal, la violencia se disparaba. Fernando Escalante, investigador del Colegio de México, estudió con detalle las variaciones en la tasa de homicidios por estado y municipio en 2008 y 2009, a dos años de la militarización del combate al narcotráfico.
“La tasa se dispara a partir de la fecha de despliegue del ejército… Sigue el ejército patrullando Tijuana y Ciudad Juárez y el resto de Chihuahua. Sigue desplegado en Guerrero, Michoacán, Sinaloa, Nuevo León y Tamaulipas y la tasa de homicidios para ese conjunto de estados se dispara: no sólo viene a ser mucho más alta que la del resto del país, sino que alcanza un máximo histórico”, escribió Escalante en la revista Nexos (“La muerte tiene permiso”, 1 de marzo de 2011).


Son elocuentes las tasas de homicidios por cada 100 mil habitantes de Chihuahua, estado fronterizo con Estados Unidos en donde se desplegó a las fuerzas armadas en marzo de 2008: En 2007 la tasa era de 14.4; se había incrementado a 75.2 en 2008; volvió a subir a 108.5 en 2009 y alcanzó un pico de 148.9 en 2010, justo los años de presencia militar a través del Operativo Conjunto Chihuahua.
De estos números surgen diversas preguntas: ¿Por qué la presencia de las fuerzas armadas multiplicó la violencia por diez? ¿Las ejecuciones sólo se explican porque los narcotraficantes se mataban entre sí?, ¿y lo hacían en las narices de miles de soldados, marinos y policías federales? ¿Por qué nunca se investigaron esos asesinatos?
La Organización de Derechos Humanos estadounidense Human Rights Watch (HRW) documentó que entre diciembre de 2006 y diciembre de 2010, con 35 mil ejecuciones atribuidas a pleitos entre narcotraficantes, “sólo mil habían sido investigados por las autoridades federales; de estos sólo había 330 culpables detenidos y únicamente 22 habían sido sentenciados”, dice en el informe titulado: “Ni seguridad ni derechos. Ejecuciones, desapariciones y tortura en la ‘guerra contra el narcotráfico”, que el 10 de noviembre de 2011 se entregó a Calderón.
Continúa la ONG: “HRW pudo observar que existe una política de seguridad pública que fracasa en dos aspectos. No sólo no ha logrado reducir violencia sino que además ha generado un incremento drástico de violaciones graves de derechos humanos que casi nunca se investigarán adecuadamente. En vez de fortalecer la seguridad pública, la guerra desplegada por Calderón ha conseguido exacerbar un clima de violencia, caos y temor en muchas partes del país”.


*****

EL POETA QUE SE ECHÓ UNA CRUZ AL HOMBRO

El auténtico protagonista de esta historia, Javier Sicilia, encaja en la definición de carácter medio del que hablaba el novelista y biógrafo austriaco Stefan Zweig. La historia, ese gran demiurgo, decía Zweig, se vale de la desgracia para arrojar a esos a caracteres medios a responsabilidades de mayor relevancia y, así, exaltar sus capacidades latentes (y, agrego yo, también sus defectos):
“Destinado a una pacífica forma de vida, el carácter medio preferiría vivir tranquilamente y en la oscuridad, al abrigo de los vientos y con el destino de mesurada intensidad. Por eso se defiende, por eso se espanta, por eso huye cuando una mano invisible lo lanza hacia la agitación. No quiere responsabilida­des de Historia Universal; por el contrario, las teme. Pero a veces el destino puede trastornar la existencia de uno de tales hombres medios y, con su puño dominador, lanzarlo por encima de su propia medianía […] La tensión trágica no se produce sólo por la desmesurada magnitud de una figura, sino que se da también, en todo tiempo, por la desarmonía entre una criatura humana y su destino”.
En abril de 2011, cuando lo entrevisté por primera vez, le pregunté cómo había sido su conversión de poeta a dirigente de masas: “Como una cruz. No lo esperaba. No lo quería. No quiero que se me vea como un dirigente de masas sino como una voz moral”. En aquel entonces escribí que era el primer poeta místico que se veía forzado a salir de su cueva y pastorear una grey: detestaba que lo llamaran líder y le pesaba serlo. No quisiera encabezar marchas sino hacer novelas. No quisiera pronunciar discursos sino escribir ensayos. No quisiera celebrar reuniones sino animar conversaciones.
Sicilia había vivido la existencia pacífica de un poeta cuyas batallas eran intelectuales. Sencillo, siempre se vestía igual: botas de motociclista, pantalones de mezclilla gastados, camisa de cuadros o a rayas y se cubría con un chaleco de pescador en cuyos bolsillos no faltaba uno o dos paquetes de Delicados con filtro. Friolento, siempre cargaba con una chamarra, de preferencia una café de borrega que le había regalado su hijo Juan Francisco.


Nacido en 1956 en la ciudad de México, Sicilia fue el segundo de cinco hermanos —dos han muerto ya— que crecieron en la calle Cerro del Cubilete en la colonia Campestre Churubusco.  El asesinato de su hijo no fue la primera tragedia que enlutó su vida. Su hermano Óscar Ricardo y sus sobrinas Ana y Paola murieron en un accidente automovilístico, y su hermana mayor falleció de cáncer en el hígado.
De su padre Óscar Sicilia heredó el evangelio y la poesía. A los quince años, recibió de él una edición bilingüe de Las flores del mal. “Léelo y ámalo, porque yo lo tuve que leer a escondidas”, le dijo. Pequeño empresario, era socio de una maquiladora textil con la que le dio a sus hijos una vida de clase media. Óscar Sicilia era un poeta que no escribía sino declamaba sus versos —compilados en la colección Bajo el árbol del Drago— y que los fines de semana iba a los hospitales a confortar desahuciados. Su madre, Catalina Zardaín terminó la carrera de Químico Fármaco Bióloga.
Javier Sicilia estudió la preparatoria en el Instituto de Humanidades y Ciencias (Inhumyc), un colegio de los Misioneros del Espíritu Santo, en donde conoció a dos amigos entrañables, los jóvenes poetas Fabio Morábito y Tomás Calvillo. A Javier le apodaban el Fantasma porque aparecía y desaparecía de repente. Era tímido y apartado, pero pronto se volvió entrón e incluso incursionó como actor amateur.
Al terminar el bachillerato se fue a vivir seis meses a Huayamilpas, una colonia obrera en la periferia de la ciudad de México, habitada por invasores de terrenos, y a donde una comunidad de religiosos jesuitas amigos de su padre se habían establecido para hacer trabajo social. Sicilia, con Fabio Morábito y Federico Gaxiola, que lo acompañaron en la aventura, quería vivir una experiencia en un sector popular. En aquella época coqueteó con las ideas de la Teología de la Liberación y después ingresó a un seminario, con el objetivo de volverse jesuita, pero entonces conoció a Socorro Ortega, Cocó —quien se convertiría en la madre de sus dos hijos— se enamoró y no volvió a pensar más en el sacerdocio.


Estudió Letras Francesas en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM y dedicó su tesis de licenciatura a la poesía de Saint-John Perse, su primer modelo poético y a quien imitó en sus poemas más tempranos, ambientados en Córdoba y Veracruz (en donde su familia materna, de origen español, se había establecido para producir café). Después la lectura de San Juan de la Cruz le daría el tema definitivo en su obra poética: el misterio de Dios en el alma. Sus primeros poemas —liras encabalgadas— son reescrituras del Cántico espiritual.
Entre sus autores preferidos, además de San Juan de la Cruz, se agregan Paul Celan, Iosif Brodsky, T. S. Eliot, Ezra Pound, George Bernanos, Graham Greene y el evangelio de Marcos. Además de nueve libros de poesía, ha publicado seis novelas y dos biografías. Como novelista, como dice uno de sus amigos más cercanos, el narrador Francisco Rebolledo: “carece de la argucia del novelista”. En efecto, sus novelas no se destacan por la creación de suspensos y de tramas, sino que son vehículos para expresar ideas.
Casado con Cocó y con ilusiones de emigrar de la capital de la república para darle una mejor calidad de vida a sus futuros hijos, buscó establecerse en Oaxaca pero no encontró trabajo ahí. Itineró con su currículum bajo el brazo en diversas ciudades del país sin mayor éxito, hasta que un tío suyo le consiguió trabajo en el Instituto Mexicano de Tecnología del Agua, en Cuernavaca, en donde su tarea consistió en corregir la prosa intrincada y llena de anglicismos de los ingenieros. Eran las épocas en que usaba cabello largo y practicaba el vegetarianismo —que le provocó una anemia—, y amaba el dominó y el futbol (ahora no sabe si volverá a disfrutarlos, porque son aficiones que compartía con Juanelo y que inevitablemente asocia con él).


Gracias a los buenos sueldos del IMTA se compró una casita en un barrio clasemediero de Cuernavaca y, robándole horas al trabajo, escribió sus primeras novelas. Dejó ese empleo cuando una orden religiosa lo contrató para escribir la biografía de Concepción Cabrera de Armida, titulada La amante de Cristo. Desde entonces su sustento ha dependido de los trabajos que consigue y que alterna con la escritura: editor, guionista, traductor, profesor, tallerista, articulista y becario del Sistema Nacional de Creadores, al que todavía pertenecía en 2012.
En su juventud, Javier Sicilia soñó con establecer una comunidad ideal en unos terrenos de Morelos, una suerte de ashram gandhiano con el nombre de Arca (por el Arca de Noé), a imitación del Arca que fundara el filósofo italiano Giuseppe Lanza del Vasto en la campiña francesa. Sicilia, con su esposa Cocó y sus hijos Estefanía y Juan Francisco, habían pasado tres meses en el “Arca Madre” de Laborie Noble. Con el sueño de replicar esa experiencia en México, Sicilia convenció a alumnos y amigos, recabó dinero y compró un terreno en Oacalco.
Pero los jóvenes empezaron a desertar y sus hijos tampoco se fascinaron con esa vida rural y apartada. El proyecto fracasó, vendieron el terreno y todos regresaron a sus vidas urbanas. De esa experiencia, sin embargo, surgió la revista Ixtus, dirigida por Sicilia, como expresión del Arca hacia el exterior. Con los años, Ixtus cerró para dar paso a Conspiratio, que tuvo una vida de 15 números y que en febrero de 2012 vio la luz por última vez. Sicilia buscaba, entonces, relanzar Ixtus, aunque no tuviera ya ninguna relación con el proyecto del Arca.
*****

ZÓCALO RECUPERADO


El periodista René Delgado, director del diario Reforma, lo comparó con el flautista de Hamelin. Javier Sicilia salió el 5 de mayo de 2011 en una marcha silenciosa rumbo a la ciudad de México. En el punto inicial, la glorieta de La Paloma, en Cuernavaca, lo seguían 200 personas. Dos días y 65 kilómetros después, la tarde del 7 de mayo, entró al campus de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) —al sur de la capital del país— con unas mil 500 personas detrás. Su destino estaba todavía a 20 kilómetros: el Zócalo de la Ciudad de México, el corazón histórico y político del país, una explanada en donde caben 100 mil personas.
Muchos capitalinos son hostiles a las manifestaciones. Pero ese 8 de mayo atestiguamos un fenómeno tan inusual como emocionante: los vecinos abrían sus ventanas y balcones para saludar y aplaudir la marcha. Muchos fueron más allá: abrieron las puertas de sus casas, prestaron sus sanitarios y ofrecieron agua, sándwiches y naranjas a los manifestantes.
Diversa, nutrida por igual de clasemedieros y de estudiantes de universidades públicas; de contingentes simbólicos de la izquierda como los ejidatarios de San Salvador Atenco, la policía comunitaria y campesina de Guerrero y los representantes del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN). Al frente iba Javier Sicilia con un contingente compacto que marchaba en silencio en señal de luto: una variopinta mezcla de clérigos católicos como Alejandro Solalinde y Miguel Concha, un líder mormón que cargaba la bandera nacional, Julián Le Barón, y otro padre doliente, Eduardo Gallo, recordado por haber capturado él solo a los secuestradores y asesinos de su hija ante la inacción de las autoridades años atrás.


Parar la guerra. Y el Zócalo se llenó. Miles de personas escucharon los relatos desgarradores de las víctimas: hijas que nunca regresaban a casa; soldados asesinados tras denunciar la corrupción de sus mandos; madres que habían perdido hasta cuatro hijos —asesinados o desaparecidos— y una cadena de dolor que se visibilizaba por primera vez en el epicentro nacional. La tragedia y la esperanza habían provocado la movilización más exitosa en muchos años.
Al tomar el micrófono, Sicilia demandó un gesto de buena voluntad al gobierno: la renuncia de Genaro García Luna, el secretario de seguridad pública que se atribuye el haber diseñado la estrategia de militarización del país. La plaza aclamó la propuesta y al otro día los periódicos publicaron la exigencia a ocho columnas. Luego el poeta afirmó que la estrategia militar había provocado “una guerra civil donde mexicanos matan mexicanos, generando 40 mil ejecuciones en lo que va del sexenio”. Y añadió: “un componente fundamental que explica esta escalada de violencia y guerra es la enorme corrupción y su infiltración en el Estado en todos los niveles”.
Sicilia leyó un documento de seis puntos  —donde destacaban los puntos dos y seis: poner fin a la estrategia de guerra y reformar el sistema político para alentar la democracia participativa— y convocó a firmar un pacto nacional en Ciudad Juárez, a la que llamó “el epicentro del dolor”.
En poco más de un mes, un padre de familia doliente había convertido su luto personal en el desafío político más importante para el gobierno de la República y su jefe, Felipe Calderón.


*****

CIUDAD JUÁREZ: EL EPICENTRO DEL DOLOR DE JAVIER SICILIA

Para un amante de los símbolos como Javier Sicilia, no había ciudad más simbólica que Ciudad Juárez. Situada en la frontera con El Paso, Texas, era la ciudad con la tasa de homicidios más alta del país, a pesar de que patrullaban sus calles miembros del ejército (entre 2008 y 2009) y de la Policía Federal (a partir de 2010). La militarización había provocado que las organizaciones de derechos humanos y de izquierda socialista —pequeñas pero muy movilizadas— de esa ciudad adoptaran la agenda del retiro de las fuerzas federales, que llamaron simplemente desmilitarización (aunque se referían también a la salida de la Policía Federal).
Emilia González es la representante en Ciudad Juárez de una de las ONG con mayor arraigo en el estado de Chihuahua, la Comisión de Solidaridad y Defensa de los Derechos Humanos (Cosyddhac). Ella es también amiga y aliada de Javier Sicilia, con quien ha mantenido una relación fraternal en las simpatías y en las diferencias. González resume las consecuencias de la militarización en Ciudad Juárez: “La población de Juárez pensó que los militares eran la salvación y los recibió con esperanza. A los tres meses quedó claro que no llegaron a salvar a nadie: los homicidios, la tortura y la limpieza social subieron de manera alarmante. Se criminalizó la protesta. Cuando se van los militares y llega la Policía Federal la situación es diferente pero igual de grave: se multiplican las extorsiones porque son ellos los que extorsionan”.
En Ciudad Juárez, también, se había producido una de las masacres más emblemáticas de la guerra contra el narcotráfico: la del barrio obrero Villas de Salvárcar. El 30 de enero de 2010, un comando armado asesinó a dieciocho jóvenes —estudiantes y trabajadores— en una fiesta. El presidente Calderón, de gira por Japón, recurrió a su discurso rutinario de atribuir la matanza a un ajuste de cuentas entre narcotraficantes. La reacción indignada de los familiares de las víctimas había forzado a Calderón a acudir a Ciudad Juárez a dar la cara. En un acto público, Luz María Dávila, madre de dos de los fallecidos de Salvárcar, le había reclamado a voz en cuello la calumnia a sus hijos.


Javier Sicilia había llamdo a Ciudad Juárez “el epicentro del dolor” y se propuso recorrer el país por tierra hasta esa ciudad para firmar el pacto de unidad nacional. Pero su camino hasta esa ciudad fue tortuoso aun antes de recorrerlo. El poeta había arropado el sueño gandhiano de convocar a la clase política y a representantes de la sociedad a firmar en Ciudad Juárez un gran pacto de unidad nacional contra la violencia. Pero ni en la clase política ni las organizaciones que nutrieron el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad (MPJD) y ni siquiera los colectivos contra la militarización en Ciudad Juárez —cada uno por razones distintas— estaban dispuestos a secundar su sueño.
Emilio Álvarez-Icaza, ex ombudsman de la Ciudad de México, acudió en representación de Javier Sicilia a reunirse con las organizaciones contra la guerra contra el narcotráfico en Ciudad Juárez. Lo primero que le dijeron es que no firmarían ningún pacto con Calderón. En su experiencia, los diálogos con el gobierno eran una simulación, le dijeron. Y disponían de un antecedente inmediato: tras la matanza en Villas de Salvárcar, Calderón había convocado a la firma del Pacto Todos Somos Juárez, que ofrecía enfrentar la violencia no sólo en su aspecto policiaco-militar, sino social, económico y cultural, que no había arrojado ningún resultado. Emilia González, de Cosyddhac, me dice que el gobierno federal marginó del diálogo a las organizaciones que habían cuestionado a Calderón: “se acabó la mesa de derechos humanos y sólo tuvieron cabida los grupos asistencialistas. El gobierno empezó a dar dinero para dividir. Y nos dimos cuenta de que los diálogos no llevaban a nada”.
Álvarez-Icaza escuchó los argumentos de las organizaciones de Ciudad Juárez y les planteó su agenda: Javier Sicilia recorrería el norte del país hasta esa ciudad y les pedía que firmaran el manifiesto de seis puntos que había presentado en el Zócalo el 8 de mayo, para darle así calidad de pacto nacional. Los juarenses replicaron: no aceptarían adherirse a un documento sin discutirlo previamente. Álvarez-Icaza respondió: “Éste es el tren de Sicilia: el que se quiera subir, bienvenido, y el que se quiera bajar, que se baje”.


Los juarenses —tras una deliberación en privado— revirtieron el amago: antes de firmar cualquier pacto en Juárez discutirían su contenido: “y si no quieren no vengan”, le dijo una de las representantes. Pocos días después recibieron una carta del poeta católico: “Vamos con nuestros dolores y nuestro amor a abrazarlos y a abrazarnos, para hacer nuestra la propuesta de programa que tienen para reconstruir la paz, el amor y la justicia que nos han arrancado”, les dijo.
El 4 de junio por la mañana, Javier Sicilia salió de Cuernavaca en un largo camino de tres mil kilómetros hasta Ciudad Juárez. En su primera parada, en el Ángel de la Independencia de la Ciudad de México, se le adhirió una caravana de trece autobuses y veintidós vehículos compactos, con una población de unas 300 personas, porque no todos iban llenos.
Javier Sicilia infundió sus dimensiones poética y espiritual a un recorrido que exhibía, en cada parada, la tragedia de las víctimas: Como cuenta la cronista Daniela Rea en el sitio Cosecha Roja, madres que habían perdido a sus hijos y que se habían mantenido en las sombras, manchadas por el estigma de que andaban en actividades criminales, salían de su ostracismo al paso de la caravana “del señor Cecilio” como lo llamaban los dolientes de poblaciones rurales que habían oído hablar de él de boca en boca. En sus hombros lloraban los deudos y en sus palabras se reivindicaban los muertos, doblemente muertos por las balas y por la versión oficial que los condenaba como criminales sin molestarse en abrir una investigación. En Durango, un niño llamado Francisco esperó cinco horas el paso de la caravana. A él le habían matado a su padre, el minero Fernando Rodríguez Maturino, su cuerpo asfixiado en cinta canela, envuelto en una cobija y tirado en un claro como basura. Lloraron juntos el niño que había perdido a su padre y el poeta que había perdido a su hijo. La caravana pasó por Morelia, San Luis Potosí, Zacatecas, Durango, Saltillo, Monterrey, Torreón, Chihuahua y desembocó en Ciudad Juárez. Durante ocho días el dolor de las víctimas estuvo en la atención de la prensa nacional.


Javier Sicilia hablaba del Reino de Dios y comparaba ese encuentro de hombres y mujeres con la realización de ese Reino, en la sencillez y la solidaridad del dolor y el consuelo compartido. Mario Arriagada y Andrés Lajous, cronistas de la revista Nexos, contaron cómo Sicilia recorrió un camino de despolitización: en sus primeras paradas, el poeta insistía en una agenda de reforma política de las instituciones, centrada en la revocación del mandato. Con el paso de los kilómetros enfatizó en la consolación y el acompañamiento a las víctimas, hasta que llamó al recorrido la Caravana del Consuelo.
El 9 de junio la caravana llegó a Ciudad Juárez. En Villas de Salvárcar la recibieron con una manta: “Usted sí es bienvenido, señor Sicilia”, en clara alusión al presidente Calderón. Arriagada y Lajous escribieron: “Si en Durango se sintió una bienvenida sin condiciones, en Ciudad Juárez no es tan claro. Las víctimas y las organizaciones están más endurecidas por la violencia y tiene clara su propia agenda. Para los de Juárez sentarse a ‘negociar’ con el presidente es inaceptable”. Dos posiciones estaban claras para los juarenses: desmilitarización del país y rechazo al diálogo con Felipe Calderón. En ambas habrían de hacer cortocircuito con Javier Sicilia.
El 10 de junio se instalaron seis mesas de discusión en el Instituto de Ciencias Sociales y Administración de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, una por cada punto del manifiesto de Javier Sicilia del 8 de mayo.  A la número dos le correspondió “el replanteamiento de la estrategia de guerra”. En esa discusión se concentraron las organizaciones de Ciudad Juárez. Ahí también concurrieron los grupos de izquierda socialista que se habían sumado a la caravana. Del grupo compacto de Javier Sicilia participó Pietro Ameglio. El moderador era el sacerdote dominico Miguel Concha. Los resultados reflejaron una combinación de demandas que, efectivamente, trascendían la agenda de las víctimas, como el rechazo al Tratado del Libre Comercio. Pero lo que realmente provocó la división fue la exigencia, que se impuso por consenso, en estos términos: “el fin inmediato a la estrategia de guerra, la desmilitarización de la policía, el regreso del ejército a los cuarteles y el retiro del fuero militar”.


Por la noche, en el monumento a Benito Juárez, Javier Sicilia firmó el documento, lo llamó “el Pacto Ciudadano por la Paz con Justicia y Dignidad” y convocó a la sociedad a firmarlo. Lo secundaron el obispo Raúl Vera López, el provincial de los dominicos Gonzalo Ituarte y los sacerdotes Miguel Concha y Óscar Enríquez. Al final de la jornada, Sicilia y Álvarez-Icaza acudieron a la casa de Emilia González, de Cosyddhac, a hacer una evaluación del resultado de las mesas.
A la mañana siguiente, en un acto en El Paso, Texas, en suelo estadounidense, Sicilia se retractó. Dijo que el documento firmado no era el pacto sino las relatorías de las mesas de discusión: “la posición de retirar al ejército de las calles es igual de atroz a la de haberlo sacado como lo sacaron y nos va a generar un problema mayor”. Con esa declaración, los grupos de Ciudad Juárez y de izquierda socialista que habían acompañado a Sicilia —y habían impulsado su agenda en las mesas— se sintieron defraudados y perdieron entusiasmo respecto al liderazgo del poeta, quien ya estaba en negociaciones con las autoridades federales para concertar un encuentro con Felipe Calderón.
González, la representante de Cosyddhac en Ciudad Juárez, comparte su análisis de lo que ocurrió aquellos días de tensión y ruptura. Según González, Sicilia estaba decidido a ir al diálogo público con Felipe Calderón, pero el presidente nunca lo recibiría si el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad demandaba la desmilitarización y, con ello, el replanteamiento radical de la guerra contra el narcotráfico:
“Sicilia esperaba que las conclusiones fuera acorde a lo que había presentado en el Zócalo el 8 de mayo. Ya no hubo armonía entre lo que ellos (Sicilia y su equipo cercano) esperaban y lo que las mesas dijeron: él nunca habló de la desmilitarización y aquí fue una demanda muy fuerte. Sicilia quería el diálogo con el gobierno. Nosotros ya lo habíamos tenido, inclusive con los militares, y nos quedaba claro que eso no (arrojaría ningún resultado). Es simulación. Y si estás en ese diálogo eres parte de esa simulación. Para Ciudad Juárez, los diálogos con el gobierno no conducían a nada. Luego Sicilia lo descubrió”.


La unidad del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad en torno de Javier Sicilia ya se había perdido.
*****

EL ABRAZO DE CHAPULTEPEC

La mañana del 23 de junio de 2011 Javier Sicilia llegó al castillo de Chapultepec al frente de una representación de deudos para reunirse con el presidente Felipe Calderón y su gabinete. Gandhianamente, el poeta supuso que el encuentro de Chapultepec como la oportunidad de Calderón de escuchar a las víctimas, conmoverse y pedir perdón.
Y como era Javier Sicilia el que estaba más interesado en la reunión, Calderón impuso sus condiciones: rechazó que el encuentro se celebrara en el Palacio Nacional como lo había pedido el poeta y propuso el Museo de Antropología. Un día antes de la reunión le volvió a cambiar la sede. Sicilia amagó con no presentarse al castillo de Chapultepec sino en ir, con las víctimas, a las puertas del Museo de Antropología para exhibir la cerrazón del gobierno frente a los medios de comunicación. Fue Emilio Álvarez-Icaza quien lo reprendió: “vas a perder el proceso de las víctimas por una necedad”. Luego vendrían más condiciones: los dolientes que expondrían sus casos debían enviar sus discursos con anticipación, además de que se les prohibió llevar mantas o cartulinas. Ya en Chapultepec, por la mañana, se les hizo pasar por el detector de metales.


Sicilia llegó sin demandas concretas salvo la exigencia de que el presidente Calderón pidiera perdón a la nación y a las víctimas. Mencionó el retiro del ejército, pero “tomando en cuenta las características de cada entidad”, y lo hizo sólo de pasada y sin insistencia. Calderón aprovechó el vacío. Dueño del escenario  —y acompañado, entre otros, del secretario de seguridad pública Genaro García Luna, a quien Sicilia había exigido renunciar— pidió perdón, sí, pero por no haber sido más enfático en su estrategia militarista. Con golpes en la mesa y tono regañón (que Sicilia calificaría de insolente), acusó a Sicilia de presentarse con premisas equivocadas: “tienen que pedir perdón los que piden parar la acción del gobierno”. Ofreció rectificar siempre que le dieran una alternativa. Sicilia se quedó sin respuesta.
El presidente le dijo que, si sólo tuviera piedras, con piedras combatiría a los narcotraficantes: “esperando que sólo por un momento tuviera el aliento de David para hacerlo”. A punto de concluir la reunión, Javier Sicilia se paró de su silla, caminó hasta donde estaba Felipe Calderón, se quitó del cuello un escapulario y le dijo que le pertenecía a una víctima. Se la habían regalado a él pero quería compartirla con el presidente. Tras colgársela en el cuello, le dio un abrazo que se convertiría en la fotografía de portada de los periódicos del otro día.
Calderón regresó a su asiento y soltó una frase de agradecimiento sólo Javier Sicilia entendió:
—Me siento muy bendecido y protegido por gente que ora por mí. Traigo una que me dio otra víctima, y pesa mucho, pero fortalece mucho… Margarita es la que los reza, pero me voy a aplicar por la persona que me lo dio para rezarlo también.


Se refería a un escapulario que le colgaba del cuello, invisible debajo de la camiseta desde dos meses atrás, el 6 de abril, cuando el propio Javier Sicilia se lo había regalado en la reunión privada en donde hablaron del rey David y el profeta Nathán. La reunión fue celebrada por la prensa como “uno de los mejores días de Calderón”.
*****

EL ANARQUISTA QUE BESÓ AL VERDUGO

Desde la ruptura de Ciudad Juárez y el abrazo a Calderón en el castillo de Chapultepec, Javier Sicilia se convirtió en un enigma para la izquierda mexicana, que nunca terminó de comprenderlo ni de asirlo, hombre complejo de emociones explosivas y de ideas contradictorias, nutridas de torrentes de pensamiento que apuntan a distintas direcciones y manan de diferentes fuentes.
Sicilia es un anarquista que condena al Estado —y al conjunto de las instituciones de la modernidad— porque en el Estado percibe la negación del amor de Cristo. Pero es también un gandhiano pacifista que cree —y cree honestamente— que puede conmover los corazones de los más altos representantes de ese mismo Estado que condena. Es uno de los críticos más radicales de la Iglesia católica —afirma que si Jesús naciera en nuestros días, sería la Iglesia quien lo enviaría a la crucifixión— pero es también un crítico leal que apela al Papa y al Vaticano cuando necesita ayuda (y no la obtiene). Su pensamiento se deriva de una parábola que, aun demasiado conocida, resulta imprescindible relatar:
“En el principio hubo un Dios que renunció a ser Dios y se encarnó en un niño judío y pobre. Durante unos treinta años vivió en el anonimato como artesano de la construcción y la madera. Luego predicó el Reino de Dios —el Reino de su Padre y de sí mismo—, pasó sus días en comunidad itinerante, tan pobre que no tenía siquiera “dónde reclinar la cabeza”, se le consideró hereje y fue condenado a muerte por los poderosos de su tiempo”.


En la historia de Occidente, no hay otro relato con más interpretaciones que éste. La escuela de pensamiento de Javier Sicilia, heredera del filósofo vienés Iván Illich, se detiene en dos detalles: la pobreza de este Dios encarnado y la ausencia de organización de su comunidad de seguidores. Si el Dios-hombre las había adoptado, ambas condiciones eran libres y santas.
Durante algunos cientos de años, las comunidades de seguidores de Yeshúa de Nazaret preservaron el espíritu de pobreza de su fundador, que les había enseñado a amar a los otros sin que importara si eran judíos o gentiles, varones o mujeres, libres o esclavos. Pero hacia el final del siglo IV se aliaron con el César y su imperio romano y se tornaron Iglesia imperial. La solidaridad con los pobres, que antes ejercían al interior de sus propias casas, se transfirió a los hospicios: con ello se diluyó la relación personal, cara a cara, entre el cristiano y el menesteroso. Esa Iglesia continuó creciendo y, con su crecimiento, cada día se institucionalizaba más y más, corrompiendo las enseñanzas de su fundador.
El Estado como institución moderna y secular —sigue esta misma teoría de la historia— nació bajo el modelo de esa Iglesia católica imperial: como una burocracia tecnificada que erigía barreras entre las personas. Y, tal como la Iglesia, se dedicó a administrar la caridad: a instalar hospitales, escuelas, asilos de ancianos. Según Sicilia, todas estas instituciones crearon mediaciones entre los seres humanos. La caridad —la ayuda al anciano, al pobre, al enfermo, al extranjero— se expulsó de los hogares y se encargó a las burocracias, que tratan a la gente, al prójimo, como una abstracción y no como seres de carne y hueso.
Esa administración de la caridad a través de las instituciones es, para Sicilia, una traición a las enseñanzas de Jesús y, de esa manera, el gran pecado de Occidente. La caridad, que era su razón de ser, se convirtió en un pretexto para administrar el poder. Esta mediación creó el amor abstracto o ideología: el amor a ideas, a nociones de colectividad, a grandes proyectos (el gobierno del pueblo, el socialismo, etcétera). Ese amor abstracto desplazó al amor concreto, aquél que sólo es posible cuando dos personas se ven cara a cara y se ayudan.


En el punto más alto del movimiento que germinó con la sangre de Juanelo, Javier Sicilia optó por romper esas mediaciones y empezó de arriba hacia abajo: con el presidente de la República, Felipe Calderón y, meses después, con el coordinador de los senadores del PRI, Manlio Fabio Beltrones y, en mayo de 2012, con el entonces candidato presidencial del PRI Enrique Peña Nieto, entre muchos otros, a quienes abrazó o besó frente a las cámaras de televisión aunque él mismo había insistido en que “el Estado está infiltrado en todos los niveles por el crimen organizado”. Sicilia los llamó gestos de paz para romper esas mediaciones y tocar los corazones de los políticos: “lo radical es ir a las raíces y eso se llama el corazón del hombre”, explicó después.
Detrás de esos gestos de paz hay una teoría dualista del ser humano y de las instituciones: los políticos, aun los más atroces opresores, tienen un corazón susceptible de ser conmovido y, por ello, de transformarse hacia el bien. Lo mismo ocurre con las instituciones. Cuando Sicilia dice: “la Iglesia es una puta pero es mi madre” se refiere a que la Iglesia católica es la encarnación del pecado, pero dentro de ella pervive otra Iglesia no corrompida —la de defensores de derechos humanos como Alejandro Solalinde y Raúl Vera— que preserva las enseñanzas de Jesús.
Dentro de esa línea de pensamiento, la guerra contra el narcotráfico fue un equívoco de Calderón y, como tal, corregible a través de la expiación. Sicilia afirma que Calderón actuó por amor abstracto al declarar la guerra contra el narcotráfico —para preservar a los jóvenes del acceso a las drogas— y, como todo amor abstracto, había soslayado a las personas concretas, a los mismos jóvenes que murieron en la guerra declarada en su nombre. (Sicilia también ha denunciado que la guerra contra el narcotráfico es una imposición del gobierno de Estados Unidos, pero no por ello le resta el carácter de equívoco a la acción de Calderón.) Al abrazarlo en público, Sicilia pretendió —dice— confrontarlo con su equívoco, tocar su corazón y, de esa manera, convertirlo al amor concreto hacia los jóvenes que morían en la guerra.


El sector más a la izquierda del MPJD calificó el abrazo como traición. Desde otros sectores de ese mismo espectro político, como Antonio Helguera, cartonista del diario La Jornada y uno de los dirigentes de No+sangre, colectivo contra la guerra contra el narcotráfico, lo acusó de capitulación y de besar verdugos.
La crítica cultural Lucía Melgar publicó un artículo a los pocos días del abrazo de Chapultepec: “La Cumbre de Chapultepec no contribuye al logro de una paz con justicia y dignidad. Marca, por el contrario, un retroceso, en cuanto que sus efectos inmediatos debilitan el discurso político alternativo, de denuncia y exigencia, que se estaba construyendo desde la ciudadanía y contra el gobierno, la clase política y los poderes fácticos.
“Si la pregunta era ‘ser o no ser líder’, Sicilia ya la contestó. Al presentarse ante Calderón como si estuviera en una reunión de cuates, bajo el supuesto de que a fin de cuentas ‘todos se conocen’, y al anteponer sus preferencias ideológicas personales a las exigencias de un movimiento político por la paz con justicia y dignidad, el interlocutor del presidente demostró que no está dispuesto a asumir la responsabilidad política que implica un liderazgo ciudadano democrático y abierto a la pluralidad” (subrayado en el original).
*****

“LAS REVOLUCIONES NO HAN RESUELTO NADA”


Entrevisté a Javier Sicilia por tercera vez el 1 de agosto de 2011 para la escritura de esta crónica. Quería confrontarlo con los señalamientos de capitulación que llegaban desde los sectores de izquierda del MPJD. Me recibió en una pequeña oficina del Centro Nacional de Comunicación Social (Cencos), la ONG que preside Emilio Álvarez-Icaza. Javier Sicilia vivía el agobio de un liderazgo nacional que se había cruzado a su vida sin previo aviso —venía de una reunión en el Senado para impulsar la defensa de los transmigrantes centroamericanos— y su anhelo de regresar a su rutina de intelectual de claustro —robaba horas para corregir las galeras del próximo número de la revista Conspiratio, que dirigía—. Conversamos largamente sobre política. Hombre de emociones encendidas y contrastantes, la charla transitó entre la dulzura y la exaltación, la sonrisa y la reflexión. Aquí lo más importante:
Sicilia: “Tenemos que parar la guerra en el Zócalo. El movimiento tiene dos piernas, si no, no funciona: el diálogo y la movilización. Tiene que haber movilización. Sabemos que la pura movilización te lleva al aislamiento, y el puro diálogo te lleva a la cooptación. Ya lo hemos visto. La movilización abajo lleva a los zapatistas a un encierro y el puro diálogo a los vericuetos administrativos —no digo que no funcionen— como el caso de Alejandro Martí e Isabel Miranda de Wallace”.
Se critica que no hay organicidad democrática en la toma de decisiones del movimiento, que tú como dirigente actúas como caudillo.
Es una crítica justa. El problema es que tampoco tenemos cómo hacer esa pluralidad. Muchas de las cosas que se logran en los diálogos ha sido trabajo en corto: ir a visitar a agrupaciones, políticos, el cara-a-cara como yo lo llamo. El problema es que al que quieren como interlocutor es a mí. Y yo nomás tengo dos líneas: cómo construir la paz, y cómo esa paz la puedo reflejar no sólo en los discursos, sino también en los gestos, que se han leído muy mal. Gestos de paz.


¿No era premiar demasiado a Felipe Calderón con el abrazo y el escapulario después de que dijo “pido perdón, sí,  pero por no haber sido más cabrón, por no haber sacado al ejército a las calles antes”? Sabías que eran gestos simbólicos muy importantes.
Lo puedes leer políticamente a la antigua o te buscas códigos nuevos. Si quieres leer con la lógica de la izquierda, de que el símbolo es una claudicación, está bien. Vengo de una tradición que se llama gandhiana. Aquí no existe esa tradición, aquí existe la tradición de la enemistad.
¿Y no se diluyó la responsabilidad de Calderón?
Calderón es el responsable absoluto…
En el momento de ir, de darle ese foro, ¿no se le permite que políticamente asuma una posición que no tenía, de hombre que escucha, de hombre de diálogo, que gane él con esa mesa?
Cualquiera que se acerca a la demanda del movimiento va a ganar espacio. Desde el principio le estamos ayudando a Calderón en ese sentido. Es más, el presidente no ha entendido cuánta cancha se pudo haber abierto si le pide la renuncia a García Luna.
Y al contrario, te lo puso a un lado. ¿Era tolerable la presencia de García Luna ahí?
Vamos a verlo con la óptica de Calderón. No lleva ni al secretario de Marina ni de la Defensa. Llega con Genaro. ¿Qué es lo que nos está tratando de decir? “Ustedes tienen razón, tenemos que meter al Ejército [a los cuarteles] y mi apuesta es hacer una buena policía, ésta es mi apuesta”.


¿Y no te decía: “tú me pides su renuncia y aquí te lo pongo”?
Creo que Calderón no estaba en esa tesitura. Dice sí a la Ley de Víctimas. Cambia el discurso. Tocó el discurso nuestro, del lado de las víctimas.
Pero no cambió las cosas.
No se cambia de la noche a la mañana. Hay una rara lectura de la vieja izquierda que es a chingadazos y ahora o nunca y si no me das lo que yo quiero es la enemistad total. Es la política de los perdedores, por eso la izquierda no está en el poder.
¿De tu parte no hay rendición, no hay claudicación?
No hay rendición. Yo abrazo a Calderón como un ser humano. No creo que sea Pinochet. Es un hombre que no tiene la menor conciencia, que hay que hacérsela sentir. Pero eso se demuestra lentamente, hablando desde la ética, el amor, el corazón, no desde la estrategia ideológica. No se trata de si (cambiar) esta estrategia (la militarización de la seguridad pública): sino de cómo construimos un mundo nuevo, no mediado por técnicas, por burocracia, no mediado por el poder. ¿Cómo llevar a Calderón a hacer ese clic? Por el lado de lo humano: tenemos que expiar nuestros actos y devolver justicia.
-¿Tocaste el corazón de Calderón?
-Sí, lo tocamos.
-Calderón no se mueve en esos códigos.
-No, pero hay que llevarlo ahí.


-Ese tocar el corazón tendría que traducirse en un cambio en la política de Calderón, y eso no ocurrió.
-No.
-¿No fue, en ese sentido, un gesto inútil?
El hecho de la PGR retome los casos y empiecen a solucionarse, dice algo. Por María Elena Herrera, por sus cuatro hijos muertos, dos desaparecidos, dos asesinados, [por su tragedia] que fuimos a recoger a casa de la chingada y a visibilizar y llevamos allá, y después de su calvario por las instituciones que la despreciaban y la tenían amenazada, llevarla allí, y que el poder le diga: “Señora, usted es digna”, yo hubiera caminado los cuatro mil kilómetros y hubiera llegado al alcázar.
Pero ésa es la relación del súbdito: yo, magnánimo, te doy el número de mi teléfono celular y me llamas…
-¿Por qué del súbdito? Le estoy exigiendo. Eso no es un súbdito.
-¿Pero eso cambia la política estructural?
Le estoy exigiendo algo como ciudadano al Estado. No puedo sustituir al Estado. ¿Qué quieres, cabrón?, ¿a quién le voy a pedir algo?, ¿al presidente legítimo, al pinche procurador legítimo? [Se refiere a Andrés Manuel López Obrador, que se autodenominó presidente legítimo en 2006, y nombró procurador legítimo a Bernardo Bátiz] ¿Me quedo con mi conciencia gandhiana, con mi conciencia anarquista?, ¿y qué gano?


Ojalá la política se hiciera de otra manera, pero en términos de eficacia política, del resultado de un movimiento, con el diálogo de Chapultepec no se abrió nada, no se movió.
Yo hago la pregunta, ¿qué harías en mis botas?, en mi caso, ¿qué hubieras hecho?
Llegar con un programa político a Chapultepec, con demandas concretas.
Tengo cuatro meses caminando, ¿con qué equipo? Estamos caminando, regresamos a ponernos de acuerdo a ver cómo llegamos al Castillo. ¿Sabes qué fue llegar a ese ejercicio?
Sí: te cambian el lugar un día antes, no le permitieron a las víctimas llevar mantas…
Primero quisieron cambiar el día. Dije: si cambian el día lo doy por cerrado. Al otro día: cámbienlo al Castillo. Pues todos esos procesos, sin equipo.
¿Y a los de Ciudad Juárez, que pudieron haber sido equipo político?
Los de Juárez estaban invitados.
Al llegar a la reunión de Chapultepec con Felipe Calderón no había una claridad de qué se demandaba. Por ejemplo, el retiro del ejército de las calles. Entiendo que ése fue un punto de quiebre con las organizaciones de Ciudad Juárez.


El punto de quiebre es que ellos lo quieren ya. El problema es que se sacó irresponsablemente, y meterlo es irresponsable igual.
¿Y por qué no se llegó a Chapultepec con el planteamiento de  un retiro paulatino del Ejército?
Está, porque estamos proponiendo una nueva ley (de seguridad ciudadana), que ha estado desarrollando el padre Miguel Concha y los juristas de la UNAM. Implica pensar el retiro del ejército. No se planteó porque estamos hablando de los grandes temas.
¿No faltó llegar con ese tipo de concreción a Chapultepec?
Nos hubiera gustado. Pero somos ocho monos y un montón de gente, de organizaciones que van apuntalando. No tenemos equipo. No tengo ni secretaria. Andamos como desarrapados, sin lana, sacándole tiempo al tiempo. Teníamos muchos sueños y hemos llegado con lo que podemos: con un lenguaje distinto, que es leído con códigos viejos de Occidente.
¿Y no es como decir: “yo pongo por encima mi código nuevo sobre la eficacia del movimiento”?
También esto es una pedagogía. Yo no dejo de ser un autor y un autor no es rehén del público. Yo no vine a hacer política en el sentido que tú quieres. No vine a escribir literatura en el sentido que otros quieren. Quiero preservar mi libertad de espíritu.
¿Pones por encima tu autenticidad sobre la eficacia política del movimiento, Javier?
Gandhianamente, no creo en la eficacia.


¿Y los resultados de la movilización? La movilización concentra muchísima fuerza social, y de repente no logra mover al presidente, no logra mover al Estado.
Pues volvamos a moverlos. Y lleguemos a acuerdos si se pueden llegar acuerdos buenos para la ciudadanía. Es una apuesta pero la intransigencia sigue: los seguimos queriendo como personas pero como políticos no.
¿Así fue el abrazo con Calderón: sí como persona, no como político?
Exactamente. Igual con Beltrones. Los besos en los cachetes a Beltrones pues es eso. Me caes bien, güey, como persona: (pero) cumplan.
Y si te reúnes con Peña Nieto, también con Peña Nieto.
Si me sale del corazón, lo voy a hacer. Me salieron del corazón. Soy muy apapachón [en efecto lo besó el 28 de mayo de 2012].
Pero no estás entre cuates.
Pero yo beso a la gente.
Ellos no son tus cuates y no estás ahí porque sean tus cuates.
Son ciudadanos. Son seres humanos. Pongamos lo humano por encima de los personajes. Beltrones no se esperaba eso. Calderón se puso tieso.


Pero también dice: “el principal líder opositor me abrazó”.
Ésa es la lectura que quiere hacer el sistema. Le dije a La Jornada: “a ver, cabrones, explíquenme una cosa: abracé a Calderón. Pero metimos a Epigmenio Ibarra [productor independiente que hizo una cobertura televisiva de los diálogos de Chapultepec]. Tenían 10 mil narrativas, tenían 10 mil fotografías. Y ustedes eligen esa y me ponen en la madre”. Si la derecha lo hace, me vale madres. Sé que son mis enemigos y lo van a hacer cada vez que pueda.
Pero si sabes que lo van a usar así, ¿para qué lo hiciste, para qué se lo regalaste?
Por eso. Tú le dices a La Jornada… no me quedan más que tres interpretaciones: o son corruptos y se las pagó el sistema, o son hijos de la chingada o son pendejos. Creo que es la tercera.
Pero el abrazo es la nota.
¿Qué es lo que importa: la nota o los contenidos, la interpretación de la narrativa?
El abrazo y el escapulario son una decisión política tuya.
Sí, pero la decisión es decisión de quien interpreta. Como una obra. Tú escribes una novela y la van a interpretar de todas las maneras. Habrá críticos que dirán: ‘eres un pendejo’, y otros que van a decir: ‘es la clave’.


¿Estás haciendo política para la posteridad, así como hay escritores que escriben para la posteridad?
No, no escribo para la posteridad. Escribo una narrativa con ciertas intenciones de autor. La política es una narrativa. Interpretamos, está bien.
¿Fue un error el abrazo?
No. En los códigos de la eficacia sí es un error. No estoy con el código de la eficacia. Eso es Lenin: lo que importa es el fin, los medios valen madres. Yo no soy de esa línea. Debe haber una interrelación entre el medio y el fin. Es Gandhi.
¿Y para volver a convocar a la movilización no necesitas volver a echarte para adelante públicamente?
Sí. Lo haré en su momento sin dejar de abrazar a los otros. Que se entiende que es contra sus políticas, sus negocios, no contra sus personas.
Es difícil que se entienda esa separación.
No la entendemos. Occidente ha sido la historia de matar a los hombres. Las revoluciones, como decía Camus, han matado hombres y principios y no han resuelto absolutamente nada.
Algo se ganó con la Revolución Francesa.
Sí, pero los costos fueron muy altos.


“No mueran los malos, muera el mal”.
Exactamente.
Pero el mal no es un ente abstracto, son personas que toman decisiones…
Pero son actos. La persona no es mala, la persona hace cosas malas. Si ahorita quiero cambiar una política no la voy a cambiar enjuiciando a una persona. La voy a enjuiciar, ¿y qué?
…quitarle el poder.
Nadie se lo va a quitar. En la lógica vieja: quitas a Calderón y la estructura sigue. ¿Cómo reformar esto si no es por las conciencias? Soy un anarquista pero vivo en una república. A veces en el furor de los principios perdemos de vista a la persona. Calderón no es tan demonio, no lo perdamos de vista como persona [sino] golpeemos sus equívocos. Tiene que ser juzgado, sí, tiene que enfrentar eso, sí, lo tiene que enfrentar, pero ahora tenemos que parar la guerra. No me puedo mover más que por ahí. Es lo que me dice mi corazón. Si no funcionó, se hizo lo que se pudo.
*****

LA NOVELA DE JAVIER SICILIA

En la novela La confesión, el diario de Esteban Martorus (2009), un personaje llamado “el padre M”, —heterónimo del sacerdote Marcial Maciel, como me lo confirmó el propio Javier Sicilia— se arrepiente de sus crímenes de abuso sexual cometidos en perjuicio de los seminaristas de su poderosa congregación, los Legionarios de Cristo. Quien lo mueve a la expiación es el hombre menos probable: Esteban Martorus, destituido y marginado cura de pueblo y confesor de plebes, quien lo confronta con su miseria humana de mentiroso, profanador de menores y constructor de un emporio religioso que traiciona la pobreza y el sufrimiento del Cristo crucificado. Sinceramente arrepentido, Maciel se dispone a escribir su confesión y a recluirse en la austeridad de una trapa. Tras redactar una larga carta con el relato de sus crímenes y enviarla al cardenal de la Ciudad de México y al papa Benedicto XVI, Maciel muere en paz en la soledad de la habitación de su hermana, en una población de Morelos conurbada a Cuernavaca.


Sabemos que la realidad fue completamente distinta de como la noveló Javier Sicilia: Marcial Maciel no se arrepintió nunca de sus delitos. Ni siquiera obedeció la orden del papa de retirarse a una vida privada de oración y penitencia. Por el contrario, dedicó sus últimos años a vacacionar por Europa en compañía de su hija, de su primer esposa y de miembros de la cúpula legionaria (ver en este libro “José Barba, el hombre que desafió a dos papas”).
El episodio de la novela ilustra, primero, la convicción genuina de Sicilia de que cualquier ser humano —incluso un depredador como Maciel— puede ser movido al arrepentimiento genuino y a la reparación de sus pecados. Si Martorus lo logró con Maciel, ¿por qué no habría de lograrlo Sicilia con el presidente Calderón?
En el terreno literario, Martorus y el padre M de La confesión ilustran también la reticencia de Javier Sicilia de construir personajes complejos y multidimensionales. Los protagonistas de sus novelas son arquetípicos: Martorus, por ejemplo, encarna al Cristo pobre y crucificado que da un testimonio de grandeza moral en la soledad de un pueblito de Morelos. Juan Iliasi, protagonista de la novela A través del silencio (2002), representa al lujurioso arrepentido que busca la expiación a través de la enfermedad terminal y la muerte.
Por eso, el mejor personaje del novelista Javier Sicilia es, precisamente, Javier Sicilia, el poeta católico que renunció a la poesía como tributo a su amado Juanelo, el místico que abandonó su cueva para tornarse pastor del movimiento social más importante del sexenio que transcurrió entre 2006 y 2012. La complejidad que falta a sus personajes literarios le sobra a su persona. Sicilia es dulce y amoroso en la alegría, y también hiriente y grosero en la furia. Como Hamlet, es un hombre de determinación de hierro que se juega la vida por recuperar justicia para su hijo y, también como el príncipe de Dinamarca, es un hombre acosado por las dudas, que podría decidir mañana lo contrario a lo que defendió ayer. En Sicilia conviven las fuerzas divergentes del pacifismo que pacta y el anarquismo que rompe, pero él las concilia y convierte esa mezcla en su divisa política. Y si bien renunció a la escritura de versos, ha cimentado su acción dirigente dando voz al amor, el consuelo y la unidad. En un país con el discurso corrompido y desgastado por la simulación, sólo un poeta en pleno uso de sus poderes literarios pudo haber cometido esa osadía y hacerlo con brillantez.


Obsesivo, se aferró a su hipótesis de que podía cambiar el curso de la guerra a través de conmover a Calderón y al resto de los políticos del régimen. En esa apuesta se le fue la unidad del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad y, de paso, el respaldo de las masas. Tras los diálogos de Chapultepec convocó a otra movilización en la ciudad de México: sólo tres mil personas lo siguieron hasta Los Pinos, un contingente mínimo respecto a los 100 mil del 8 de mayo. En un nuevo esfuerzo movilizador, el 9 de septiembre Sicilia recorrió Cuernavaca al frente de la “Caravana del Sur”, en donde “pasó desapercibida”, de acuerdo con la crónica de la periodista Daniela Rea de Reforma.
Su obcecación lo llevó nuevamente con Felipe Calderón al Castillo de Chapultepec el 14 de octubre de 2011, en donde, ahora sí, exigió una hoja de ruta de desmilitarización, que tampoco le concedieron. La generosidad gandhiana de Sicilia sólo recibió mezquindad de Felipe Calderón. En julio de 2012, a unos meses de dejar el poder, el presidente Calderón vetó la Ley de Víctimas, redactada por abogados afines a Sicilia y aprobada por el Congreso de la Unión. El poeta lo calificó como una traición del mismo hombre cuyo corazón había tocado meses atrás. Sicilia nunca reconoció que su estrategia de acercamiento a Calderón hubiera estado equivocada.
Constructor fallido de comunidades ideales, Javier Sicilia se rodeó de filósofos y novelistas en su primera etapa como dirigente nacional del movimiento contra la guerra: el profesor universitario Pietro Ameglio, experto en Gandhi y activista de tiempo completo de la resistencia civil pacífica; el novelista anarco-lopezobradorista Francisco Rebolledo, autor de Rasero y el filósofo Jean Robert, el mayor experto en el pensamiento de Iván Illich. A las pocas semanas, Ameglio —impulsor de la movilización y la resistencia civil— y el resto de los integrantes del primer grupo fueron desplazados por Emilio Álvarez-Icaza, un exitoso consultor en políticas públicas y derechos humanos, que asumió el múltiple papel de asesor, portavoz y operador político de Javier Sicilia y quien impulsó la línea dialoguista dentro del MPJD.


A los periodistas que cubrimos la primera etapa de movilizaciones nos deslumbró el lado luminoso de Javier Sicilia: el hombre común, austero y cariñoso que ofrendaba su identidad de poeta a la reivindicación de su hijo y de otros cuarenta mil hijos cuyos padres lloraban en silencio. En unos cuantos días, un vate dulce, franco y malhablado, sin ninguna tacha en su vida previa, invadía la escena pública nacional, copada tradicionalmente por burócratas de traje y corbata que hablaban con el manual de lugares comunes de los políticos formados en el simulacro y la corruptela. Seducidos, no dimos cuenta de sus rasgos autoritarios que se manifestaron desde los días germinales de Cuernavaca en abril de 2011.
Como el personaje obsesivo, complejo e inasible que es, Sicilia cometió errores en su intempestiva irrupción en la vida de México. Pero en el balance, su participación política le hizo un gran servicio al país: mientras la oposición parlamentaria de centroizquierda —agrupada en torno de Andrés Manuel López Obrador— callaba ante la guerra, Javier Sicilia encarnó la protesta, la convirtió en un movimiento nacional y le dio voz y rostro a decenas de miles de dolientes y desplazados. Sin mayores recursos y pocos aliados, Sicilia movilizó a decenas de miles, reivindicó a los muertos, sentó al presidente de la república y a los senadores y diputados y los hizo escuchar a los dolientes. El 28 de mayo de 2012 hizo desfilar a los cuatro candidatos presidenciales frente a familiares de víctimas y a los cuatro les reclamó que omitieran de sus manifiestos la agenda de la guerra y de los cuatro exhibió los lados más oscuros de su trayectoria.
Cargado de dolor, sin ninguna preparación previa para la política y la movilización, Sicilia escribió su mejor poema: un movimiento que devolvió la dignidad a las víctimas y los dolientes, y construyó a su mejor personaje de novela: a sí mismo. Rescato para finalizar este texto una respuesta que me dio en abril de 2011, mientras bebíamos un chocolate en casa de su hermana, en un barrio al sur de la Ciudad de México, a donde fue a refugiarse tras el peligro en que puso a su vida por su activismo político: “Hago esto por un principio de dignidad humana y de dignidad de mi hijo, que le ha dado rostro a los que el gobierno ha despreciado y criminalizado. Estoy seguro de que lo volveré a ver como volveré a ver a quienes he amado en el amor de Cristo, y espero que me diga: “¿Sabes qué?, lo hiciste bien. Estoy orgulloso de ti”.



[1]Al inicio del sexenio, se instruyó a los secretarios de Estado que los anuncios relevantes de políticas públicas sólo serían dados a conocer por Felipe Calderón, quien sería el único portavoz del gobierno.